Ambos carros se estacionaron frente a sus respectivas viviendas al mismo tiempo. Un carro de policía y una ambulancia. Del primero bajaron dos oficiales y luego un joven de veintidós años llamado Aarón. Tenía el cabello cortado al ras, tez trigueña y ojos verdes. Una cicatriz adornaba desafortunadamente su rostro desde su ceja izquierda, bajando hasta rozar el rabillo de su ojo y desembocando en el centro de su mejilla. Podría decirse que era nueva, ya que aún tenía algunas costras que no se habían desprendido.De la ambulancia bajó un paramédico y un joven de la misma edad del chico anterior, pero este iba con su madre. Quizás el contraste no era más obvio a simple vista, pero Zachary tenia el cabello mucho más largo y colorín, tenía ojos color avellana y una hilera de piercings en su oreja derecha, los cuales debían ser más de diez tipos de aretes que colgaban y se enroscaban entre ellos, aunque todos falsos claramente, Zachary no se haría aretes, no le gustaban, como tampoco los tatuajes.
Si bien ninguno se detuvo a ver lo que sucedía en la casa de al lado, ambos si se dieron cuenta de una similitud muy peculiar del ambiente, todos los vecinos de aquel barrio acomodado salieron de sus casas a ver como a Aarón lo sacaban del carro policial y lo adentraban a su casa donde su padre y su madre con rostro serio lo esperaban, y como a Zachary; quien, con una muleta y con su madre, se ayudaba a trasladarse, ya que su pierna enyesada no ayudaba en nada.
—Aquí está su hijo, como ya le dijeron en la audiencia no podrá asistir al campus en tres meses, estará en arresto domiciliario por ese tiempo. Esto... —dijo el oficial apuntando la pantorrilla de Aarón—. Es un localizador, no puede salir de un perímetro de veinte metros a la redonda de esta casa, lo monitorearemos vía señal satelital, cualquier intento de quitárselo o de desactivarlo detonará una alarma a lo cual una patrulla llegará en cosa de minutos y solo será peor para él.
—Gracias oficial, entendimos a la perfección —respondió el padre de Aarón serio acomodando sus anteojos.
—Ve a tu cuarto —dijo la madre del chico aun en la puerta de la casa.
Aarón con actitud desafiante solo obedeció.
Mientras tanto en la casa vecina, Zachary se movía con lentitud. Su madre lo ayudaba, pero le llamó la atención de lo que ocurría al lado, ya que no pasaba desapercibido la fuerte voz del padre de Aarón.
—Zach, trata de caminar más rápido, sé que es difícil con las muletas, pero al menos ayúdame... —dijo la madre de Zachary moviéndose un poco más rápido.
—Lo siento... —El chico colorín miraba como los oficiales dejaban la casa de su vecino.
—No te entrometas en lo que no te llaman Zach —dijo su madre.
—No lo hago, pero somos nuevos en el barrio, y tu dijiste que era uno bueno —argumentó el chico subiendo los escalones de la entrada de la casa con un poco mas de facilidad de la que el mismo esperó—. ¿Estas seguras que no te equivocaste de barrio?
Su madre solo rio.
Si bien solo habían llegado hace dos días, ya las cosas estaban algo agitadas. Zachary de vuelta al hospital y Aarón con arresto domiciliario. Y Aunque ninguno de los dos se conocía o al menos habían intercambiado palabras durante esos dos días, puedo garantizarles que no tenían idea que sus diferencias serían el imán de polos opuestos, o quizás no tan opuestos.
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De la A a la Z leería tus grietas.
Teen Fiction「Terminada」 Dicen que las grietas del corazón son tan naturales como las del suelo árido. Pero eso no lo sabe Aarón; un chico problema y Zachary; otro chico problema. Dos vecinos jóvenes de veintidós años que jamás se han hablado y que se verán forz...