V

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Cada día se tornó en una letra, y la reflejaban con una palabra que los unía, o los unió. La "A" era de Aarón, así dejaron en claro al estar en la cama juntos, al igual que "B" era de beso, y "C" de cama. La "D" era de distancia, aquella que se había disminuido notablemente desde el primer día.

El cuarto día hablando por celular decidieron que la "E" sería de Empezar, refiriéndose a empezar algo nuevo y diferente a todo lo que habían experimentado.

—No pensé que terminaríamos repasando el abecedario...—dijo Zach mientras se acostaba hablando por celular con Aarón.

—Pues hemos repasado más que el abecedario, eso ha sido lo mejor. —respondió Aarón desde el otro lado secando su cabello, ya que acababa de salir de la ducha.

—Ha sido la mejor parte. —agregó Zach apagando la lampara de su velador.

—¿Cuál?

—El ver que no solo tienes una cicatriz en tu rostro, sino también en tu oblicuo derecho... —respondió el pelirrojo. —Y en la palma de tu mano, y en tu hombro izquierdo, pero esta última es pequeñísima, casi ni se nota.

—Observador, pero te falta una. —respondió Aarón finalmente acostándose.

—La de tu pezón... —respondió Zach. —Es la más exquisita.

Aarón rio y luego calló.

—Las llamaste cicatrices y no grietas "señor arquitecto".

—Oh, lo lamento... —respondió Zach.

—Me encanta que me veas... —agregó Aarón. —Cada centímetro de mí.

—Es lo peor de todo esto, el acercarnos tanto para alejarnos. —agregó Zach con tono opaco en su voz.

Al cabo de unos minutos más de charla, ambos cortaron, pero antes de hacerlo agregaron otra palaba. "F" de Felicidad, aquella momentánea que estaban creando, aunque tuviera fecha de caducidad. 

La mañana siguiente Zach despertó a Aarón con un mensaje.

—La letra "G" es de gay.

Algo soñoliento a las nueve de la mañana, Aarón respondió el mensaje (le era imposible ignorar cada cosa que estuviera relacionada a Zach).

—No sé si sea la correcta.

—Es la que nos une.

—Mas que etiquetas, es un sentimiento. —respondió Aarón.

—El mundo está lleno de etiquetas, todos tienen una. —respondió Zach.

—Y no deberíamos. —manifestó Aarón.

El chico de ojos verdes que recién estaba despertando siempre había tenido esa convicción. Desde pequeño vio las etiquetas en todos lados: en la ropa, en la comida, en los electrodomésticos y las cosas del hogar que compraban sus padres, pero jamás vio etiquetas en las personas.

Cuando tuvo dieciséis, escuchaba a la gente etiquetarse a sí misma como "hetero" "gay" "lesbiana" "transexual" y un sin número de más. No decía que estuviera mal, cada quien era libre de identificarse como fuera, pero pensó ¿no es eso lo mismo que se intenta evitar? ¿La segregación? Todos tiene una identidad, eso estaba bien, pero Aarón no se sentía partidario de etiquetarse como un objeto material, él era una persona y las personas no median su valor por la etiqueta que portaban. Aarón decidido que él no se etiquetaría, el gustaría de lo que quisiera.

Pasaron unos minutos y Zach llamó a Aarón, ya que este no contestaba los mensajes.

—Creo que te molestó lo que te escribí antes...

De la A a la Z leería tus grietas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora