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Dos meses. Si, dos meses desde que Aarón y Zach se conocieron. El padre de Zach se había ido después de estar con ellos un poco más de una semana. Zach hablaba con Daniel y Camila de vez en cuando, pero su cabeza estaba en otro lugar; había aceptado irse a Holanda con sus padres.

Los mensajes con Aarón se habían limitado a respuestas cortas. ¿Cuál era el fin de seguir fomentando algo que al final no resultaría? Zach había vuelto a su yo original, a huir.

Aarón por otro lado estaba preocupado... no, la palabra exacta era triste, y jamás se había sentido así por alguien, el gustar ya no era una palabra que definiera lo que ellos tenían, lo de ellos transitaba por una carretera distinta y tomaba el desvío más próximo hacia la interestatal del "querer" en todos sus sentidos. Aarón quería a Zach, y Zach lo quería a él, pero ambos se restringían a seguirle la corriente al otro, a disminuir la preocupación y la intromisión, no eran niños, no iban en prepa, y contaban con experiencia, lastimosamente, esa experiencia no era lo que los ayudaría en esta situación.

—¿Le dijiste? —preguntó Daniel a Zach mientras hablaban por teléfono.

—No... no va al caso, solo fue algo...

—Distinto, tú lo dijiste, él es distinto. —interrumpió Daniel. —Zach, hay un punto en nuestras vidas donde debemos parar y preguntarnos si lo que estamos haciendo está bien, y luego avanzamos, pero no puedes seguir conduciendo por un camino que no te lleva a nada.

—¿Te gusta la psicología no?

—Creo que con solo atenderte a ti podré comprarme una mansión. —respondió su amigo.

—No lo sé Daniel, es complicado.

—No lo es tanto, eres tú el que lo hace complicado, tu dijiste que él era como tú, si es así, entenderá.

Daniel colgó y Zach miró por su ventana. Las persianas de Aarón estaban cerradas, eran las diez de la mañana y Aarón un no habría las persianas de su habitación, y era obvio, Aarón estaba acostado aún.

Estaba solo con ropa interior y con sus ojos verdes mirando su atentamente su celular, esperando un mensaje, algo por parte de Zach, pero nada. Marcaron las diez y quince minutos y Aarón se levantó, se dio una ducha, se vistió y abrió las persianas. Zach no estaba en su habitación.

Bajó al living y tampoco estaban sus padres.

—"Hay comida en el refrigerador, tuve que suplir de urgencia a una compañera del trabajo, tu padre llegara mañana, fue a Santiago. Besos mamá"

Aarón miró hacia todos lados, estaba solo nuevamente, pero lo extraño era que solo pensaba en el chico pelirrojo, y en el porqué de su actitud.

—A la mierda... —dijo tomando su celular y llamando a Zachary.

Sonó tres veces, y luego atendió.

—¿aló?

—Llevo preguntándome por casi una semana por qué tu repentina distancia, y por qué eres cortante como una puta navaja, si no quieres hablarme pues es fácil decirlo, tú lo mencionaste antes, "no estamos diciendo nada entre líneas", entonces seamos directos. —soltó de repente Aarón.

—No es eso, es más complicado.

—Tú lo estás haciendo complicado Zachary, no es muy difícil decirle a alguien...

—¿Qué me mudo a Europa? —interrumpió Zach.

—¿Ah? —preguntó Aarón.

—Mi padre vino hace unos dias, vino con la noticia de que nos mudaremos a Holanda.

—No entiendo...

—Es complicado, te lo dije.

Una fina grieta (parecida a la que tenía en su rostro), se creó en la coraza de Aarón.

—Te veo en el muro en dos minutos. —respondió Aarón.

Al decir eso, Aarón colgó y salió al patio. Tomó una silla, la acercó al muro, se subió a esta y saltó sobre el muro. Afortunadamente, su tobillera aún estaba dentro del perímetro permitido. Aarón se sentó sobre el muro y esperó a Zach, el cual llegó a los dos minutos.

—¿Puedes estar ahí? —preguntó el pelirrojo mientras caminaba hasta el muro.

—Si, mi tobillera aun parpadea.

Zach tomó una silla, subió y se sentó al lado de Aarón. Suspiró y sin que Zach se lo pidiera, este comenzó a contarle todo. La visita de su padre, por qué se irían y que él había accedido. Si bien la cicatriz de Aarón aún era visible, más era visible su tristeza y decepción de saber que aquello que pensó que podría funcionar, al final solo había sido un trozo de felicidad momentánea.

—"H" de "Hurto"... —susurró Aarón. —Creo que se nos hurtó lo que estábamos tratando de crear entre nosotros.

—"O" de "Oportunidad" —respondió Zach. —Es una oportunidad única para mi padre, eso también nos separa.

—Todo el abecedario nos separa Zachary. —respondió Aarón.

—Incluso nuestras corazas. —agregó Zach sin saber que a Aarón no era necesario explicarle eso, él también tenía una, y sabía muy bien cómo funcionaba.

—Incluso nuestras corazas. —replicó el chico de ojos verdes.

Se sentía la distancia, se sentía la nostalgia. Zach no decía nada, pero Aarón en un momento supo que aún les quedaba un mes.

—Son veintiséis letras, tenemos Oportunidad y Hurto...

—¿De que hablas?

—De que antes que te vayas quiero que seamos capaces de saber cuáles son todas las palabras que se interponen entre nosotros. —respondió Aarón desanimado mirando a Zach a los ojos.

—Estás loco... —respondió el colorín soltando una risa, para luego ver que no era así. Las cosas que los separaban eran menos que las cosas que los unían.

—Quizás en el abecedario hay más cosas que nos unen que las que nos separan... —respondió Zach.

Aarón rio.

—¿Y el poeta era yo? —preguntó Aarón.

—"A" de Acoso...

—O de Aarón ¿no? —respondió el chico de ojos verdes tal y como la broma que había hecho hace unos días atrás.

—También...

Solo sus miradas eran necesarias para nuevamente causar el resurgimiento de aquello que anhelaban, y era el sentir y tocar, el vivir y viajar en lugares donde solo ambos podían llevarse. Un beso. Un beso y otro más, por minutos sobre el muro, minutos y minutos donde sus manos se entrelazaban y sus bocas se acariciaban.

—"B" de Beso... —susurró Aarón apoyando su frente con la de Zach.

—"C" de Cama... —agregó Zach.

—Tu no pierdes tiempo.

Ambos saltaron al jardín de Aarón y corrieron, envueltos en abrazos y caricias hasta llegar al cuarto del Aarón, donde sin duda alguna, la letra "D" era de Deseo y también de la Distancia que estaban aniquilando antes de que se manifestara en miles de kilómetros.

De la A a la Z leería tus grietas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora