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—¿Y estas mierdas de alarmas no funcionan?

—Hey ma' tranquila... —dijo Zachary a su madre que había llegado un par de minutos luego que Aarón se fuera.

—Estamos pagando un servicio que no es capaz de funcionar como corresponde, llamaré a la compañía de seguridad y los voy a demandar. —la madre de Zach estaba tan nerviosa que se notaban algunas venas en su cuello.

—Rompieron la ventana del baño del segundo piso mamá, la alarma al parecer no contempla activarse cuando se rompe el puto vidrio. —agregó Zach mirando su teléfono y viendo que en WhatsApp Aarón estaba en línea.

—Nos llevaremos al hombre y pueden comenzar a ejercer su derecho a efectuar de forma inmediata una orden de alejamiento.

—Lo sé, soy abogada.

—Solo cumplo con informarles. Mañana a primera hora pueden venir a la comisaria y pasen directamente a la oficina de querellas.

Al decir eso, el oficial se fue de la casa de Zach. Él y su madre buscaron cinta adhesiva y cartones de cajas de zapatos para cerrar momentáneamente la ventana del baño, mientras su madre seguía quejándose. Al terminar, ambos se sentaron en la mesa de la cocina, su madre odiaba la cerveza, pero sacó una del refrigerador y le extendió una a Zach, quien solo la miró sorprendido.

—Sigo molesta, no contigo, sino con esta mierda de sociedad.

—Lo sé, te conozco lo suficiente. Pero no todos son malos...

—Iré a darle las gracias a chico de al lado en un rato más. —respondió casi tomándose toda la cerveza de un sorbo.

El oficial había hecho notar la presencia de Aarón a la madre de Zach cuando comenzó a relatarle lo que había ocurrido, así que ella ya conocía al simpático vecino que había venido a ayudar a su hijo.

—Tranquila yo lo hago, tengo su num- —Zach se detuvo y su madre solo levantó una ceja.

—Que conveniente que nuestro vecino se tomara la molestia de venir a rescatar a mi hijo ¿no?

—Estamos en guerra.

—¿Era él?

—Se... —respondió Zach tomando un sorbo de cerveza. —Le estoy dando el infierno.

Ella rio.

—Pareciera que el infierno no es lo que buscas. —respondió su madre igual de irónica que su hijo. Era obvio de donde había sacado el don Zach.

Lo conocía tan bien. Zach no había estado con un chico por mas de un año, si había tenido encuentros casuales con algunos, pero solo eran eso, cosas de una vez. No tenia intenciones en mezclarse con amoríos mientras intentaba seguir estudiando, ya que su carrera de arquitectura le exigía más tiempo del que había pensado. Los grandes edificios siempre le llamaron la atención, como era que esas enormes cosas se mantenían de pie ante toda adversidad, así que decidió estudiarlo, y se enamoró de su carrera universitaria, al mismo tiempo que se acostumbraba a despejar su mente algunas noches al mes revolcándose con algún chico que conocía en las fiestas organizadas por su grupo de amigos. Era extremadamente atractivo y exótico para muchos, es decir, ¿quien no querría estar con un pelirrojo?, tenia ojos avellana grandes y penetrantes y algunas pecas en su rostro que lo hacían parecer incluso adorable. Sabia usar lo que tenía, y no lo hacía nada mal.

Era la notable experiencia en hablar con chicos lo que le permitía entenderlos tan bien que a veces llegaba a asustar o intimidar, fue por lo mismo que Aarón le llamó la atención. Él no se intimidó, no se mostró reacio a su actitud, fue un reto, y tal como había dicho su madre, parecía que Zach no buscaba el infierno.

Ella fue hacia el comedor para llamar a su padre y contarle lo que había sucedido, mientras Zach se quedaba en la cocina mirando su celular.

—Gracias. Ya no hace falta que me des un regalo de bienvenida. Estamos a mano.

Fue el primer mensaje que Zach le envió a Aarón, y en solo unos segundos él le respondió.

—Prefiero deberte el regalo, y que así tú también me debas algo. ¿Qué tal una tregua?

Tregua significaba terminar con el "acoso". Era así de simple, pero también significaba comenzar con algo más, quizás algo mejor y que se pudiera disfrutar con mayor regularidad.

De la A a la Z leería tus grietas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora