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¿En qué momento pasó una semana desde su accidente? se preguntó Zachary mientras se hacía un sándwich de mermelada de mora. No le gustaban los sabores normales, como el durazno o el damasco. Su madre le había traído varias cosas del supermercado para que tuviera en la despensa sin necesidad de salir el mismo a comprar, y aunque podía moverse libremente, no le era recomendado, ya que debía sanar lo antes posible su pierna.

—¿Descenso? —preguntó Zach al escuchar la propuesta de sus compañeros de clases.

—Si, es cuando tomas tu bicicleta y te lanzas por un sendero desde lo alto de un cerro, es algo extremo, pero esa es la idea —respondió uno de ellos.

—¿Qué esperamos para intentarlo?

Zach se rodeaba de personas que le aplaudían todo lo que hacía, no porque fuera un líder innato, sino porque siempre era el que abalaba las ideas locas y despreocupadas, como la que les acabo de comentar. Esta conversación ocurrió a las cuatro de la tarde, a las siete de la tarde Zachary se encontraba en el suelo con la tibia rota de su pierna derecha, raspones en sus manos y moretones en su abdomen, nada muy serio en comparación a la fractura. Lo llevaron al hospital de inmediato y el resto es simple historia de hospital, su madre llegó, los doctores lo estabilizaron, encajaron su tibia y enyesaron su pierna. Y ahora se encontraba confinado en su casa comiendo sándwich de mermelada mientras veía todas las temporadas de Game of Thrones. Se sentó en el sillón frente a su gran pantalla de cincuenta pulgadas y siguió viendo la temporada tres. Entonces su teléfono sonó.

—¿Qué? —preguntó cuando respondió su celular.

—¡Zachary Velozo!

Era su madre molesta a través del celular. Zachary sabía porque, pero prefirió tomárselo con la calma de siempre, o más bien, el desinterés particular con el que enfrentaba las cosas.

—¡200 dólares en una compra por internet!

—Si, me compré algo.

—¿Algo de 200 dólares? De seguro venden ese algo en la feria.

—No puedo ir a la feria.

Su madre calló.

—En serio me sacaras canas verdes.

—Dile a mi papá que lo pague, ¿recuerdas que dijo que podía usar la tarjeta cuando la necesitara?

—Cuando fuera una emergencia Zachary.

—Esta es una emergencia.

—¿De que clase? —preguntó su madre bajando un poco el tono.

—Una guerra de acosadores.

Su madre no entendió, pero simplemente agregó que el debería explicárselo a su padre. Ambos colgaron y Zachary se quedó en su cómoda posición frente al televisor esperando que fueran las cinco de la tarde para recibir su paquete.

Pasaron un par de horas y Aarón estaba en su patio trasero fumando un poco de marihuana antes de que sus padres llegaran. Como le era de costumbre no llevaba pantalones puestos, no porque se le olvidara ponérselos, sino porque no le veía el caso a usar ropa extra. La cicatriz en su rostro parecía un poco más difuminada, como un hilo blanco en su piel trigueña.

—¿Si tu madre te ve con eso se molestará? —dijo su padre entrando a la terraza trasera de la casa, donde se encontraba Aarón con solo boxers. —¿Y cuantas veces debo decirte que dejes pasearte así por la casa?

—Lo siento viejo... —dijo Aarón tosiendo un poco el humo y ofreciéndole un poco de su "cigarro" a su padre.

—No hay caso contigo.

—Vamos, como si no hubieras fumado antes.

—Ve a vestirte, tu madre viene en camino, y por favor... —dijo mientras Aarón se adentraba a la casa sin antes enrolar los ojos, cosa que era su sello de frustración personal. —No te comportes como un vago.

—Lo siento, este futuro medico se comportará como su majestad ordene.

Aarón subió a su habitación en el tercer piso, entró al baño, abrió la ducha y dejó el agua corriendo unos minutos. Miró hacia afuera disimuladamente por su ventana y las cortinas de su vecino estaban abiertas como era de costumbre a esa hora del día, pero no había nadie en su habitación. No era un acosador, simplemente quería enfocar su atención en algo vivo, y ese algo era el pelirrojo llamado Zachary.

Tomó una ducha, y envolvió la toalla en su cintura mientras salía hacia su cuarto y revolvía los cajones buscando su ropa interior. Tomo unos boxers color naranjo y antes de quitarse la toalla vio por la ventana, y si, ahí estaba Zachary, comiendo otro sándwich de mermelada, sentado en su silla frente a la ventana mirando a través de sus recién comprados binoculares a Aarón en toalla.

—Que gran hijo de puta... —susurró Aarón una vez su expresión de sorpresa se desvanecía.

Zachary estiró su mano hacia el costado donde estaba su cama y tomó una hoja blanca en la cual había un escrito que a Aarón le costó leer, pero luego lo entendió.

—"El acosador es acosado"

Zachary bajó sus binoculares, y ambos sostuvieron sus miradas serias por un momento hasta que embozaron una sonrisa. Era una declaración, una declaración de guerra entre acosadores, y ni a Aarón ni a Zachary les gustaba perder.

De la A a la Z leería tus grietas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora