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Primero tragó saliva, luego se movió lentamente y una pequeña clavada le recorrido la pierna, pero se disipó rápidamente y el dolor desapareció. Entreabrió los ojos y los volvió a cerrar, luego los abrió por completo y notó que aún era de noche, y no estaba en su cuarto.

—Mierda. —exclamó Zach sentándose de golpe.

—¿Qué pasa? ¿Que...? —despertó agresivamente Aarón.

—Nada, nada... —respondió Zach y miró en su celular la hora. Eran las cuatro y media de la madrugada.

Aarón se pasó las manos por la cara y luego se sentó.

—¿Que paso? —preguntó Zach, mientras miraba como su acompañante se seguía restregando los ojos.

—Una fiesta, una pela, un caos en el living, la policía en mi puerta, una afortunada salvada de culo y un sexy chico pelirrojo en mi cama... —respondió Aarón con la voz un poco ronca.

—Lo último es lo único que puedo comprobar. —respondió Zach.

—¿Necesitas algo? ¿Agua? ¿Cerveza? ¿Otro beso?

—¿Otro beso?

Si, Zach no recordaba haber besado a Aarón, pero en ese mismo momento vio en flashback el momento como una película pasar por su mente. Vio al chico de ojos verdes sobre él pasando sus manos por debajo de su polera y el apasionado y descarado beso que Zach le había propiciado. Se tomó la cara con ambas manos y soltó una risa, no por vergüenza, sino por satisfacción.

—¿Qué tiene de gracioso? —preguntó Aarón volviendo a recostarse y sin dejar de mirar al pelirrojo.

—Que estamos "enfermos" los dos, usando la separación del muro de nuestras casas para empezar una guerra algo estúpida...

—No fue estúpida, gracias a esa "guerra" estamos acá. —agregó Aarón pasando sus dedos sobre la pierna descubierta de Zach.

—En eso tienes razón...

—Además no es solo el muro lo que nos separaba...

—Era nuestra personalidad y la ironía. —interrumpió Zach.

—Además de eso... —dijo Aarón. —Es el abecedario completo. —agregó.

—¿Ah?

—Pues sí, me llamo Aarón y tu Zachary, tenemos todo el abecedario entre nosotros.

—Un médico poeta, no sé en qué mierda me estoy metiendo.

Ambos se rieron y Aarón tiró a Zach devuelta a la cama y ambos quedaron recostados lado a lado.

¿Cuánto había pasado desde la primera vez que se habían visto? Quizás unas cuantas semanas ¿no? Desde ese momento surgió algo tan intenso desde el "acoso" y el "juego", algo que convirtió a cada uno de ellos en mosquitos en la cabeza del otro, paseándose de lado a lado sin dejarlos pasar mas de una hora sin pensar en el otro. No era amor, debías estar muy desesperado para pensar que el amor surge de algo como lo que ellos tenían; ese hostigamiento por hacer sentir sus presencias en el otro. No, no era amor, era "gustar", a ambos les gustaba el otro, y sentían esa extrema atracción a no ser específicos en lo que sentían, sino mas bien dejarse llevar por el momento, algo que iría cambiando rápidamente.

—¿Te gustan mis ojos? —preguntó Aarón.

—Si, siempre me han gustado los ojos verdes ¿te gusta mi pelo?

—Si, siempre me han gustado los colorines. —respondió Aarón.

—¿Has estado antes con uno?

—No, jamás.

—¿Entonces como sabes?

—No lo supe hasta que te besé.

—Por favor, para la cursilería...

Ambos rieron fuerte.

—Me gustas Zach, y no somos niños de prepa para andar mandando mensajes entre líneas.

—Nadie ha mandado mensajes entre líneas, creo que hemos sido bastante directos en lo que queremos.

—¿Y qué quieres tu? —preguntó Aarón.

De pronto esa pregunta creó un vacío en Zach, como si un agujero negro comenzara a expandirse a una velocidad impresionante, y comenzara a devorarlo por dentro y a mutar las sensaciones y emociones que estaba sintiendo.

—¿Me creerías si te digo que no lo sé?

—La verdad es que si, porque estoy en el mismo lugar que tú. Pero ¿no será eso parte de la juventud? Solo tenemos veintitrés años, bueno yo al menos, no creo que sea nuestra responsabilidad saberlo todo, al menos se, que en este momento, quiero algo así... algo diferente con alguien diferente a lo de siempre.

Ambos miraron el techo del dormitorio de Aarón, pero Zach no respondió a lo que Aarón había dicho.

—¿En qué crees Aarón? —preguntó Zach de pronto.

—Depende, a veces creo en la ciencia, también creo en mis padres...

—¿Crees en ti?

—¿En qué sentido?

—En que tengas un sentido. —agregó Zach.

Esa respuesta hizo que Aarón volteara a mirar a Zach quien estaba con los ojos cerrados. A Aarón le resultó familiar esa sensación que provenía del pelirrojo. El chico era un enigma, muy simple superficialmente, y un rompecabezas debajo de una coraza con grietas. Si bien Aarón no era el único que había creado una coraza, al parecer tampoco era el único con grietas en ella.

De la A a la Z leería tus grietas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora