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Tres bolsas de ropa eran de Daniel, y solo una de Zach. No podían moverse muy rápido ni recorrer demasiado para no sobre exigir a Zach, así que iban despacio, pero ya eran las cuatro de la tarde, y era momento de comer algo mientras esperaban que apareciera Camila.

—Solo comeré una ensalada, imagínate que Aarón tenga amigos igual de calientes que él, dios no quiero lucir una pansa hoy, no no no, me rehúso. —dijo Daniel mientras revisaban el menú del restaurant.

—¿Camila nos vera acá? —preguntó Zach hambriento.

—Si, dijo que llegaría en unos veinte minutos, que le pidiéramos una ensalada también. —repsondio Daniel.

Zach no quería demostrarlo, pero estaba ansioso por la fiesta de esta noche, lo veía como una oportunidad clara y relajada para tratar de conversar con Aarón en un ambiente que era propio de ellos. Su madre le había pedido encarecidamente que no bailara mucho y que tratara de no beber demasiado alcohol debido a las medicinas que tomaba para el dolor de la pierna, así que tomando ese compromiso Zach logró convencer a su madre de que todo estaría bien.

—Lo siento, está ocupado... —dijo Zach, al ver que una anciana se acercaba a sentarse en el tercer asiento en la mesa de él y Daniel.

—¡Camila! —gritó Daniel.

—¡Daniel! —gritó la anciana abrazando a Daniel.

Si, efectivamente el rostro de Zach fue tan patético como su intento de dejar de pensar en Aarón. Camila tenia mas de sesenta años, era pequeña, con una melena canosa, y varias arrugas alrededor de sus ojos, además de una forma de vestir bastante peculiar; muy juvenil para su edad.

—Zach, ella es Camila, Camila él es Zachary; mi amigo del alma. —dijo Daniel presentándolos.

—Ca-camila, un gusto, perdón por lo de antes... —dijo el pelirrojo poniéndose de pie y dándole un abrazo a la mujer.

—No seas idiota, estoy acostumbrado a esa expresión en el rostro de la gente cuando ven como me visto —soltó la anciana riéndose mientras tomaba asiento. —Entonces ¿a que hora será la fiesta? Hace un buen rato que no muevo el esqueleto.

—¿El esqueleto? —preguntó Zach riéndose junto con Daniel.

—Me encanta esta mujer. —dijo Daniel.

—¿Cuándo fue la ultima vez que saliste Camila? —preguntó Zach.

—Pues creo que antes de ayer, pero no recuerdo mucho ¡me emborraché tanto que hasta perdí mis calzones! —dijo la mujer riéndose junto con Daniel.

Zach solo sonrió. Camila era una anciana, y Daniel un idiota, pero era su amigo; un baúl de inesperadas revelaciones. Daniel era una caja de sorpresas y con Camila a su lado, parecía que había encontrado a su alma gemela.

—Los chicos dijeron que traerían las cervezas en una hora más, y los demás tragos están en la nevera. —dijo Vicente ayudando a Aarón a guardar las cosas más frágiles de la casa en el cuarto de sus padres.

—Asegúrate de ir a comprar al supermercado la carne para el asado, y trae mas cosas para comer. Vicente me cambiaste todo el panorama, te dije que debían ser pocas personas. —dijo Aarón moviendo una pesada lampara de cristal a la habitación de sus padres.

—Solo vendrán como sesenta o ochenta personas Aarón, no más que eso.

Y Asi fue, no mas de ochenta personas repletaban la enorme casa de Aarón a las once de la noche, con música electrónica, chicos y chicas bailando en los patios de la casa y en el interior de esta, algunos ya yacían en el suelo vomitando y Aarón estaba entrando en desesperación porque gracias a Vicente, todo comenzaba a salirse de control.

De la A a la Z leería tus grietas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora