CAP 3: Leyendas

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POV HIPO

En todos sitios tienen mascotas. Hay gente a la que le gustan los caballos, a otros los perros. A mí por ejemplo me hubiese gustado tener un gato cuando vivía con mi padre. Sin embargo, el objetivo de la gente de este pueblo era tener... DRAGONES.

Sí, la leyenda decía que desde hace años por allí cerca se encontraba la zona donde descansaban los dragones, esperando a que alguien los encontrase para ponerse a las órdenes de su descubridor. Era una leyenda que yo ya conocía, la había leído en unos libros cuando aún vivía en América. Al parecer aquí si creían que fuese real, y se dedicaban exclusivamente a buscar dicha localización para encontrarlos, por eso poseían armas y armaduras que hasta ahora creí que sólo tenían los soldados de las Colonias. A pesar de que me parecía una historia fascinante, para mí sólo significaba eso, una historia, pero irreal; pensamiento que compartían tanto Heather como los gemelos, por lo que continuamos sin siquiera pasar una noche allí. Continuamos encontrando pueblos parecidos hasta que nos topamos con uno aún más sorprendente. Se encontraba en la costa, fue el primer y único pueblo que afirmaba que la ubicación de los dragones era en pleno mar, por lo que poseían una flota enorme y resulta que hacían expediciones en las que se quedaban en alta mar durante meses, no les importaba, desde el primer momento podías apreciar que estaban dispuestos a lo que fuese para encontrar a los dragones. Y era cierto, a pesar de la tecnología, tanto el cielo como el mar eran terrenos imprevisibles y ellos ya habían sufrido cientos de bajas, pero continuaban, daban su vida por hacerse con el control de las míticas criaturas. Sin embargo, no eran nada comparados con su líder Drago Manodura, un hombre enorme, despiadado con sus propios seguidores y con el que tuve la fortuna de encontrarme sólo una vez durante la semana que nos tuvimos que detener allí por necesidad y aún más suerte tuve porque no habló conmigo ni con ninguno de los chicos, era un hombre realmente intimidante. Por azares del destino, una semana después de abandonar el pueblo de gente que mataba y moría por conseguir a los dragones, nos encontramos nosotros con uno sin buscarlo.

Era una criatura asombrosa, completamente negro, con unos ojos verdes fascinantes y unas pupilas verticales realmente amenazantes. En ese momento estábamos alejados del coche y en mitad de un bosque, los chicos se pusieron detrás de mí como si yo fuese a impedir que si nos atacaba, les hiciese algo a ellos.

-Hipo??? - me preguntó Heather esperando que tuviese alguna idea para salir vivos.

-Id avanzando poco a poco hacia atrás, sin movimientos bruscos y no le miréis directamente - respondí lo único que se me ocurrió, no tenía ni idea de qué hacer. Con esas indicaciones empezamos a alejarnos poco a poco del animal, pero en cuanto se dió cuenta, empezó a avanzar hacia nosotros para que la distancia fuese siempre la misma.

-Creo que no está funcionando amigo - dijo Brutacio lo obvio.

-¿No me digas genio? - le respondí con sarcasmo y de mal humor por decirme lo que yo también veía pero sin aportar nada útil - ¿Y qué sugieres? - le pregunté sabiendo que no tendría ninguna sugerencia que nos pudiese ayudar.

-Yo voto porque te dejes comer mientras nosotros huimos - me respondió.

-¡Brutacio! - le reprendió Heather enseguida.

-En realidad no es tan mala idea Heather - respondí ya que Brutacio me había dado una idea.

-¿Hablas en serio Hipo?¡No te voy a abandonar aquí! - me gritó mientras seguíamos retrocediendo.

-Escúchame, cuando os diga, os dais la vuelta y os marcháis corriendo, mientras tanto yo activaré la moto y le distraeré para que podáis llegar al coche. Puede salir bien, y si no es así, al menos vosotros saldréis con vida - dije intentando calmarla y que me hiciese caso.

La CatástrofeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora