CAP 28: La ayuda perfecta

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POV HIPO

Nos quedamos un momento recostados en el suelo, notaba mi espalda ardiendo por el aterrizaje en el asfalto, no había sido el mejor día para saltar de un camión en marcha justo cuando no llevaba mi armadura y sólo llevaba ropa normal que no me había protegido de nada. De hecho, apostaría porque la camiseta estuviese rota ahora mismo.

Me levanté con cuidado del suelo para no forzar mi espalda pero aún así dolía. Fui tanteando la espalda con mis manos y junto con la molestia que sentía confirmé que la parte más afectada era la parte alta de las espalda, llegando a los hombros. Sin embargo dejé eso de lado cuando de reojo vi que Astrid seguía tumbada. Me giré por completo hacia ella para ayudarla pero me encontré con una expresión de dolor en su rostro, tenía la respiración muy acelerada y justo después localicé el motivo.

Una rama de un tamaño considerable se había clavado en su muslo, casi a la altura de la cadera. Me agaché junto a ella ignorando el ardor de mi espalda. Estando arrodillado junto a ella la sujeté una mano y con la otra hice que girase su rostro.

-¡Astrid! Mírame. Astrid, por favor, abre los ojos y mírame - después de un par de segundos movió los párpados, los abrió y me miró a los ojos - ¿Estás bien? - justo después de preguntarle pude observar entre la expresión de dolor, unos ojos que me decían: "¿En serio acabas de preguntar eso?". Pero ambos sabíamos a lo que me refería. Obviamente no estaba perfectamente, pero quería saber si el dolor era soportable. Al final me respondió asintiendo ligeramente con la cabeza.

Tras su respuesta, me concentré en la rama y en la herida. No podía saber la longitud exacta de la rama y cómo de dentro se había enterrado en su pierna, aunque juraría que no parecía una herida muy profunda, sin embargo si era una rama gruesa, así que la herida sería grande, posiblemente saldría mucha más sangre ahora si retiraba la rama, además de que la herida se podría hacer aún más grande. Ni siquiera tapar la herida con parte de mi camiseta u otra tela frenaría el sangrado. La miré y se lo dije:

-No puedo retirar la rama, tengo que esperar a que encontremos un sitio para curarte - lo entendió perfectamente, sus ojos a pesar de reflejar un poco de dolor, seguían mostrando la determinación que siempre tenía - bien es hora de buscar un sitio, tenemos que ser cuidadosos con la gente, si hemos saltado en el momento correcto, trabajarán para Drago - asintió e hizo el amago para levantarse, pero ni siquiera la permití intentarlo, puse una mano en su hombro y la frené de que hiciese un intento en vano - ¿qué crees que haces? No te pienso dejar andar así.

-¿¡Qué!? ¿Y cómo esperas que lleguemos a ningún lado? - aún con lo que ya conocía de ella, me sorprendía que se sorprendiese de lo que le había dicho y por supuesto me seguía sorprendiendo lo testaruda que era.

-Tú me ayudaste con la bala, yo te ayudo ahora. No puedes andar así, empeoraría la herida - me dispuse a cargarla pero me frenó apartando mis manos de su cintura y su cuello.

Justo en ese instante se me ocurrió una pequeña idea que esperaba que ayudase. Retiré mi cinturón de los pantalones aprovechando que en ese momento actuaban más de adorno, se lo mostré y le conté lo que iba a hacer.

-Por ahora déjame que lo ponga en tu pierna, eso debería reducir un poco la sangre que llegue a la herida.

-De acuerdo - en cuanto lo dije me puse manos a la obra, aunque lo hice con todo el cuidado posible, no me llevó mucho tiempo, y cuando estaba terminando de ajustar el cinturón, Astrid volvió a hablar: - pero ni pienses que voy a dejar que me cargues.

Lo que no ella no sabía, es que yo ya estaba preparado para hacerlo. Asentí para que se relajase, y una vez con el cinturón asegurado formando la suficiente presión, me moví rápidamente y la levanté un poco. Soltó una exclamación ahogada, pero yo había conseguido pasar una mano por debajo de su cuello, y la otra la había dejado por debajo de sus piernas al ajustar el cinturón, así que Astrid no pudo evitarlo, en un abrir y cerrar de ojos estaba en el aire.

La CatástrofeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora