CAP 14: Imprevisto

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POV ASTRID

Después de cenar cada uno nos marchamos por nuestra cuenta para descansar. La mañana pasó inesperadamente tranquila, los jinetes no habían llegado con los dragones, pero tampoco era necesario porque hicimos exactamente lo mismo que el día anterior: entrenamiento cuerpo a cuerpo con la intención de seguir mejorando los nuevos movimientos que la mayoría descubrían por sí mismos y la verdad es que se empezaba a ver avances (en mayor o menor medida, pero menos era nada).

Al terminar nos acompañaron para comer de nuevo en la cafetería del cuartel mientras la conversación se redujo a Patapez preguntando más cosas sobre los dragones y una vez finalizada la comida, nos llevaron con los dragones. Sin embargo, cuando dijeron que íbamos a volar yo me negué rotundamente utilizando la excusa que había adelantado ayer: que estaba ocupada, pero Hipo demostraba una vez más que parecía conocerme demasiado.

-Bueno, como lo prometido es deuda, ¿vamos a dar una vuelta con los dragones? - preguntó Heather después de que Patapez apreciase de cerca y durante un buen rato a los dragones.

-Nada me gustaría más - le respondió Patapez sin dudarlo.

-¿No le tienes miedo a las alturas? Puede que no sea un simple viaje - le dijo Heather retándole, pero una sonrisa la delataba.

-Me arriesgaré, como dijo Hipo, no os beneficiaría un "accidente" con alguno de nosotros.

-Vaya, aquí alguien sabe usar las palabras, me gusta.

-En fin, como dije ayer, yo no puedo pero pasadlo bien e intentad que Patapez venga de una pieza - dije interrumpiendo su pequeño duelo de miradas.

-Pero Astrid, por qué no? Conozco tus actividades habituales, puedes dejarlas para otro momento - me recriminó Patapez.

-No puedo, fin de la conversación - al decir eso comencé a abandonar el lugar, pero antes de alejarme lo suficiente oí hablar a Hipo que hasta ese momento se había mantenido en silencio.

-Heather, que Patapez vaya contigo en Cizalladura y os acompañen los gemelos, yo voy en un momento, voy a guardar bien todo lo importante.

-De acuerdo, ahora nos vemos - le respondió la pelinegra. Yo por mi parte seguí el camino, aunque sospechaba lo que iba a pasar en cualquier momento.

De hecho, ese momento tardó muy poco en llegar, enseguida oí un sonido con el que me estaba empezando a familiarizar: el ruido del furia nocturna - no voy a ir Hipo, ya os lo he dicho, tengo cosas que hacer - dije sabiendo que estaban justo en mi espalda y cuando terminé de hablar, su compañero aterrizó delante mía con Hipo sobre la silla con una ceja alzada.

-¿De verdad crees que me voy a creer eso?

-Cree lo que quieras, es lo que es.

-Precisamente eso te lo debería decir yo a ti - me respondió - ¿acaso Patapez tampoco lo sabe?

-Claro que lo sabe, a alguien se lo tenía que contar.

-Ahí no parecía que lo supiese.

-Enhorabuena, has descubierto que para ocultarselo a los demás hacemos como si no lo supiésemos - le dije con sarcasmo.

-¿Y crees que alguno de mis compañeros te juzgaría? Pensaba que ya te habíamos demostrado que no compartimos personalidad con los idiotas de por aquí. Ahora te voy a pedir que respondas a una pregunta muy sencilla, ¿quieres subir por las buenas, o te vuelvo a secuestrar? A mi no me importa, las dos me gustan - una sonrisa apareció en su cara, se lo estaba pasando muy bien a mi costa.

-Una vez me puedes pillar desprevenida, dos nunca - saqué la espada que estaba enfundada en mi cinturón, obviamente no pretendía hacerles nada, pero rogaba porque de esa forma me dejasen tranquila al menos por una vez.

La CatástrofeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora