3. De vuelta a casa

1.3K 88 12
                                    

/KEITHAN LOWER/

Entonces...no recuerda nada- comentó Tyler a través del aparato, la noticia lo había afectado, su hermana, aquella pequeña niña a la cual siempre protegió y que aún deseaba proteger a pesar de sus oposiciones, se encontraba tendida en una cama sin la mínima idea de quien es, y él no podía hacer nada.

-Lamentablemente así es, hazme un favor, cuando Jayden despierte cuéntale lo que te he dicho, claro de una manera que un niño de cinco años pueda entender-

-No te preocupes, así lo haré, ¿a qué hora regresan?-

-Salimos a las once de la mañana de acá, el viaje son dos horas así que llegaremos a más tardar a la una y media, tengo que irme, la enfermera quiere que firme unos cuantos papeles, nos veremos mañana-

Caminó hacia la enfermera algo exhausto, le dolían los hombros y la espalda por la incomodidad con la que había dormido la noche anterior, estaba agradecido porque aquella sería la última, guardaba la esperanza de que al llegar a casa Ailani empezaría a recordar, pero según el doctor lo mejor era llevar las cosas con lentitud.
Después de terminar con los papes desplomó su cuerpo en una de las sillas que se encontraban en la sala de espera, ocultó su rostro entre sus manos apoyando sus codos contra sus muslos, se mantuvo en esa posición por unos minutos, tratando de asimilar todo por lo que estaba pasando, de cómo sería para su hijo entender que su madre desconoce su identidad y ha olvidado el ser madre, el cariño que por tanto tiempo había mostrado para su familia.
-Dios, ayúdanos- murmuró para sí mismo.

/AILANI KEIN/

Miraba a través de la ventana de la habitación, el cielo era cubierto por un manto azul, con estampados blancos y una curiosa esfera que resplandecía en lo más alto, era un día esplendido. Sintió curiosidad por conocerse, quizás al admirarse en un espejo reconocería esas facciones plasmadas en su semblante, pero nada sucedió al mirarse en el espejo del baño, solo vio un rostro pálido, con algunas heridas en él, una en la comisura, cerca del labio, tenía algunos raspones en la frente y debajo del parpado una pequeña cortada. Le agradaban sus ojos, eran azules, aunque sentía que había perdido algo de ellos, no sabía que, los observó detenidamente, tratando de encontrarlo, pero ya no estaba ahí...

-Luzco horrible- susurro.

-Sólo en las mañanas en el instante que te levantas según tú, porque para mí estas bella hasta cuando llevas un moño en el cabello, tu crema para el rostro, mientras limpias con tus shorts y alguna camiseta mía puesta- comentó Keithan detrás suyo. El baño era muy pequeño para dos personas, así que se encontraban apretados, su piel estaba muy cerca de la suya.

-Estoy segura que con cualquier otra apariencia luciría mejor que con esta-

Keithan colocó su barbilla en el hombro izquierdo de Ailani, ella podía sentir como su barba raspaba como lija, él hizo un leve movimiento provocándole algunos cosquilleos en esa zona.

-Aún así me gustas- el cálido aliento de aquel hombre corrió por su cuello, empezó a sentirse perturbada por su presencia, se dio vuelta para poder salir del baño quedando frente a él, tan cerca de su cuerpo, tan cerca de sus labios, que crueldad, en aquel momento tenía los labios totalmente resecos y justo delante suyo estaban aquellos húmedos y apetecibles labios. ¿Cómo podía tener esos pensamientos por un desconocido? «No seas tonta, es tu esposo es normal, del cual no sabes nada»
se decía mientras seguía allí sin moverse.

Keithan abrió la puerta y tomó su mano sana y la llevo hasta la cama, ambos tomaron asientos, él sacó del bolsillo de su pantalón su billetera y extrajo de está una fotografía, donde estaba ella, sentada muy sonriente, en sus piernas un niño moreno muy parecido al hombre que estaba a su lado en ese momento.

-Él es Jayden, nuestro hijo.- Ailani tomó la fotografía y la admiró detenidamente.

-Es un niño precioso, ¿cómo es posible que una madre olvide a su hijo?-

Keithan permaneció en silencio, su esposa parecía tan frágil, el viento más leve podría derribarla, deseaba tomarla entre sus brazos, protegerla de cualquier mal, amarla sin limites, no podía despegar sus ojos de ella, ni su mente, las 24 horas del día ella estaba ahí, pero ahora veía una distancia entre los dos y no podía romperla así de súbito, aunque esos eran sus verdaderos deseos, debía controlarse, no asustarla y contenerse a pesar de sus deseos. Sus ojos se humedecieron nuevamente, las lágrimas desobedecieron sus órdenes y salieron a flote, descendían por sus mejillas desembocando entre sus labios. Alguien o algo oprimían su corazón, provocándole el mayor sufrimiento que antes nunca había experimentado. Ailani solo lo observaba, de un momento a otro había empezado a llorar, quería tomarlo entre sus brazos y consolarlo sin entender la razón, desde un principio creyó que él era alguien fuerte, pero ahora sólo era un hombre, el cual anhelaba otros brazos donde llorar sin tener que ser juzgado por ser débil. Keithan dejó caer su cabeza entre las piernas de  Ailani, ella ignoraba que debía hacer.

-¿Qué haría Ailani?-preguntó.

-Solo quédate ahí, déjame asegurarme que no te he perdido por completo... que entre los dos encontraremos la manera de volver a casa... Te demostraré qué hay recuerdos que son para siempre—

Con dudas deslizó su mano izquierda y acarició su morena cabellera, el cerró los ojos en aceptación de esa caricia, y así permanecieron por unos minutos, dejando a un lado el tiempo, solamente conquistando el presente.

Todo estaba listo para que Ailani abandonara el hospital, estaba ansiosa por salir de aquellas cuatros pálidas paredes en las que estuvo encerrada, ya sin el vendaje puesto apreció la suave brisa, la cual la acariciaba con sutileza, llevaba un vestido rosa claro, adecuada para esa época, el cual había comparado Keithan en la tarde del día anterior. Su única dificultad es que el yeso la molestaba, pesaba demasiado, pero debía de tenerlo consigo por un mes. Se despidió de las enfermeras agradeciéndoles por sus atenciones, lo mismo hizo con el doctor Blade, no lo volvería a ver porque esté se comunicó con un colega suyo que reside en Paris para que no tenga que hacer tantos largos viajes para los chequeos que debía hacerse, al despedirse entró al auto, tomando asiento en el sillón del acompañante de conductor, donde ya su esposo la esperaba con el auto encendido, observó en la parte trasera el bolso de él y a un lado el peculiar muñeco que había visto a orillas de la cama. El viaje transcurrió de manera tranquila y silenciosa, algunos intercambios de palabras como: —"¿Quieres que ponga la radio?"- decía Keithan . —"No, si tu no quieres claro" – contestaba Ailani . —¿Te sientes bien?- solía él preguntar cada media hora, y ella afirmaba con un leve movimiento de cabeza. Alguna que otra mirada de reojo de parte de la rubia hacía su esposo, esquivando los ojos de él cuando pensaba que ella lo estaba mirando. Los nervios invadieron su interior al escuchar decirle —"Estamos llegando"—. Ignoraba con que se encontraría, no reconocería a nadie, cuando Keithan se estacionó frente una casa de color  azul de dos pisos, las luces de la parte de abajo estaban encendidas, podía vislumbrar algunas personas que conversaban entre sí dentro de la casa, su corazón empezó a latir más deprisa, el hombre que estaba a su lado la miraba, colocó su mano derecha en la de ella y la apretó suavemente, y sonrió, una sonrisa que le transmitía tranquilidad y seguridad, no tuvo que decir nada para que ella tomara las cosas con mayor calma, él salió del auto y abrió la puerta del lado de ella para ayudarla a salir, después sacó el equipaje y el muñeco que se encontraban en la parte trasera del auto. Keithan adelantó varios pasas, pero se fijó que Ailani seguía junto al auto sin moverse, él le ofreció su mano y ella la aceptó, se aproximó un poco más a ella y le susurró en el oído —"No te preocupes, todo estará bien".— Escucharlo fue intensivo, esas palabras le resultaban familiares, pero no sabía de donde, aún así sonrió por primera vez y Keithan apreció la delicada forma que los labios de ella habían optado, al llegar a la puerta se detuvieron.

-¿Estás lista?-preguntó

-S...si-titubeó ella.

━━━━━━⊱✿⊰━━━━━━

Unidos sin Recuerdos (UNIDOS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora