8. Confesiones, celos y sueños

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/KEITHAN LOWER/

Keithan tomó uno de los almohadones de la cama y se lo colocó en la cara para disminuir el grito y luego lo lanzó contra el suelo con una rabia mayor con la que corre el agua en una cascada.

Cenaron entorno a un incomodo silencio, Jayden se notaba triste porque pensaba que aquella actitud de sus padre era por su causa, así que cuando terminó se disculpó con ambos.

-No tienes porque disculparte, no tienes la culpa de nada- decía Keithan con suavidad, y Jayden estaba sentado en sus piernas.

-¿No la tengo?-

-Para nada- dijo Ailani y acarició la mejilla de su hijo. Ya aliviado de aquella idea se fue a su habitación a jugar un poco antes de que llegara la hora de dormir.

-Ven- dijo Keithan tomando la mano de sana de la rubia. -prometí enseñarte la casa y así lo haré.-

-No es necesario- intentó soltarse, pero Keithan no lo permitió.

-Soy un hombre que cumple sus promesas- y la dirigió hacía una puerta que se encontraba al fondo, después del baño. —Este es el despacho donde sueles trabajar hasta tarde.-
No era muy grande, solo contaba de un pequeño escritorio, una computadora y un sofá de color negro.

-¿Te gusta el sofá?- preguntó. -Ahí hemos hecho el amor unas incontables veces, aquellas noches que bajo a buscarte para que dejes cualquier cosa qué haces.- No pudo evitar reírse de ese comentario y sonrojarse a la vez.

-No tienes por que dar tantos detalles-
Keithan la sujetó de la cintura.

-Te daré todos los que quiera...no importa lo roja que te pongas- esto último lo susurro de forma sensual y muy cerca del oído de su esposa.

Así comenzó su recorrido por la casa, él le presentó de forma muy formal y seductora todas aquellas esquinas, paredes, y parte del suelo donde hubieran entrelazado sus piernas y sus ingles, y con una descripción excepcional de cada uno de sus movimientos y como ella lograba despertar todo el barrio con sus gritos y gemidos. El rostro de la rubia se podía camuflar entre un campo de rosas rojas.

-Y por último la habitación de Jayden- bajo un poco la voz al darse cuenta que su hijo yacía dormido en el suelo.

-Por lo menos su habitación se ha salvado- dijo Ailani casi en un susurro.

-No lo creas no, el verano pasado mientras estaba de vacaciones con mis tíos, tu muy bien que disfrutaste aquel día cuando llegue del trabajo y estabas recogiendo su ropa sucia solo usabas una remera y braga.

-Shhhh...- decía ella con un dedo en la boca. -vas a despertarlo.-

Con extremo cuidado Keithan le colocó un pijama y lo acostó en su cama, iba a arroparlo cuando Ailani lo detuvo.
-Déjame a mí- Keithan se recostó en la puerta observando como su esposa de una manera tierna arropaba a su hijo y besaba su frente.
—sueña con los angelitos- Apagó la luz y ambos salieron de la habitación.

-Se me olvidó comentarte, hoy en la tarde hablé con el doctor Blade- comentó Keithan mientras bajaban a la cocina, pues aún no habían recogido los platos sucios.

-¿Cómo está?-

-Bien, me dijo quien te atenderá y para mí fue una sorpresa saber quien era, pues no sabía que había regresado, es un viejo amigo, más tuyo que mío- hizo una mueca con los labios al decir esto último.

-¿Quién?-preguntó interesada.

-Aiden Woodler- al parecer aquel hombre estaba dispuesto por atravesarse en su camino. -tú lo conocías desde la escuela, es el hermano mayor de tu jefe, y mis padres tenían negocios con sus padres hace mucho tiempo, pronto lo conocerás.-

Unidos sin Recuerdos (UNIDOS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora