Escapando del pasado.

Capítulo 11

El peliblanco terminó de pagar dos botellas de agua de un litro.

Se dio vuelta y se dio vuelta que no estaba Elsa, maldijo en bajo y apresuró su paso para salir.

Cuando lo hizo, se giró de un lado a otro en busca de la chica. Cuando estuvo a punto de gritar su nombre ésta le llamó.

-Aquí estoy -Dijo desganada.

Jack la miró sentada en la banqueta mientras rascaba con cuidado sus manos.

-¿Por qué no esperaste dentro? -Preguntó caminando hasta ella.

-Porque dentro está tu entrometida vecina -Dijo señalando con su pulgar hacia el interior.

El ojiazul entendió aquello, pues a él también le fastidiaba su vecina que en todo chisme estaba presente.

Dio un paso para darse vuelta y sentarse junto a la platinada, le tendió la botella frente a ella para que la tomara.

Cuando lo hizo miró sus vendas.

-Cúbrete tus brazos.

Jack dejó su botella para tomar la manga del brazo de Elsa para recorrerla hasta su muñeca.

-Me suda la piel.

-Regresando puedes quitarte la sudadera por lo tanto, si no quieres a la vecina chismosa encima de nosotros, cúbrelas.

Acarició el siguiente brazo de la platinada cuando deslizó su manga. Elsa sintió los dedos fríos de Jack cuando lo hizo, aquella sensación le pareció agradable, pero viniendo de él detestaba aquello.

Tomó su botella para abrirla, pero al cerrar su puño gesticuló dolor y se detuvo debido a que sus dedos le acalambraban si hacía fuerzas.

El peliblanco se dio cuenta de aquello, le tendió la mano para que ella le diera la botella y ser él quien se la abriera. Y de un movimiento lo consiguió.

Ella le agradeció para beber de ella.

Anduvieron unos minutos después más al camino, pasaron árboles y césped lleno de hojas secas anaranjadas y marrones.

Se detuvieron de nuevo en un centro de parque donde había un quiosco con área de juegos en donde habían algunos niños acompañados de sus padres.

Había un puesto de manzana acarameladas y también helados junto a uno de fruta cortada acompañadas de chile en polvo y limón.

-No está tan abandonado esta parte donde vives -Opinó la mujer al ver a las personas caminar de un lado a otro.

-No, es seguro toda esta colonia.

Un perro de raza pastor alemán corrió frente a ellos después de que una pelota de tenis revotara a su lado.

Ambos avanzaron a una mesa de picnic libre bajo los árboles, ahí la platinada se sentó con la mirada al frente donde los niños corrían y gritaban.

-En la semana tengo que ir al trabajo -Dijo Jack sentado frente a ella.

-Claro, yo te espero y revisaré en qué le ayudo a mi tío.

-Llévate tu computadora, no te dejaré sola en casa.

Elsa resopló sus labios para mirarle a sus ojos.

-Va a hacer difícil que confíes en mí ¿cierto?

-Cierto, y además no se trata de confianza, tienes que estar bajo mi cuidado.

-Podría decirle a Aster que venga.

-No pienso dejarlos solos en mi casa -Jack miró hacia otro lado.