Capítulo 12

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La semana transcurrió a que la platinada estaba mucho más tranquila, había bebido los medicamentos para reducir el dolor de sus brazos y no fueron necesarios los antidepresivos.

El peliblanco estuvo organizando algunos interrogatorios que ya se habían hecho, tenía que pasarlos a digital para después ser impresos.

Este día Jack y Elsa salieron rumbo al trabajo del peliblanco. Manejaron al centro de la ciudad desde temprano.

La chica en todo el transcurso se había quedado dormida en el asiento de copiloto. En un semáforo se detuvieron frente a la luz roja, haciendo que él se girara a verla.

Su cuello se estaba inclinando demasiado hacia el vidrio mientras su brazo lo usaba como almohada.

El ojiazul miró hacia el semáforo aun en rojo para regresar y estirarse a tomar un suéter que dejó en los asientos traseros y así acercarse a ella.

-Elsa -Le murmuró -Te vas a lastimar el cuello y la herida de tu brazo si haces presión.

Ella gruñó en respuesta a que no quería moverse, pero Jack le pasó su mano por la nuca de la mujer teniendo cuidado de no jalar su cabello para acomodarle el suéter detrás.

-Gracias -Murmuró sin haber abierto sus ojos para seguir durmiendo.

El volvió a acomodarse en su lugar para mirar el rostro de la mujer dormida. Identificó el cambio de luz roja a verde para acelerar y seguir con su ruta.

Siguieron algunas calles hasta llegar a unos edificios altos, con jardines grandes y amplios rodeándolos y estacionamiento. Para entrar Jack sólo debía decir su nombre y número de tarjeta de empresario.

Mientras manejaba con una mano con la otro le removió el hombro a Elsa sin perder de vista el camino.

-Ya despierta, llegamos.

-¿Te puedo esperar en el auto?

-No, vente.

Jack salió primero cuando se estacionó. Rodeó el auto para abrir la puerta de Elsa y ofrecerle su mano.

Ella la aceptó para salir mientras tallaba su ojo con su otra mano.

La miró con su cabello ligeramente despeinado, por lo que con su otra mano le intentó peinar algunos de sus cabellos.

-Dime que trajiste un cepillo.

-Entonces no te digo nada ¿Me veo muy despeinada?

-Poquito.

Después siguieron caminando juntos hasta la entrada. Elsa mientras caminaba se llevó a peinar su cabello en una trenza francesa.

-Buenos días -Saludaron a la mujer de recepción.

-Buenos días Frost, ah identificación por favor -Se refirió a Elsa.

Ella se acercó para registrar su nombre. Jack miró cuando comenzó a escribir su nombre y tuvo que recordarle a ella y a sí mismo que están casados.

-Elsa Frost -Habló tanto para que Elsa le escuchara como la recepcionista – Ella es mi esposa.

-Un placer señorita Frost.

La platinada sonrió y siguió escribiendo la hora de su llegada.

Caminaron hacia el ascensor dejando atrás la recepción.

-Esposa – Ella le sonrió cuando las puertas se cerraron – Gracias por recordármelo.

El le sonrió de lado de labios mientras apoyaba su hombro contra la pared sin decirle nada. Cuando las puertas se abrieron, ambos salieron en dirección a una oficina en la que había una secretaria.

Escapando del pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora