Mi Origen |Chrisdiel|Joerick| Terminada

13

—¡Lo encontré, Zabdiel! —grita el rizado con emoción.

—¿A Erick?

—Si.

—Yo me encontré con Christopher —sonríe— por fin pude ver a mi nena, ya esta grandecita.

—Si, Dylan también esta grande que incluso hace renegar a su padre.

—Necesito sabe donde vive para poder acércame a él e incluso a mi hija, puedes creerlo que Christopher no le dijo nada acerca de mi, ella no conoce nada de su otro padre.

—Los recuperaremos, estoy seguro de eso, pero mejor vayámonos que Richard debe estar renegando por que nos demoramos.

Los dos chicos agarran sus cosas y se retiran.

—Se encontraron —susurra Jessica a su amiga.

—Tenemos que ver donde viven ellos, apresúrate —sale corriendo para tomar un auto.

Cuando ambas chicas suben al colectivo, Gwen le indica que siguiera al auto.

—Con que aquí viven —susurra Jessica, bajando del auto.

—Es nuestra oportunidad para tener mas confianza con los niños, al terminar el mes, tenemos que hacer que nos tengan confianza.

Ambas chicas se retiran.

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—Dylan, lávate las manos que vamos a comer.

—Si,  vamos Layla —jala a la pequeña niña para lavarse.

—Si.

Lo dos niños corren  hacia el lavadero, dejando a sus padres servir la comida.

—Oye Dy —el rizado la mira— ¿tu tienes alguna marca?

—¿Por qué? 

—Yo tengo unas garras en mi espalda.

—Yo tengo unos colmillos —levanta su polo, dando la mostrar la dichosa marca— ¿Cómo se ve?

—Es muy bonito —sonríe.

—¿Puedo ver el tuyo?

—Si mi.. —antes de que le respondiera, Christopher los llama para que apresuran a bajar— después te lo muestro.

Ambos niños bajan riendo, entrando al comedor.

—¿Qué causa tanta gracia? —ríe el ojiverde.

—Dylan tiene colmillos en su espalda.

Al soltar eso Layla, los dos mayores se miran asustados, pero decidieron comer sin decir nada mas.

Todos los días eran iguales par a Christopher y Erick, siempre se sentían acosados por los lobo, pero algo que notaban en sus hijos eran que llegaban con regalos y cada vez que les preguntaban por quienes les habían dados esos regalos, esquivaban la pregunta.

—¿Acaso le regalas cosas a tu hijo sin consultarme? —susurra el ojiverde, mirando enojado al lobo.

—Yo no le estoy regalando nada Erick, a la justa conversamos porque siempre sale corriendo a no se donde.

—Le están obsequiando regalos y cada vez que le pregunto, me esquiva.

—Seguro su amigo se lo regala, no te preocupes tanto —acaricia su mejilla.

—Joel, ya hablamos de eso —susurra.

—Se que me amas, bebé —lo agarra de la cintura— al igual que yo.

—Mi hijo.

—Nuestro hijo  —susurra cerca a su oreja— es nuestro hijo, el fruto de nuestro amor.

—Joel.

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Con Dylan

—Gracias profesora —sonríe el rizado al recibir un skate, junto a un nuevo mando de juegos— no entiendo porque hace todo esto.

—Porque te quiero —ríe— te veo como si fueras mi hijo.

—¿Okey? —lo mira confundido, pero vuelva a sonreír, agradecido por los regalos— ya me voy, mi papá debe estar buscándome, adiós.

—Dylan —el niño voltea a mirarla— recuerda que es un secreto.

—¡Si!

Cuando el niño se va, Jessica sale a buscar A Gwen, aunque sabia que estaba con la niña.