—Muchas gracias por avisar, estaré allí a primera hora. Que tenga buenas noches. —Colgué la llamada ligeramente nerviosa, dejé mi teléfono a un lado y volví a la mesa para terminar mi comida. Víctor se mantuvo un silencio durante un rato, pero cuando levanté la mirada me topé con la cara que siempre ponía cuando esperaba saber algo—. Era la secretaria del doctor Peña, dice que quiere verme mañana, que necesita discutir algunos asuntos académicos conmigo.
—Oh... ¿necesitas ayuda con eso? Puedo llamar a alguien para que se encargue de que todo esté bien.
—No, todavía no sabemos qué quiere y creo que es apresurado sacar conjeturas. Solo espero que Anselmo no tenga nada que ver con esto.
El chico asintió y terminamos de comer en silencio, por puro respeto a mi ánimo perturbado. Tuve un sueño bastante accidentado, a la mañana siguiente estaba luchando por tapar mis ojeras con la miserable cantidad de corrector que me quedaba en el tubo, Víctor lo notó y se acercó hasta el marco de la puerta del baño con su tarjeta en la mano.
—Tenemos una reunión a las cuatro, ¿por qué no vas y compras lo que necesites? De paso te despejas un poco, ayer sentí que te levantaste como cinco veces. Y quieras creerlo o no, el tubo no tiene un encantamiento de extensión, no sé cuánto más puedas sacarle.
—Payaso. —Murmuré con una media sonrisa—. Planeaba pasarme por Sephora luego de ver a Peña, pero eso ya lo tenía presupuestado. Se me está acabando el polvo compacto y hay unos labiales muy bonitos que he querido probar. —Dije en el mismo tono, como una niña pequeña cuando pedía un dulce y a la vez no.
—No quiero que te preocupes por el dinero, sé lo mucho que te gusta sentirte bien con tu apariencia y me gustaría que dejaras que ayudara con eso, aunque no sea yo el que te maquille. ¿Sí? —Preguntó, extendiendo su tarjeta hacia mí, yo me giré a verlo con algo de reticencia, pero terminé por tomarla.
—Prometo no dejarla en ceros, tal vez deje un peso o dos. —Me despedí de Víctor con un beso, tenía una audiencia en la mañana y de no ser por Peña, hubiera ido a casa de los Pérez para apoyar en lo que se necesitase.
Tomé un taxi porque Víctor tuvo que llevarse el auto, cuando llegué a C.U me di cuenta de que había pasado algún tiempo desde la última vez que estuve allí, nos habían dado chance de terminar las tesis y no era necesario asistir a clases. Tuve que esperar unos minutos sentada frente a la secretaria mientras esperaba que fuera a dar aviso de que ya estaba ahí, puedo jurar que pocas experiencias en mi vida fueron así de incómodas, sobre todo por el fastidioso traqueteo de sus uñas del 5 contra el teclado mecánico de color verde pastel.
—Pase señorita, el doctor la espera. —Me dijo luego de quince minutos que se hicieron eternos. Agradecí su atención y el café que me había servido, aunque estuviera frío y bastante agrio para mi gusto, en mi universidad ni siquiera nos ofrecían tomar asiento.
Peña estaba ordenando unos papeles cuando entré a su oficina, me pidió sentarme y unos cuantos segundos para horadar y archivar los documentos. Y luego me prestó atención, nos saludamos con un apretón de manos y tras un silencio incómodo, decidió hablar.
—El día de ayer tuve una conversación con su director de carrera en Perú, señorita Altamirano. Me expresó lo preocupado que estaba debido a que el Consejo de Alumnos le había informado de su situación en México, y cuando hablo de ello me refiero a todo el tema de la revolución que el señor Hernández y usted vienen organizando y promoviendo abiertamente. El señor rector también está involucrado en esto, y me pidió que hablara con usted para saber qué pretende hacer con su educación, porque ambos sabemos que ahora mismo es imposible que salga del país, a menos que quiera hacerlo en un ataúd. —Peña abrió una caja de cigarrillos sin filtro y me ofreció uno, que terminé aceptando—. Somos sus aliados, señorita, sabemos que podemos parecer unos vendidos, pero si la cité aquí es porque necesito que usted me haga saber si desea quedarse en México o prefiere que agotemos nuestros recursos para hacer que regrese a casa en una sola pieza.
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Memorias del Poder. [#1]
RandomJuntos nos alzamos en medio de la anarquía de una sociedad harta de abusos y corrupción. Caminamos de la mano hasta la cúspide y, con firmeza, nos aferramos al poder. ¿Qué se necesita para que una pareja de mentes brillantes se distinga entre muchas...