El arribo a Ciudad de México no fue un problema para la caravana del líder de la revolución, en la capital tenían tantos aliados como en cualquier otra parte de la República y esta vez fueron los León y sus allegados quienes hospedaron a los Heraldos, él se quedó con Verónica, Isaura, Adrián, Fernando y Diana en la casa familiar; los otros miembros del partido fueron repartidos en los tantos inmuebles que poseía la familia en la capital. Del otro lado del país ya se estaba empezando a movilizar el resto de miembros, con la respectiva carga de armas y refuerzos militares, todo de la manera más hermética.
La mañana siguiente a su llegada Víctor se reunió con los principales líderes de la milicia y representantes de los Heraldos de otros estados y municipios, quienes se desplazaron con la premura que una ocasión como esa ameritaba; los planos de Palacio Nacional fueron conseguidos gracias a un contacto de los León, lo cual permitió iniciar la planeación de estrategias para entrar y reducir a la numerosa seguridad del lugar, además de la organización de los grupos de ataque y la distribución de Heraldos por entrada.
En medio de todo el trabajo estadístico y estratégico, que hacían sentir al posible Emperador "en su salsa", Víctor se percató de la extraña tranquilidad del panorama, más bien de la ausencia de su esposa; en un descanso para comer pudo fijarse que Marina no había leído o siquiera recibido algún mensaje de los que el pelinegro envió. Pero eso no le preocupó demasiado, la pareja había adoptado la costumbre de oxigenar su tiempo juntos cada tanto, no saturándose de mensajes cuando estaban separados.
—El primer grupo debe entrar por la puerta trasera, al igual que el segundo y el tercero... verás, lo que queremos es despejar al menos las dos primeras plantas para poder abrir la puerta principal y lograr que entres, junto a otra escuadra que te cubra, cargando el estandarte con la bandera del Imperio, ¿te imaginas eso en la prensa? En los corazones de la gente, Víctor, me tiemblan las piernas de solo imaginarlo. —Exclamó Isaura, con un brillo encantador en los ojos, le apasionaba tanto la idea que solo bastaba plasmar en su mente la imagen de ese momento, y claro, el abogado no era ajeno a ese sentir—. Claro que si ellos caen, debes poder defenderte sin problemas y cuidar tu vida a toda costa, se lo prometí a Marina.
El líder dio unas palmaditas cariñosas en el hombro derecho de aquella mujer, sonriendo ampliamente a su rostro lleno de expectativa, volviendo a su perfecta postura, con las manos detrás de la espalda.
—Estoy seguro de que esto será un éxito, las probabilidades son alentadoras; y si no es así, siempre seremos recordados como un intento de héroes.
Siguieron discutiendo estrategias con el resto de personas presentes en la sala, hasta que se oyó el llamado a la puerta del estudio un par de veces, esta se abrió inmediatamente después; una muy preocupada muchacha uniformada se acercó al grupo sosteniendo un teléfono, específicamente al abogado, y después de saludar a Isaura como se acostumbraba en el contexto militar, se dirigió a Víctor.
—Señor Hernández, lo llama su madre, dice que es urgente.
Tomó el teléfono con un aire de preocupación más que evidente, se disculpó con la gente y se alejó hacia uno de los ventanales del cuarto, con mil y un cosas pasándole por la cabeza.
—Madre... ¿qué sucede? Estoy en una...
—¡Me da igual en qué estés, Víctor! Secuestraron a tu mujer. —Soltó la mujer, con la voz agitada y quebrada.
Algo dentro de su garganta le impidió seguir hablando y casi provocó que soltara el teléfono, de no haber sido porque se aferró al aparato como si su vida dependiera de ello. Existían formas viles de sabotajes, pero el secuestro de Marina fue la gota que colmó el vaso, como si no se hubiera colmado ya con la muerte de Sabrina. La mujer continuó dando detalles, dijo que esa misma mañana habían encontrado cinco cadáveres, pertenecientes a cinco excompañeras de su esposa y una camioneta blindada que pertenecía a la concesionaria de uno de los amigos de Camilo con los cristales y el parabrisas totalmente destrozados.
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Memorias del Poder. [#1]
RandomJuntos nos alzamos en medio de la anarquía de una sociedad harta de abusos y corrupción. Caminamos de la mano hasta la cúspide y, con firmeza, nos aferramos al poder. ¿Qué se necesita para que una pareja de mentes brillantes se distinga entre muchas...