Love (and murder) Story

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A Marina siempre le habían aterrado las iglesias, el arte sacro la ponía más inquieta de lo debido y cuando tenía que asistir a la Catedral por algún evento del coro de la escuela, no hacía más que pensar en escapar de esos horribles muros altos flanqueados por horribles figuras de yeso que la miraban con ojos melancólicos. Pero esa mañana la jornada se había prolongado más de lo debido, ya que la visita de un alto miembro de la comunidad eclesiástica había propiciado que se hiciera la solicitud para que las señoritas de la ilustre escuela de los Blanco siguieran deleitándolos con sus hermosas voces; se suponía que a la jornada iba a seguirle un desayuno mínimamente decente, pero ya eran las once de la mañana y el estómago de la adolescente había empezado a resentir la falta de alimentos. Diana acudió para salvar a su hija de la inanición, le llevó un jugo y un paquete de galletas saladas que la chica devoró a toda prisa mientras su madre examinaba el entorno del lugar; a ella no le disgustaban las iglesias, y la Catedral le parecía excepcionalmente bella.

—Me gustaría saber cuánto cuesta una boda aquí, imagino que no debe ser tan cara. ¿Te imaginas, hijita? Con todo esto lleno de gente, flores hermosas decorando todo el lugar, y tu novio esperando por ti en el altar, mientras recorres el pasillo con un hermoso vestido de princesa y un velo tan largo como el de Lady Di.

—No sé si me atraiga cargar más de cien metros de tul por más de cincuenta metros de camino, mamá. —Musitó la chica, dándole un rápido vistazo al lugar—. Es muy probable que ni siquiera vaya a casarme.

—Oh por favor, no digas tonterías, ya verás que en unos cuántos años tendrás un hermoso anillo en esos deditos tuyos. Y yo misma pienso ayudarte a escoger tu vestido de novia.

Terminé de arreglar el teléfono de tal manera que me aseguré de que no iba a caerse, Camilo me había prestado su oficina para llamar a su madre y decirle lo de la boda, al principio planeaba contarle en solitario, pero Víctor dijo que no sería correcto simplemente informarle, sino que quería pedir mi mano como era debido. Volteé a ver a mi prometido, yo estaba bastante relajada, pero su gesto me hacía pensar que tal vez él no estaba del todo tranquilo, cuando presionó el botón de videollamada me aseguró que mis sospechas eran falsas y unos segundos más tarde pudimos ver a mi madre en su habitación.

—¡Hola chicos! —Saludó mamá, muy emocionada—. Supe que fueron a quedarse en casa del señor Morales, que bien que nos hayan hecho caso. Yo sé que son jóvenes y lo que más quieren ahora mismo es un poco de privacidad, pero deben entender que nos preocupamos por su bienestar y no queremos que les pase algo sin haber intentado evitarlo antes.

—Hola mamá, queríamos agradecerte por haber propiciado esta especie de mudanza, precisamente porque ahora mismo no podemos exponernos más de lo necesario. —Hice una pequeña pausa, sentía que mi madre era muy consciente de lo que estaba tratando de decirle, podía notarlo en sus ojos—. Y también contarte algo que llevamos tratando de posponer desde hace algún tiempo, no por algún motivo en especial, solo creímos que sería mucho más prudente darle resolución al final de todo esto, pero... debo, debemos, entender que no conocemos su verdadero final y es mejor dejar todos los pendientes resueltos, por si ocurre cualquier desgracia.

—No sé qué los llevó a sacar conclusiones tan trágicas, pero comprendo que ahora mismo no es seguro ni siquiera preguntar o insinuar, y de verdad espero que sepan proceder con cuidado, para que pueda escuchar la historia con todos sus detalles. —Aconsejó con una mirada y voz tan seria que nunca le había visto usar, comprendía que estábamos apostando la vida y era muy oportuno de su parte no querer hablar de ello—. Pero cuéntenme, ¿qué le han escondido a esta mujer?

—Antes debe saber que me hubiera encantado pedírselo en persona, señora Diana. —Le dijo Víctor en cuanto fue su turno de hablar—. Pero usted sabe bien que no es seguro traerla, y no quisiera arriesgar a más personas de las que ya se están jugando la vida ahora mismo. —Suspiró profundamente y esbozó una tenue sonrisa—. Decidí pedirle a su hermosa hija que sea mi esposa, y ella aceptó, pero sería todo un honor contar con su bendición para poder unirnos en matrimonio; mis padres sabían del compromiso, porque pedí a mi madre que me diera el anillo de la bisabuela para poder hacer esto mucho más especial y significativo, y todos están muy felices con nuestra decisión. Por eso, señora, es que quería saber si la noticia le place también, yo sé que en el pasado he pecado de imbécil en incontables ocasiones, pero puse toda mi alma en mejorar como persona, porque realmente adoro a Marina, es una de las personas más bellas que he conocido en mi asquerosa vida y quiero tenerla a mi lado por lo que nos reste, y le juro que la haré tan feliz como siempre debí haber hecho.

Memorias del Poder. [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora