T R E S

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El destino es la cosa más jodida del mundo

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El destino es la cosa más jodida del mundo. De hecho, ciertas veces pienso que que todas las desgracias vergonzosas que nos ocurren es para que los de arriba se rían a nuestra costa, claro como en el cielo ya no les queda mucho que hacer, deben de estar muy aburridos. Lo malo no es que este aquí precisamente, lo malo y muy malo es que este bajando las escaleras con el señor Christian y su hijo Jack. Su mandíbula está cubierta por una ligera barba, su cuerpo sigue igual, si cierro los ojos puedo recordar su cuerpo desnudo en toda su gloria. Siento el calor subir por mis mejillas y me giro rápido hasta quedar de espaldas a la entrada para evitar que me vea. No seas tan pesimista, sería mucha coincidencia que el fuera el hijo de el señor Christian. 

—Vaya con el hijo del señor Christian ¿Creéis que su sexualidad es abierta?—pregunta Tom lamiendo sus labios. Bueno, podría estar hablando de Jack.

—¿Cuál de los dos?—pregunto sin girarme.

—El que ha vuelto del extranjero, pero que brazos, Dios.—Tom se abanica con las manos y yo deseo que la tierra me trague. Miro a Sam y la cojo del brazo alejándola un poco de la multitud haciendo lo imposible para no mirarlo, si no lo miras no te ve.

—Creo que es un bueno momento para irnos del país.—suelto en cuanto me siento un poco más tranquila. Ella pone los ojos en blanco.

—No exageres.

—Francia me parece una buena elección, aunque también está España, oh tengo una idea mejor, México es perfecto...

—Y yo tengo una idea aún mejor ¿quetal si piensas un poco y dejas de decir tonterías?—sujeta mis brazos intentando tranquilizarme.—Mi amor sabes que yo siempre te apoyo en todo, pero esto es demasiado.

—Tienes razón. Puede que ni siquiera se acuerde de mi. He tenido el mejor sexo de mi vida con él, pero dudo de que sea reciproco. Dios Sam, me hizo unas cosas que...

—¿Quién te hizo que?—saltamos del susto cuando Lydia aparece a nuestro lado.

—Lydia, mujer, algún día me matas.—exclama Sam con la mano sobre el pecho. Lydia lanza una mirada sospechosa en nuestras direcciones. Ni en broma voy a contárselo a Lydia, si le dices un secreto estate seguro que a la mañana siguiente podría estar hasta en los periódicos del país, y no exagero.—Venga, a trabajar las dos antes de que nos echen la bronca.—Sam me arrastra hasta la barra. Una vez ahí intento pasar lo más desapercibida posible. 

Desde mi rincón puedo observar a los tres, el señor Christian, Jack y al mejor sexo de mi vida. Están rodeados de personas, Jack está sentado mientras que el otro esta de pie con su padre charlando con algunas personas que van demasiado elegantes. Si por algo destaca el Cabaret del señor Christian, es por su elegancia. Una sola mesa de aquí, nos pagaría dos meses de alquiler a Sam y a mi. Sus hombros, su expresión, su postura, todo en él indica seguridad. La primera y última vez que lo vi llevaba una camiseta y unos vaqueros, en cambio ahora lleva un traje que le queda de maravilla. Aunque me es muy difícil apartar la mirada de él, me fijo en Jack y su mirada perdida. Solo habíamos intercambiado un par de palabras antes, pero a pesar de no conocerlo sé que algo está mal con él. Su mirada se encuentra con la mía y en ese preciso momento solo me quiero morir ¿Cuándo dejarás de buscarte situaciones vergonzosas, Selena? Le doy la espalda y sigo sacando brillo a los vasos. Escucho una de las sillas moverse y me giro para atender a quien sea que se haya sentado.

ShamelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora