Nunca me han gustado los muñecos
Hay algo en ellos que no me agrada.
Algo en sus pequeños y brillantes ojos me hacen sentir nervioso.
Como si me observaran.
Por ello siempre los he evitado.
Sin importar que tuviera que hacer, buscaba mantenerlos lo más lejos de mí.
Fue así que a mis 25 años me sorprendí de encontrar un muñeco que me gustara.
Acababa de mudarme por tercera vez en el año, así que encontrar objetos olvidados por los dueños anteriores no me era extraño.
La gente siempre olvidaba cosas, libros, muebles, ropa, en fin.
Un peluche tan viejo no parecía extraño de olvidares, estaba algo gastado y sucio.
Pero aun así parecía llamativo, jamás había visto nada igual.
Rosado, de no más de 25cm, un pequeño cerdito con ojos negros y una pequeña cadena de plata en su cuello.
Se llamaba Little pig, como nombraba la pieza de metal al final de la cadena.
Era adorable, aunque él tuviera que decirlo.
Así que sin poder evitarlo lo lavo, remendó, y le dio un lugar especial en su cama.
Por días su rutina comenzó a adaptarse a su nuevo hogar.
Había demasiado trabajo que hacer en torno a la mudanza.
Comprar alimentos, acomodar muebles, desempacar todas sus pertenencias.
Comenzando por su cámara y libros.
Era muy importante para el comenzar con su trabajo.
Así que tomo la caja marcada con un frágil, y la abrió en la mesa de centro de la sala.
Peleando así con la cinta que la cerraba.
-maldición, Waylon tenías que ponerle tanta cinta, no puedo ni abrirla. -
Estaba por levantare para buscar unas tijeras.
Cuando al voltear el rostro, se encontró con su nuevo amigo sentado en el sofá, sosteniendo las tijeras.
-hola amiguito, querías ayudarme-
El peluche no le respondió, solo le miraba con esos ojitos brillantes.
-bueno muchas gracias entonces-
Quizás debió extrañarle que el muñeco no estuviera en su habitación.
Debería haber salido corriendo por ese hecho.
Pero estaba casi hipnotizado por aquellos ojitos.
-sabes que esto puede esperar-se dijo a sí mismo, mientras cargaba a su pequeño amigo y lo llevaba a la cama.
Una buena siesta le vendría bien por hoy.
*
*
*
Los siguientes días casi no estuvo en casa, una serie de reportajes le mantuvieron fuera por 7 días.
Cuando llego estaba agotado y estresado.
Su cuerpo dolía por estar corriendo a todos lados con su cámara.
Había dormido durante el viaje de regreso, y no tenía sueño.
Así que se preparó un emparedado y se acostó en su cama a ver televisión.
Entonces fue la primera vez que le vio, un hombre bastante musculoso y con unos ojos verdes, que eran tan claros que, de no tener tan buen ojo, no lo habría notado.
Tenía una enorme sonrisa y donde debería estar su nariz había una enorme herida.
Eso debería aterrarle, pero él no le temía a nada.
Es más, le parecía el hombre más sexy del mundo.
Seria acaso un actor de una película de terror, o estaba tan abrumado por todo lo que vio esta semana, que su mente le jugaba una mala pasada.
Lo único que importaba es que se estaba poniendo duro, su boca se sentía seca.
Sin pensarlo desabrocho sus pantalones y bajo un poco su ropa interior.
Esta no era la primera vez que se tocaba por un actor o alguien que le gustara, la última vez uso a Waylon como inspiración.
Habían ido a nadar y en broma le bajo el traje de baño a su amigo, este enfureció, pero valió la pena con tal de ver ese hermoso traserito.
Aunque eso no se comparaba a lo que sentía en este momento, la mirada fija de ese hombre, sus manos ensangrentadas, esa sonrisa.
No podía parar de tocarse al verle.
Imaginar esas enormes manos sobre su cuerpo, tratar de darle una voz...
Seguramente sería ronca, muy varonil...casi como un gruñido animal.
Podía imaginarle ultrajando su cuerpo, seguramente alguien tan rudo como él le arrojaría a su cama y destrozaría su ropa, antes de penetrarle sin preparación alguna.
La sola idea de esas manos inmovilizándole, esos blancos filosos y blancos dientes rozando su cuello.
Su miembro punzaba con la sola idea de eso, su mano apretujaba desde la base hasta la punta, buscando imaginar cómo se sentiría la mano de este hombre sobre su pene.
Seria cuidadoso o igual de violento.
Incluso se atrevería a tocar su pene, o solo le penetraría hasta que ambos se corrieran.
Tantas imágenes y sensaciones terminaron por hacerle correrse.
Su placer había sido tal que no paraba de temblar en su cama.
Todo su cuerpo se sacudía y su boca no dejaba de jadear por todo el aire que había perdido.
-eso fue...rayos...necesito conseguir el DVD-dijo con burla, antes de levantarse para tomar el baño.
Si Miles hubiera sido listo, habría recordado que antes de irse de viaje, el siempre desconectaba todo en su casa.
Incluida esta tele.
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Muñecos en la Noche
FanfictionMiles acababa de mudarse, tenia un trabajo perfecto y dos mejores amigos. Es por ello que no entendía porque le estaba pasando toda esta pesadilla. Y todo comenzó cuando encontró ese maldito muñeco.