Miles acababa de mudarse, tenia un trabajo perfecto y dos mejores amigos.
Es por ello que no entendía porque le estaba pasando toda esta pesadilla.
Y todo comenzó cuando encontró ese maldito muñeco.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La luz se filtraba las ventanas.
Las cortinas no podían evitar que él se despertara, aun estando en la sala la luz le molestaba bastante.
Debía ser al menos medio día, quizás la una.
Demasiado tarde para seguir durmiendo.
Se había desvelado la noche anterior, aunque no podía recordar que había hecho.
Sus ojos dolían, tenía una migraña enorme.
Así que sin pensarlo dos veces se levantó y camino hasta el baño de la planta baja.
Tanteo entonces el botiquín hasta que dio con el ibuprofeno, para posteriormente tomar dos pastillas y un trago de agua.
Se sentó entonces en el inodoro, y espero que el medicamento hiciera efecto.
Bostezo con pereza, y sacudió sus cabellos, para después buscar su celular.
No lo tenía en sus bolsillos, quizás volvió a dejarlo en la sala o la habitación.
Se sentía sin ningún ánimo para buscarlo, pero necesitaba hacer un par de llamadas.
Desde la semana pasada que debió hacer esa llamada, pero no se sentía con ánimo.
Había estado algo enfermo, y lo menos que deseaba era aquella visita.
No porque no deseara verle, pero no le gustaba molestar a otros con sus enfermedades.
Siempre había sido un chico fuerte e independiente.
Aunque ahora mismo no le molestaría si alguien viniera a prepararle el desayuno.
Mataría por un par de huevos fritos y tocino, con un frio vaso de jugo al lado y un pan tostado.
Tenía mucha hambre, y pocas ganas de levantarse.
Es más, en cuanto el medicamento surtiera efecto volvería a dormirse en el sofá.
-Darling... ¿estás ahí? -
Una masculina voz hablo del otro lado de la puerta.
El solo suspiro antes de levantarse con cuidado y abrir la puerta.
Aquellos ojos azules le miraron con felicidad, y luego con preocupación.
-Eddie...llegaste antes-
Un beso fue depositado en sus labios, mientras las fuertes manos de su prometido sujetaban su cadera.
-no podía concentrarme estando lejos de ti, mi amado Waylon-
Eddie era el hombre perfecto, amable y dulce, tenía tanta suerte de haberle conocido.
-no debes dejar tu trabajo a medias solo para venir a verme-le dijo entre risas, pues Eddie no dejaba de besar su cuello.
-no pude evitarlo, necesitaba verte y tocarte-
-Eddie lo hicimos anoche, no puedes...ah...Eddie...-
-no sabes lo que provocas en mi Waylon, lo mucho que deseo tocarte y amarte...eres un regalo para desenvolver-pronuncio con voz ronca mientras comenzaba a quitar la ropa de Waylon.
Quien solo temblaba ante los suaves toques de su novio.
Sus manos frías y grandes estaban en todas partes, como si quisiera memorizar y marcar toda su piel. Y sus labios le devoraban con una ferocidad casi inhumana.
De vez en cuando Eddie usaba sus dientes para marcar su cuello y hombros, sin ser brusco, solo eran mordidas suaves que dejaban pequeñas marcas rojas.
-Eddie deja de jugar conmigo...-
-oh...-Eddie se separó entonces con rapidez, y corrió a la entrada de la casa, donde había dejado un regalo. - casi lo olvido, te traje esto-
-Eddie podríamos continuar esto-
-ábrelo primero...-
-Eddie, por favor-
Eddie le llevo hasta la habitación, se sentó en la cama e hizo que Waylon se sentara en sus piernas.
-ábrelo, yo continuare con mis obligaciones maritales-dijo con burla, mientras metía su mano dentro el pijama de Waylon.
Quien no podía controlar el temblor de sus piernas, se abrazó con fuerza al paquete envuelto en aquel delicado papel rosa.
-vamos Darling, por favor abre mi presente-
Eddie era un ser malvado, le masturbaba tan maravillosamente y no dejaba que se concentrara en otra cosa, que no fuera sus magníficas manos sobre su pene.
-no me hagas esperar Darling, abre tu regalo por favor-
Como pudo rompió el envoltorio con sus temblorosas manos, encontrando una caja negra que él conocía a la perfección.
Cada semana Eddie traía una caja similar a su casa, y el la esperaba con gran anhelo.
Dentro había una pequeña muñeca de porcelana, hecha a mano desde la ropa hasta el cabello.
Esta vez era una muñeca pelirroja, con ropa clásica, como si fuera a una presentación de teatro u opera, incluso tenía una pequeña mascara
Su pálida piel contrastaba con el vestido rojo, y la máscara incluso tenía una hermosa rosa. Era uno de los trabajos más impresionantes que su novio había hecho para él.
-Eddie...es her...hermosa-
Era obvio que Eddie ya conocía su reacción, pues solo sonreía y seguía masturbándole.
El con cuidado puso la muñeca en su caja y la coloco a un lado, lo último que quería era romper alguno de los regalos de su novio. -
Eddie empujo un poco la caja, y luego le coloco contra la cama apresándolo contra su cuerpo, Eddie estaba tan duro, podía sentirlo contra los inmaculados pantalones de su novio.
-estas muy ansioso Eddie-dijo con algo de burla.
-siempre deseo poseer tu cuerpo, quiero hacerte mío una y otra vez-
-soy tuyo mi amor...-
Eddie abrió sus pantalones y saco su miembro de su ropa interior, Waylon aprovecho para acariciarlo un poco, le encantaba el pene de su novio, grande y grueso, tan caliente y duro.
-por favor señor Gluskin, no me haga esperar más-
Eddie gruño un poco, pero de inmediato procedió a penetrarlo. Un dolor agudo le atravesó, pues Eddie no le había preparado antes. Su novio beso sus lágrimas, y luego devoro su boca, la lengua de Eddie le ayudo a olvidarse hasta de respirar.
-eres tan hermoso mi Darling-
-te amo, mi novio-
Eddie comenzó entonces a moverse, sentía ese agradable calor rozando sus entrañas cada vez que el pene de su novio volvía a entrar en él. Por no hablar de la mano de este masturbándolo, se movía de arriba abajo, incluso se tomaba el tiempo de jugar con sus testículos.
-ojalá pudieras verte en este momento, gimiendo como una perra en celo...te ves maravilloso-
Él no podía ni hablar, su mente estaba hecha un caos, tanto placer estaba por volverle loco.
-vamos amor córrete para tu novio-
Su cuerpo estaba tan bien entrenado, que apenas Eddie pronuncio esas palabras el no pudo evitar correrse.
*
*
Mientras tanto en la puerta un pequeño y rosado peluche miraba todo, parecía reírse de Waylon mientras cerraba despacio, estaba interesado en Waylon, pero le apetecía una presa diferente.