Miles acababa de mudarse, tenia un trabajo perfecto y dos mejores amigos.
Es por ello que no entendía porque le estaba pasando toda esta pesadilla.
Y todo comenzó cuando encontró ese maldito muñeco.
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Al fin lo tenía en sus manos, había tardado demasiado en capturarlo.
Blake su hermoso niño, un ser de luz que iluminaba su eterna oscuridad.
Desde hace tanto que le esperaba, incluso la fría y dolorosa muerte no había logrado que olvidara a Blake, podría jurar que eso solo aumento su deseo de estar junto a él, tenerlo a su lado y esta vez protegerlo.
No permitiría que ESO volviera a ocurrir, no si esta vez podía evitarlo.
Jessica había metido sus narices en donde no se le llamaba, y aún seguía haciéndolo, la había visto más de una vez buscando algo entre las habitaciones, incluso fue la primera en llegar hasta el tal Upshur. Pero ella no sabía a lo que se enfrentaba esta vez.
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Miles era justo lo que había buscado desde hace años, sabía que ellos seguirían atrayendo gente a la casa. Esas cosas siempre buscaban seguir alimentando el odio y la miseria que se guardaba en esta.
Era su forma de seguir existiendo en este mundo, y lamentablemente también la suya.
Ella tenía solo 11 años cuando la llego a esta casa, sus padres la habían comprado por su precio bajo y lo hermosa que era.
No podía negarlo era encantadora, y la señora Gluskin les prometió que esta casa era todo lo que habían buscado, incluso le regalo aquellas preciosas muñecas.
Solía jugar con ellas por horas, no tenía amigos aun y la escuela comenzaría en unos meses, así que ella tomaba él te con esas muñecas o les contaba todos sus secretos.
Mi favorita era Lynn, ella era mi mejor amiga, dormíamos juntas, comíamos del mismo plato y le hacía ropa idéntica a la mía.
Mis padres casi no estaban en casa, ellos trabajaban muy duro para poder mantenernos, mi abuela solía cuidarme, pero ella ni mis padres sabían lo que habitaba en esta casa.
La primera vez que vi a uno de ellos fue la madrugada del 23 de marzo, desperté por un fuerte ruido en la cocina, bajé a ver qué ocurría con solo una lámpara en mi mano.