Te encontré

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Los vidrios retumbaban ante la tormenta que se comenzaba a formar dentro de la casa.

Las oscuras paredes se hacían casi imperceptibles ante la sombra que poco a poco las cubría.

Por cada rincón de la casa las voces clamaban por su merecido premio.

Habían esperado años por volver a tener esta oportunidad.

Y no dejarían que ellos volvieran a escapar.

*

*

*

Al fin podía verlo.

Incluso había llegado a tocarlo.

Su piel era tan suave como la recordaba.

Habían pasado solo unas pocas horas, pero el sentía que eran siglos.

Tan solo verle le causaba una alegría que no sentía desde hace tanto tiempo.

Solo deseo tenerle en mis brazos y no dejarle escapar de nuevo.

Pero esa puta bastarda no me deja acercarme.

Sus malditas porquerías me impiden tocarte Darling.

Estoy tan cerca y tan lejos.

*

*

*

*

Frank miraba fijamente la entrada a la sala.

Ese sujeto quería guerra, y él se la daría sin dudarlo.

Gluskin estaba furioso, y eso en vez de asustarme o intimidarme, solo me daba bastante risa.

Además, Gluskin no es lo más temible que esta casa tiene para nosotros, puedo escuchar a la perfección las demás voces reclamando el alma de estos dos chicos.

Me pregunto quién la deseara con más fervor.

Es obvio que Gluskin va tras de Waylon, y que Walker desea a Miles.

Pero no son los únicos que habitan este lugar.

Además, existe otra cuestión de la cual debemos encargarnos Marta y yo.

Algo que estos dos chicos no deben saber aún.

*

*

*

*

-por favor mírame-

Seguían repitiendo las muñecas.

Yo no podía tapar más que un oído, pues tenía miedo de soltar la mano de Frank, además de mirar el piso tratando de evitar mirar los cientos de ojitos que brillan en la oscuridad.

Le llamaban con gritos agudos, clamando su atención.

El no deseaba mirarlas.

Tenía miedo.

Pero sabía que debía mantener su control y su calma.

Se conocía perfectamente, y sabía que cuando era presa del miedo se olvidaba de todo.

Y justo eso querían esas pequeñas y agudas voces.

-míranos Darling...juega con nosotras Darling...te queremos Darling...-

-por favor cállense...-

- ¿Waylon, que ocurre? -le pregunto Miles.

-Miles...haz que paren...-le rogo a su amigo, mientras las lágrimas comenzaban a salir.

Frank apretó más fuerte su mano, negándose a mover un solo musculo.

-Waylon mírame...por favor-le pidió su amigo, cosa que hizo de inmediato.

Pero se arrepintió rápidamente, pues la distorsionada imagen de su amigo, rodeado de todos esos cerdos y con sus ojos totalmente negros le aterraron.

Al punto de soltar la mano de Frank y arrastrarse lejos del círculo.

Manera trato de volver a sujetarle, pero las pequeñas manitas fueron más veloces.

En pocos segundos se vio aplastado por una avalancha de muñecas, que repetían te amamos Darling, bienvenido a casa.

*

*

*

Fueron cuestión de dos o tres segundos, prácticamente un parpadeo.

En un momento Waylon estaba sentado a pocos centímetros de él, y al siguiente parpadeo ya no estaba.

Frank le abrazo con fuerza, y le grito que hiciera lo que hiciera no soltara su mano.

Ahora que ya tenían a Waylon, irían con más fervor por él.

-tenemos que hacer algo-dijo con desesperación.

-mientras Waylon no se quite su talismán, el podrá volver-le explico Marta.

Mientras colocaba más velas en el lugar donde Waylon había estado sentado.

Ella lucia tan tranquila, como si supiera que todo eso iba a ocurrir.

- ¿Qué le paso a Waylon? -fue lo único que pudo preguntar.

-es mejor que no te lo diga...ellos están escuchando.

Miles miro a su alrededor, sabía desde antes que algo les acechaba, pues le sintió tocarla antes.

Por un momento pensó que solo le atacarían a él, pues era el dueño de esa casa.

Incluso veía a Little pig invitándole a jugar.

Movía su adorable patita y bailaba de forma divertida.

Él estaba hipnotizado por sus tiernos movimientos, pero se había resistido por quedarse junto a Waylon.

-vamos Miles, juega conmigo...dijiste que me querías-

Su tierna voz era atrayente, como el canto de una sirena que atraía a un marinero contra las rocas.

-no quiero...devuélveme a mis amigos-

-pero ellos están felices ahora Miles... ¿no quieres ser feliz con nosotros? -

Era imposible resistirse a esos brillantes ojitos negros.

Deseaba tanto tener entre sus brazos a ese pequeño demonio.

Sus manos temblaban y luchaban por sujetarse a Frank, quien le miraba molesto.

Como un ciego podría ser tan perceptivo.

Estaba casi seguro que Frank podía ver lo mismo que él estaba viendo, e incluso más.

Se preguntaba que se ocultaban detrás de esas gafas negras, y no se refería a los orbes vacíos.

Había algo que Frank ocultaba.

-Miles...te estoy esperando...Little pig-

El pequeño peluche fue levantado entonces por unas sangrientas y encadenadas manos.

Unas orbes pálidas le miraban en la oscuridad.

Y esa eterna sonrisa le invitaba a acercarse.

-Little pig...te encontré-

Muñecos en la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora