Capítulo XXXII

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No podía dejar de mirarme al espejo, mi cabello había crecido más de lo usual, me llegaba un poco más abajo de mi cadera, mis ojos por otro lado poseían un pequeño brillo que me hipnotizaba, si ese mismo efecto le producía a los demás al verlos era increíble, según había oído, ir al inframundo despertó esa parte de Dios que mi padre había deseado mantener inactiva hasta el último día de mi vida. Mi cuerpo se sentía diferente, podía notar el cambio, mi busto creció unos centímetros, mi cintura se veía un poco más definida de lo que recordaba, podía decir que ahora si tenía cuerpo de diosa, sin embargo, no me hacia sentír feliz, un cuerpo envidiable no daba la felicidad, mi madre siempre lo había dicho, la felicidad la daban los amigos y la familia que siempre estaba a nuestro alrededor. Pienso en Apolo, él era el único familiar que poseía y en este momento me sentí más unida a él. Quizá se debía al hecho que era algo más de lo que fui el día de ayer, vuelvo a ponerme la bata de baño atandola a mi cintura. Afuera seguían hablando sobre lo ocurrido, podía oír sus palabras aunque deseaba no espiar de forma indirecta su conversación.

- ¿Ahora que haremos? - Romina parecía un manojo de nervios al hablar. - Caos tiene más posibilidad.

- No podemos hacer nada. - Podía visualizar a klaus mirando hacia la nada al hablar, imaginando soluciones en su mente. - Sólo esperar que no ocurra nada es la única opción que tenemos en este momento.

- Esa vez esperábamos lo mismo y acabó consumiendo la mitad de la humanidad. - La voz de mi padre era la que más me sorprendía, su tono preocupado me daba a entender que no estaba de acuerdo con lo dicho por Klaus, él quería protegerme y proteger al mundo. No puedo evitar mirarme nuevamente al espejo, todo esto era por mi, y seguirían en peligro hasta que Caos no fuera detenido. Camino hacía mi cama, me tiró en ella abrazando la almohada, quería salir y decirles que ahora yo podía ayudarlos a detenerlos pero de ante mano sabía que no me dejarían mover ni un dedo.

- Yo no te dejaría. - Observó hacia mi ventana, Lucius estaba sentadado en ella. Me siento en mi cama sin evitar sorprenderme por su repentina aparición. - Me pidieron irme cuando te tiraste sobre mí.

- Lo siento, pero ellos no confían en ti y menos ahora. - Llevo mis manos hacía mi pecho sintiendo los latidos de mi corazón. - Creo que pronto él estará libre.

- ¿Cómo lo sabes? - Tomó el control remoto de mi tv y la enciendo, ambos esperábamos en silencio que aparecieran las imágenes en pantalla. Comienzo a buscar entre varios canales de noticias, todos transmitían cosas similares, sismos que pasaban de los 6 grados en la escala de Richter, alertas de tsunamis e incendios que amenazan con destruir poblaciones. - Está iniciando, esto sólo es una parte de su poder.

- ¿Por qué Gea no detiene esto? - Mira la pantalla, CNN transmitía sobre una alerta de tsunami en las costas de Haití. Apagó la tv. -

- Caos fue el inició y siempre será un fin, es cierto que Gea lo aprisiona en las entrañas de la tierra, pero es sólo porque está dividido, es un ser incompleto. - Ambos miramos a la ventana al ser deslumbrados por un fuerte relámpago. - Caos en su forma actual es capaz de causar esto con sólo un movimiento de sus dedos, si estuviera completo reinaria sobre todo, nadie podría detenerlo. Gea es poderosa pero no tiene el poder para frenarlo eternamente, la verdad es...

- ¿Qué? - Me acercó lentamente hasta él, toma mi mano derecha con cuidado, observaba la palma de esta como si estuviera buscando algo. La suelta.

- Que la moneda ya se lanzó y todo es cuestión de tiempo para que Caos ya no te necesite y suba a reclamar su trono. Si logra matar Apolo será el fin de la humanidad.

- El fin...el apocalipsis, ¿De eso hablas?

- Si el mundo se sume en una oscuridad total, significa que la vida comenzaría a morir poco a poco y finalmente sería como al principio. - Camina por mi habitación mirando todo, dando vueltas como si estuviera buscando algo en específico. Se detiene frente a mi armario, lo abre y saca de el un pantalón negro que muy poco usaba por lo ajustado que me quedaba, una camisa blanca de mangas 3/4 y un sueter de algodón fucsia; deja las prendas encima de mi cama.

- ¿Saldré? - Me sonríe, señala la pared de al lado, si mis cálculos no fallaban era su departamento el que estaba señalando. - Se van a enojar.

- Sólo vamos hablar, no se darán cuenta. - Mueve las cortinas que cubrian mi ventana, el aire frío que traía la lluvia me hizo estremecer. - Vístete y salta hacia el balcón, te atrapare.

No me da tiempo de responder, salta perdiéndose de mi vista, corro hacia la ventana asustada, esperando ver abajo gente gritando porque alguien se mató saltando por su balcón. Sin embargo, abajo no había nadie, le escucho silbar, se asomaba sonriente por su balcón. Este tipo de cosas eran una locura, regreso dentro cerrando las cortinas, no quería espías y mucho menos si esta él, después de todo por lo que vi cuando nos conocimos era un tanto mujeriego. La ropa que había elegido para mi no era fea, tenía gustos acertados, aunque no me gustaba mucho el pantalón, sentía que me cortaba la circulación de lo ajustado que queda en mis piernas y glúteos, me sentía como esos rockeros en sus pantalones de cuero en medio de un concierto. Escucho que tocan a mi puerta, no podía dejar que me vieran asi o comenzarían con muchas preguntas, no me queda de otra que lanzarme a la cama y cubrirme completamente con mis sábanas. Cierro mis ojos al sentir que abren, los pasos sobre la alfombra no eran de una mujer, no distinguía el sonido de tacones, era un hombre. Siento su mano acariciar mi cabeza jugando con mi cabello.

- Me preocupé tanto que estuve a punto de ir por ti y morir. - Apolo estaba a mi lado, sentado en la orilla de mi cama sintiendo culpa por lo que pasó. - Tú madre te cuido bien, eres fuerte, valiente pero sobretodo eres lo mejor que pudo nacer de una relación prohibida.

- Lo siento. - Abro mis ojos, no se notaba sorprendido al verme despierta, me alzo sin importar que me viera vestida, él era sincero y además era mi padre la única familia que me quedaba. - No quería preocuparte.

Acaricia mi mejilla dándome una sonrisa.

- Un padre nunca deja de preocuparse por sus hijos. - Besa mi frente. - Sal por la puerta de enfrente.

- ¿Qué? - Sonríe de una forma que demostraba complicidad. - ¿Cómo lo sabes?

- Los escuche, a diferencia de los demas que están pensando en cómo salir vivos, yo me concentraba en mantenerlos vigilados.

No supe que decir al respecto.

- Yo hacía lo mismo a tu edad. - Me preguntaba si era un rebelde y debían buscarlo por todas partes. Lo escucho reír, eso me hizo pensar que quizás sabía lo que pensaba. - Algunas veces tus pensamientos son fuertes. No era un rebelde sin causa pero me gustaba huir de mis responsabilidades. Todo el tiempo estaba mirando al cielo en algún prado o molestando a mi madre, aunque ella se sentía feliz cuando estaba a su lado.

Se queda en silencio por un momento, vuelve a sonreirme, camina hacía mi ventana cerrandola, disminuyendo el frío en la habitación.

- Nadie te detendrá nunca cuando quieras ser tú misma o hacer algo que podría ir en contra de lo que pensamos. - Se gira a mirarme. - Sólo recuerda que eres la hija de Apolo y si yo muero tu debes vivir para que la luz no se extinga.

Por un momento sentí como si una pesada carga cayera encima de mis hombros, mi padre estaba dandome una responsabilidad que no pedí. Estaba segura que no quería morir pero ahora debía ser cuidadosa ante él, si Caos destruía a mi padre, se encargaría de hacerme desaparecer. Abre la puerta y sale dejándome con un sentimiento de tristeza encima, ahora entendía el porque de las veces que Lucius se acercó a mi, llevarme con Caos atraerá a papá, y nos mataría ambos obteniendo su objetivo. Está vez debía estar segura antes de continuar, tenía que saberlo de su propia boca, debía estar segura de que ese era su objetivo.

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