¿Cómo había llegado a esto? No lo recordaba exactamente lo que sucedió. En mi mente estaban los hechos recientes; despertar y ver a los dioses esperando alguna reacción de mi parte pero estaba tan confundida que no sabía que pensar o que decirles, sólo deseaba ir a casa y fue extraño que nadie más que Gea entendiera mi silencio. Ella comprendió lo que sentía, ni Romina al ser ni mejor amiga entendió. Después de ese breve lapso de silencio tome la opción de esperar sus preguntas, cada una de sus inquietudes, aún así sólo se atrevían a decir una simple cosa: esta vez hay que matarlo.
Sentí miedo y no pude evitar recordar la imagen en el risco, lo hirieron, los dioses veían por su bienestar por su poderío nosotros sólo éramos un peón en su tablero y hacían lo que deseaban con nosotros, quizás me equivocaba o quizás no, pero por una extraña razón llegue a pensar que el hecho de necesitarme es porque soy una de las llaves.
— No estás completamente equivocada — Apolo había leído mi mente. Ambos estábamos solos en mi habitación, él se empeñó en acompañarnos a casa, afuera los demas hablaban pero él seguí aquí. Me encontraba en mi cama sentada, abrazada a uno de mis cojines en forma de nube, él estaba recostado de la ventana mirando hacia afuera. — Pero la llave era tu madre. — Su reacción me confundió, había tristeza y dolor en su expresión. — Lamentó no haberla protegido.
— De qu...— Un escalofrío recorre mi piel, no pude terminar mi frase. Todo fue en un parpadeo, ambos aparecimos en un especie de bosque, la luna se veía entre las ramas de los árboles, el sonido de algunos búhos y grillos inundaba el lugar. Aquí estábamos solos sin nadie que fuera capaz de molestarnos, en otra ocasión temeraria por mi seguridad, pero algo en él me daba confianza, me decía que no sería capaz de hacerme algún daño.
— Aquí nos vimos la primera vez, ¿sabes donde estamos? — Niego. — Pensé que lo sabrías, a tu madre le gustaba explorar cuando era joven, era aventurera y muy curiosa, a diferencia tuya ella era más... Como decirlo, intrépida, la conocí en este sitio.
Me detengo al ver los árboles torcidos como si fueran serpientes.
— Hoia Baciu. — Al oírlo no pude evitar sentir cómo si mi alma me hubiera abandonado un segundo. — Estamos en medio del bosque maldito de Rumanía.
— ¿Qué? — sonríe. — Mi madre una vez dijo que vino a Rumanía pero nunca que estuvo acá.
— Entró aquí a pesar de que los lugareños le advirtieron que era peligroso y quien entra nunca es visto nuevamente. — Suspira, parecía cansado como si deseará dormirse. — Si, deseo dormir.
— Olvido que puedes leer mis pensamientos. — Se sienta al pie de un árbol, sus ojos parecían brillar. Me siento a sus pies. — ¿Qué sucedió?
— Quedó atrapada en la magia de este bosque, no supo como salir, se topó con las almas que viven encerradas aquí, con la magia corrupta de este lugar. — Cierra sus ojos. Ahora me sentía preocupada de que nos pasará lo mismo. — Tranquila, nada te pasará conmigo. Ellos no se acercan a luz.
— Estamos aquí y no me has dicho, ¿Por qué?
Sonríe recostandose del tronco del árbol, me mira fijamente. Parecía que buscaba las palabras adecuadas para hablarme.
— La encontré sola, pérdida. La recuerdo tan bien. Era un momento que quedaría grabado en mi memoria eternamente.
Apolo
Ambas eran tan parecidas y al mismo tiempo tan diferente, sabía perfectamente que tenía curiosidad al escucharme decir todo esto, aunque deseaba comenzar, no encontraba como iniciar la historia de ese momento.
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Fénix oscuro
AlteleElla era una persona normal, pero la vida se encargó de quitarle lo que más amaba, desde ese instante se vio envuelta por el misterio. ¿Por qué creer en los dioses no está de más? El Caos fue el origen de la vida y su vida fue enredada en los lazos...