Capítulo XXIX

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Una corriente de aire frío me envolvía, quería sujetarme de Lucius pero aquella fuerza me arrastró lejos de él, todo a mi alrededor no era más que una densa neblina que apenas me dejaba encontrar la salida, el sonido de mis pasos era lo único que me acompañaba, no escuchaba algún otro o siquiera la voz de él, ni mucho menos la risa burlona de Hades. Mis pies comenzaban a dolerme de tanto caminar sin encontrar el camino que me llevará a la salida, me detengo por un momento necesitaba recuperar fuerzas antes de seguir avanzando.

- Sígueme. - Un escalofrío recorre mi piel, la voz que había interrumpido el silencio era la del mismo Hades, no escuchaba que caminara junto a mí. Aún así me dejé guiar por donde su voz susurraba a mi oído que siguiera, ¿Cuánto más tardaría? Aquella pregunta parecía ser lo único que rondaba mi mente. Una débil luz se asomaba a lo lejos, apenas podía visualizarla entre la niebla, no pude evitar acelerar mi paso cada vez más hasta acabar corriendo buscando la salida de ese lugar.

El brillo de la luz era intensa al final del pasillo; me detengo al sentir cómo sujetan mi brazo, Hades estaba a mi lado de nuevo, su mano no era esquelética ni mucho menos la piel se pegaba a sus huesos, era la de un hombre normal, su rostro estaba cubierto por una fina capa de bellos gruesos que formaban su oscura barba, el abello apenas se encontraba creciendo de nuevo, parecía que lo había rapado, sus ojos habían cambiado a un color vivo, un verde jade, sus vestimentas eran grises, parecían pequeñas nubes de tormenta formandose  a su alrededor. Aquella imagen del dios me sorprendía, no era la misma que había visto antes.

Me observa por un momento breve y vuelve a mirar al frente. A lo lejos podía ver a Caos, caminaba entre la maleza sus brazos estaban cruzados a su espalda, se veía cabizbajo, estaba pensando en algo.

- ¿Dónde estamos? - Me suelta, es entonces que noto porque me había detenido, ambos estábamos en el borde de un acantilado. -

- Ella nos trajo a las memorias del pasado, al sitio donde Caos la traiciono. - Me sujeta de la cintura con fuerza, una sonrisa burlona cruza su rostro, se deja caer conmigo al suelo, estábamos a pocos metros de Caos. Lo observó alzar la mirada, dos mujeres se acercaban a él, ambas  envueltas en túnicas rojas, sus ojos era lo único que podía ver de sus rostros, en los brazos de una de ellas un pequeño bulto se movía, podía mirar sus manitos alzarse entre la tela que cubría su cuerpo, Caos lo toma entre sus brazos y lo alza en el  aire, por un momento observe en su rostro un expresión de paz, de felicidad al ver el rostro regordete de aquel niño de ojos azules.

- ¿Cómo está ella? - Su tono era preocupado, aunque trataba de no hacerlo notar por la fuerza que daba a su voz. - Él parece fuerte.

- Lo es, es un niño sano y lleno de fuerza. Un digno hijo del Caos. - La más baja de ellas parecía sentir orgullo al dirigirse a su señor. - Esmeralda duerme, le dimos algo que la hizo dormir.

- Mi señor, considérelo. - Aquella petición me sorprendió, fue entonces que lo entendí al oír al niño llorar, las manos de Caos sujetaban al bebé con fuerza, su rostro ya no reflejaba emociones, aquel pequeño se desvanecía entre sus manos. Un sollozo me sorprendió, la misma mujer sin vida que había visto en el reino de Hades, ahora yacía con su vestido manchado de sangre, sujetándose de un árbol mientras sus ojos derramaban lágrimas de dolor, ambas mujeres fueron a socorrerle, pero se negaba a recibir ayuda, sólo avanzaba hacia él con paso vacilante, temerosa y una expresión de dolor que me rompía el corazón.

- Lo juraste. - Aunque sus pasos eran lentos logró acercarse a él lo suficiente para sujetarlo de su túnica, sus manos temblaban. - No lo harías de nuevo

Caos la sujeto de sus muñecas alejando sus manos de él, su sonrisa era burlona. De un sólo movimiento la lanzó al suelo sin importarle su dolor.

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