Capítulo X

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El mar se alzaba frente a mi, estaba sentada en la orilla de un risco mirando el atardecer. Él me había traído aquí después de sacarme de mi habitación. Aun recordaba como el aire golpeaba mi rostro mientras sobrevolaba la ciudad, los autos y las personas se veían como hormigas, los  edificios eran muy altos pero yo me sentía gigante pasando encima de ellos, me hacía sentir emocionada. Ahora estaba aquí, observando el mar romper contra la costa, él se mantenía lejos, no hablaba por más que yo le preguntara cosas, su rostro seguía oculto abajo de la capucha. Suspiro desganada, quería respuestas pero sabía que no las obtendría.

— Pronto ellos estarán aquí y me iré. — Me giro a verlo, era una sorpresa oírlo hablar. — Ya veo que dejaste la silla de ruedas sin problemas.

— ¿Cómo sabías que use una? — Me inclinó un poco buscando ver su rostro, pero se aleja a un mas. — Sabes cosas sobre mi, pero yo no se nada de ti.

— Simplemente debes saber lo necesario. — Se cruza de brazos recostadose de uno de los árboles. — Hace mucho tiempo estuve aquí y me hicieron la misma pregunta. Hoy diré lo mismo: sólo lo sé.

Permanezco en silencio meditando sus palabras, dijo que estuvo aquí hace mucho, pero...¿Hace cuanto fue eso? Años, meses, siglos, ¿Cuanto tiempo fue? Quería respuestas, pero preferí ahorrar mis preguntas y conservarlas para mi.

— Klaus hablo del fénix oscuro, que no era un mito, era real, se refiere al Caos. — Asiente. — ¿Eres su otra mitad?

Suspira. Camina hacía mi y señala el mar frente a nosotros.

— ¿Quieres conocer la verdad? — Un escalofrío recorre mi piel al oír esa pregunta, asiento levemente. — Tienes miedo, yo responderé todo lo que quieras, pero antes debes encontrarme.

— ¿De que hablas? — Vuelvo a verle, pero ya no estaba. Me levanto comenzando a buscarlo sin tener resultados positivos a mi búsqueda. Corro asustada hacia uno de los árboles al sentir que me abrazan por la cintura. Klaus me miraba con algo de culpabilidad.

— Llegue tarde, lo siento — Niego, — ¿No te hicieron daño?

— No, estoy tan fuerte como un roble. — Le sonrió buscando que olvide la preocupación. — Oye, alguien más apareció cuando estaba en peligro, ¿Sabes quien era?

— No, me preocupe al ver que te sacaba de allí. Se que es peligroso que estés sola, te llevare a casa y alguien estará contigo.

— ¿Quién? — Señala a sus pies, me topo con un pequeño cachorro gris a su lado. — No te ofendas por lo que diré, pero...¿Es en serio, un perro?

— Deberías respetarlo, viene de una larga dinastía de guardianes de la madre Gea, no es un perro, es un lobo. — Miro al pequeño lamerse una de sus patas. — Su apariencia solo oculta su verdadera identidad.

— Confiare en ti. — Lo dejo tomarme en sus brazos, el pequeño animal parecía que nos seguiría, mi pregunta era; ¿Cómo lo haría? Y no tuve que preguntar, como si fuera magia el cachorro apareció sobre mi. Algo me decía que debía acostumbrarme a eso desde ahora, después de todo, había llegado allí volando y no de forma literal. Cierro mis ojos al sentir como un extraño calor nos rodeaba unos segundos para luego sentir algo suave, al abrir los ojos me topo con mi habitación, todo estaba como siempre, limpio, cada cosa en su lugar, la ventana no estaba destrozada y la puerta menos. Klaus acaricia al cachorro suavemente, me mira.

— Volveremos en unos días, no te apartes de Phobos, créeme cuando digo que te protegerá mejor que yo.

— Seguiré tu consejo. — Acaricia mi cabello y sale de la habitación. Estar aquí nuevamente me daba algo de temor pero mirar al cachorro tranquilo me relajaba.

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