La vida da pruebas difíciles que nos cuesta aceptar, hay momentos donde no sabemos cómo avanzar y este era uno de esos, durante el poco tiempo que convivimos aprendí a conocer a esos dioses como eran, aceptarlos y saber tenderles la mano como una prueba de mi amistad, acabe sintiendo amor por Klaus el hijo de mi enemigo, ahora lo miraba de una forma distinta, no me refería al hecho de haber dejado de sentir amor o algún sentimiento parecido. Klaus había cambiado, sus ojos perdieron ese brillo de vida que al ver a Romina parecía hacerse intenso, su sonrisa burlona ya no estaba, en sus manos cargaba una espada que parecía arrastrarse como si la levantara a la fuerza. Por otro lado se encontraba la que considere mi mejor amiga durante tantos años, Romina la loca otaku, ella que siempre estaba para levantarme el ánimo, al igual que él había perdido todo rastro de ser ella misma, el filo de su cuchilla estaba encima de mi nuca, era su forma de someterme mientras su pie pisaba mi cabeza. Mi fin era morir así, ¿Con el cráneo pisado? Miró hacía la batalla. Mi corazón se detuvo por un segundo al ver a Caos tomarlo del cuello y alzarlo en el aire, lo vi sangrar, era posible eso; ¿Un dios puede sangrar? Entonces lo recuerdo, él era un dios diferente a los demás. No, no era así después de todo Lucius era la mitad buena de un dios maldito nacido para destruir.
- Romina... - Ella no se inmutaba no me miraba, aún así continuaría mi monólogo. - Se que estas allí, Caos no puede controlarte...no lo acepto...Hubo un momento donde dijiste que ibas a protegerme, ahora vas a matarme.
- Sí, así lo quiere padre. - Al menos tenía la noción de que podía comunicarse, lo que significaba que ella aún estaba allí, debía hacer que volviera. Un fuerte estruendo me sorprende, al mirar nuevamente observó como Caos había golpeado a Lucius contra el suelo destruyendo todo a su paso, de seguir así lo mataría. Quería levantarme y buscar una forma de ayudarlo pero el único modo era que ella despertará de su trance.
- Sólo quisiera que mi mejor amiga volviera...- Clavo mis uñas en la nieve, me sentía impotente. - Romina por favor te necesito...necesito que me ayudes a salvarlo.
- ¿Para que salvarías a un ser que no amas? Alguien que pudo matarte...- Mi mente hace click por un momento, era cierto todo eso, el pudo hacerme tantas cosas y aún así no lo hizo, decía haberse enamorado de mí. A mi mienten vienen los pocos recuerdos juntos, cuantas veces limpio mis lágrimas o arriesgó su vida por la mía aún sabiendo de mis sentimientos por Klaus, Klaus quien sólo amaba a Romina. - ¿Lo quieres?
Su pregunta me daba vueltas; ¿Lo quería? Era mi amigo, quería a mis amigos y él era un amigo que me amaba hasta el punto de querer dar su vida por mi.
- Puedo llegar amarlo.- Siento el pie de Romina alejarse de mi cabeza, eso me sorprende. La miró notando su sonrisa genuina. - Estas...
- Tenía que acercarme a Caos y recuperarlo. - Quita su arma, ambos me ayudan a levantarme, me sentía sin fuerzas todo el cuerpo me dolía. Klaus me susurra un débil "lo siento", quería llorar al ver que estaban bien, pero la barrera se rompe, cayendo como cómo si fueran pedazos de cristal.
Lucius había golpeado a Caos contra ella destruyendola en el acto.
- Necesito ayuda. - Ambos juntan sus espadas, me piden apartarme, una bola oscura se forma en la punta de sus armas para luego lanzarla contra su padre, tuve la impresión que eran rayos unidos los que atacaron a Caos. Romina salta por encima de mí, ella quería luchar contra él. Klaus toca mi hombro.
- Si lo quieres debiste decirlo...- Observó como ambos pelean contra él, Lucius ya estaba cansando y sus ataques eran erráticos a diferencia de mi amiga que podía golpear a su padre, - Sabes que morirá; ¿Cierto?
Sólo pude asentir, no era tonta para negarme saber la verdad, Klaus mira hacia el cielo como ambos buscaban debilitarlo, pero tanto Nix como Lucius no podían tocarlo, nuevamente habían sido lanzados contra el suelo, una y otra vez Caos los hacía caer sin necesidad de tocarlos, su poder era increíble. Erebo se aleja de mi sosteniendo firmemente su espada, corre hacía él pero nuevamente Caos mueve su mano alzandolo en el aire, la espada de Erebo cae clavandose en la nieve. No podía seguir mirando como los hacía sufrir, debía hacer algo por ellos o los haría desaparecer.
- Lucius. - Decir su nombre me hacía sentir una sensación de ahogo. Él moriría lo sabía a la perfección y me dolía no poder verlo más, no escucharlo pero más que nada saber que no pude ayudarlo. Mis piernas tiemblan al ver cómo nuevamente el caía, su frente sangraba. Estaba mal y no aguantaría un segundo más de esa forma.
- ¿Helena? - Gea me sostiene de los hombros con fuerza. No supe en que momento había llegado, ni supe cuando comencé a llorar. - La espada que podría darle fin.
Miró el arma en manos de mi padre, tan negra como la noche, reluciente como una estrella. Caos retrocede al ver el arma en manos de sus enemigos. Quizás podría haber paz pero a costa de una vida.
- ¡Detente! - No supe porque, mucho menos como pero todo a mi alrededor se detuvo, los copos de nieve caían de una forma lenta, la batalla se había detenido ante mis ojos, todo el ambiente se volvió oscuro. Equitius estaba justo ante mí. - ¿Qué sucede?
- Detener a Caos es necesario. - Suspira mirando la espada en manos de mi padre. - Debes entregarla a Lucius, no importa cómo pero debes hacerlo.
- No quiero que muera. - Me liberó del agarre de Gea quien parecía no haberlo notado, camino hasta mi padre quitándole el arma de sus manos. - La niña en tu templo, ¿Quién es su madre?
- Hay cosas que es mejor no saber. - Pasa junto a mí. - Tienes una oportunidad de darle la espada a Lucius sin que Caos te mate. Sólo 1 minuto será tu límite, después de eso el tiempo seguirá corriendo.
Susurro un leve "gracias". Corro hacia Lucius, Caos yacía flotando frente a él, en una de sus manos sostenía una espada, su sonrisa era desafiante y llena de orgullo. Me interpongo en medio de ambos tomando las manos de mi amigo entre las mías, la espada parecía vibrar al contacto con él.
- No mueras...- La expresión de Lucius cambia. Su mirada se centra en mí, sólo pude sentir cómo me cubría con su cuerpo, el choque de ambas armas provoca que el tiempo siga su curso. Miró con horror como ambos levantaban sus espadas atravesandose con ellas. La sangre caían sobre la nieve manchandola de carmesí, la sonrisa de Caos era arrogante, él sabía que no podía morir.
- El Caos siempre sera el principio y el fin. - La tierra bajo sus pies comienza abrirse, cuatro cadenas emergen atandolo de pies y manos, sus ojos se cierran mientras era arrastrado de nuevo al tártaro. Lucius se deja caer de rodillas mirando al cielo, su semblante lleno de dolor me partía el alma; lo sostengo de los hombros dejando que su cuerpo se recostara del mío, sólo pude abrazarlo contra mí.
- Sí hubiera sabido que...- Recuesta su frente de mi pecho. Su respiración se volvía lenta cada segundo que pasaba. - Te amo.
- Vas a estar bien, te dejaré enamorarme y podrás...- Rompo a llorar al sentir cómo su respirar se detenía. - ¿Lucius? Despierta, ¡Lucius despierta!
Mi corazón se había roto en pedazos al ver sus ojos cerrarse. Nadie decía nada, su cuerpo comenzó a desintegrarse en mis brazos, parecían restos de cenizas que el viento alejaba de mí. Él que solo deseaba ser libre, él quien no pudo nunca tener una vida normal había sacrificado todo por mi, incluyendo su vida, nos había devuelto la paz a cambio de su fin.
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Fénix oscuro
AcakElla era una persona normal, pero la vida se encargó de quitarle lo que más amaba, desde ese instante se vio envuelta por el misterio. ¿Por qué creer en los dioses no está de más? El Caos fue el origen de la vida y su vida fue enredada en los lazos...