Capítulo XXV

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Me arrastró hasta los pies de Lucius quería su ayuda, pero él no se movía, su expresión era inexpresiva, sus ojos fijos en un punto distante. Era como ver a un simple muñeco, había sido un error venir aquí, Caos luchaba con las cadenas que le aprisionaban, quería tomarme entre sus manos y cumplir su objetivo.

Observo la marca en mi brazo, está comenzaba ha expandirse por mi piel parecía una quemadura al rojo vivo, quería salir de aquel lugar e ir a casa o mucho mejor que eso sería que todo fuera como antes, sin la existencia de estos seres que me rodeaban como si fuera una pequeña presa para atraer al depredador.

- Tan cerca. - Me detengo al oír su voz, no había logrado liberarse de sus ataduras. Poco a poco me alzó sin dejar de mirarle. - Tu sangre abrirá las puertas del tártaro para mí.

- Sólo quiero ser libre. - Un escalofrío recorre mi piel al sentir unas fuertes pisadas acercándose, la caverna temblaba con el andar de aquel venía hacía nosotros, no sabía que hacer, sólo podía mirar la sonrisa de Caos, el desagrado en su expresión al observar quien se acercaba.

Su mano llena de ampollas y quemaduras se aferraba a uno de los bordes de los acantilados cercanos, sus uñas negras y sucias aruñaron la tierra de aquel lugar. Un gruñido me hizo estremecer, provenía de aquel ser.

- Hay una presencia nueva. - Cierro mis ojos al sentir el fuerte azote del aire del lugar, el olor a cuerpos quemandose me causó repugnancia. Al abrir mis ojos notó su presencia ante mi. No poseía cabello, su cabeza era calva, todas las venas se marcaban en su piel, sus ojos negros, su rostro era atravesado por una cicatriz desde su mentón pasando por sus labios, subía por su mejilla izquierda hasta la frente, la marca parecía no sanar, la piel se veía como si apenas hubiera sido cortada. Sus labios resecos, llenos de grietas debido a la resequedad le daba un aspecto oscuro, en su cuello colgaba un collar de cráneos diminutos.

- Es mi presa titan. - Miró a Caos para luego volver a verme. - No la toques.

- No es una mortal común. - Retrocedo al ver su mano acercarse a mi, su pulgar toca mi frente un sólo segundo. - Hija de Apolo, buscas la libertad en la hija de un dios. Eres patético.

- ¿Quien es usted? - Me da la espalda alejándose de nosotros, así como apareció se fue. Caos parecía enojado pero quizás lo imaginaba. - Quiero irme.

- Aún no. - No entendía el motivo de impedir que me fuera, él no podía tocarme y Lucius parecía una estatua. No podía evitar asustarme al verlo así. Acaricio mi brazo al ver como la marca se desvanecia, lo miró a los ojos, parecía confiado al tenerme ante él. - Que dirías si te digo que hay una oportunidad para quedar libre de esto.

- Diría que estaría dispuesta a buscar esa solución. - No mentía al decirlo, haría lo que fuera sólo por alejarme de una batalla que no era mía, al ver su sonrisa algo me decía que no debía decir eso. Observó como cierra los ojos, una neblina comenzó a rodearme, el frío me hacía temblar, la neblina comenzó a unificarse hasta formar la figura de un joven, sin vacilación se acercaba a mi estirando su brazo derecho, deseando tocarme.

- ¿Me amarias? - Sus palabras fueron como un balde de agua helada cayendo encima de mi. No sabía que decirle, ¿por qué amarte? Esa sería una buena pregunta, pero mi voz parecía haber desaparecido. Una extraña luz lo atravesó desapareciendo la neblina, miró a todos lados buscando quien había sido. - ¡Lucius!

- No así, será a mi manera. - No entendía porque ambos se miraban con tanto enojo, a pesar de ser uno la extensión del otro, en ese momento Lucius parecía alguien independiente, sentía que podía dejar de seguir las órdenes y mandatos de Caos. Si podría ser así quizás en algún momento pudiera cambiar las cosas, pero al ver la mirada llena de odio de Lucius preferí no imaginar mucho ese escenario.

Toma mi mano fuertemente, nuevamente sentía como todo a mi alrededor parecía detenerse, una sensación de frío me rodeaba. Estábamos de regreso en medio de la calle, Lucius me observaba, la lluvia nos mojaba, nuestros paraguas se encontraban en el suelo, las luces parpadeaban como si fueran apagarse en algún momento los focos de la calle. Su mirada estaba fija en mi rostro, sus manos acariciaban mis brazos desnudos.

- Desde ahora eres mía. - Su declaración me sorprendió. Quería alejarme, parecía que me había convertido en estatua, no lograba moverme. - Las cosas cambiarán.

- No soy tuya. - Mi voz apenas era audible, sentía temor por lo que pudiera ocurrir. - Lu... - No pude continuar mi frase, me sostuvo fuertemente de la cintura atrayendome hacía su cuerpo. Cierro mis ojos al escuchar un fuerte chirrido, al abrirlos observó una lanza plateada clavada contra la vitrina de una tienda. Romina estaba justo tras nosotros sosteniendo otra entre sus manos, Klaus se acercaba corriendo hasta ella.

- ¡Déjala ir! - Lucius sonrió, la situación parecía divertirle. - No me retes o juro que morirás aquí.

- No pienso luchar, no ahora. - Me libera de su agarre poco a poco, no podía dejar de mirarlo, quería entender que tramaba. Acaricia mi mejilla derecha desapareciendo ante mis ojos, solo podía sentir la lluvia caer sobre mi, mientras oía los pasos apresurados de ellos dos. La mano de Romina encima de mi hombro me trajo de nuevo a la realidad.

- ¿Por qué saliste así? - Me mira enojada, su tono de voz era nervioso y aliviado al mismo tiempo. - ¡Responde!

- La próxima vez que quieran tener sexo no lo hagan en mi cocina. - Aleja su mano de mi a causa de lo sorpresivo de mis palabras. Había vergüenza en su rostro, Klaus parecía enojado por la forma en la que había dicho aquello, voy por mi sombrilla, no tenía caso usarla ya pero tampoco la dejaría en medio de la calle, optó por tomar la de Lucius quizás la devolvería cuando nos volvamos a ver.

- ¿Por eso te fuiste así? - Me detengo al oír a mi amiga. - Lo siento deberíamos ser más cuidadosos.

- Ya no importa, - La miró de reojo dándole una sonrisa. - Después de lo que viví hoy pienso que algo como eso no importa tanto.

- ¿Qué viste? - Klaus se acerca sigilosamente hasta mi, temía por cómo podía reaccionar ante él. - ¿Qué te mostró?

- Sólo conocí a Caos, - Ambos se miraron con sorpresa. - Creo que Lucius no es un ser malo como pensamos.

No respondieron, se limitaron a verse las caras en silencio, quizás pensando que me había vuelto completamente loca.

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