Capítulo 3

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"Cada persona tiene en el corazón un vacío, una fisura, un sentimiento de abandono y de soledad."

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15/noviembre/2020 - 05:40 am. Guryong, Seúl.

La noche había huido como una rata, correteando hacía su sucia madriguera subterránea, abandonándolo en la soledad de esa lúgubre mañana. Las nubes negras se habían despejado, huyendo con el galope de la tormenta, dejando una escencia de húmedad en el ambiente y una incomodidad palpable en la piel del joven de cabellos rubios. Quien se encaminaba con pasos rápidos y ágiles por aquella avenida solitaria, tejiendo entre los edificios y casas, avistando uno que otro coche y algún vagabundo durmiendo en los callejones.

Un suspiro cansino escapó de sus agrietados labios, al tiempo que desviaba a la acera contraría, sus dientes castañeando ligeramente con las ráfagas heladas que azotaban contra su delgado cuerpo.

Los ojos le pesaban, la nariz le picaba anunciando un estornudo y sus mejillas ardían en llamas de rubor. Pink sabía que un resfrío estaría a la vuelta de la esquina y tenía claro que, cuándo llegara a su alquiler, debía tomar unos analgésicos o comprarlos en cualquier farmacia si no encontraba alguno. No obstante, se sentía tan cansado que esos pensamientos fueron al lugar más recondito de su cabeza, centrando su atención en llegar lo más rápido posible. Miraba en todas las direcciones, asegurándose de que ningún vagabundo o asaltante le persiguiera, preparándose mentalmente por si debería correr si algo salía mal.

En aquél distrito los robos eran el pan de cada día y Pink tenía la paranoia arraigada, con el miedo asentado en sus huesos. Miedo a un ladrón, a los callejeros agresivos o cualquier violador saturado de pornografía. Sus piernas temblaban con cada pequeño paso y él podía sentir perfectamente como el pantalón rozaba incomodamente sus pliegues, pegándose a su sensible piel. Se sentía sucio, incómodo, asqueado de si mismo y lo que había hecho. El sentimiento no era distinto al de todos los días; sin embargo, pese a la lucha en su interior, se permitió aferrarse a aquella chaqueta de cuero e inhaló hondo, embriagándose de la colonia que desprendía y desorientando por un ligero segundo sus sentidos.

Pink no terminaba de entender como alguien podía oler así de bien, con ese aroma a duraznos endulzando sus fosas nasales.

El rubio aún podía recordar a aquellos brazos fuertes y cálidos rodeándole, aquél torso duro contra las yemas de sus dedos y esos labios de caramelo sobre su piel, lamiendo cada racimo de su cuello. Recordó, también, con cierta incomodidad la despedida entre los dos. Se habían vestido en un silencio sepulcral, sin mirarse a los ojos, como si fueran dos niños penosos después de cometer una travesura. Pink tenía en claro como eran las cosas después de concluir con sus servicios sexuales, en un conocimiento acertado de cómo y qué pasaría. Era una rutina que se acompañaba de ciertos movimientos que él se sabía de memoria y nunca eran distintos. Ni una sola vez.

RAIN IN HELL | YoonMin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora