Capítulo 15

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[Advertencia: El capítulo a continuación posee contenido sexual explícito y escenas delicadas. Se recomienda discreción. Avísenme por favor si se encuentra completo el capítulo. :( ]

La noche es gris y la tristeza del cielo se abre como la boca de un muerto, con esa tenue llovizna que la acompaña como el manto del Ángel de la Muerte. No obstante, pese al sombrío panorama, es la fecha que más le gusta. Con aquéllos toques de melancolía, paz y nostalgia, y eso ella lo puede respirar en el ambiente desde que empezó diciembre. El teléfono reposa sobre su oído sostenido por su mano derecha y las frías ventiscas del inclemente invierno le hacen apretar el paso por aquélla cuadra deshabitada. La voz del otro lado del intercomunicador apenas es entendible por la mala señal y ella debe pedir, una y otra vez, que el chico repita la oración.

—¿Qué has dicho, Tae? —su tono sale cansado y arrastrado, al tiempo que echa breves ojeadas sobre su hombro en un gesto paranoico. Apenas puede hablar por el castañeo de sus dientes, sus manos tiemblan y la oficial tiene que reprimir el impulso de abrazarse asi misma para guardar un poco de calor corporal.

Irene está agotada. Sabe que ha sido un día lo suficientemente pesado como para pensar en solo llegar a su piso y beber una cuantas copas de vino, para luego echarse a dormir las horas convenientes para sentirse como nueva y volver a su rutina de siempre. Su jornada laboral consistió en procesar casos, completar informes y entregar paquetes que habían llegado temprano en la jefatura. El último siendo un trabajo que correspondía al conserje, pero cierto pelirrojo había solicitado el día libre por una gripe severa y por cuestiones de horario, le habían relevado aquello a la pobre mujer que tenía un montón de casos encima.

Ahora, después de completar todos sus labores, una caja de bombones reposa debajo de sus brazos y la correa de su pequeño bolso se encuentra cruzado sobre su hombro. Irene siempre fue amante de los postres y la variedad de dulces, complementos saturados de azúcar y de diferentes tamaños que hay en las pastelerías, más no es un secreto para nadie que los bombones son sus favoritos. Aunque prefiere comerlos con un buen trago de coñac o un merlot, se decidió comer unos cuántos en la estación y dejar lo sobrante para degustarlos con vino en la calidez de su hogar, aún cuando éstos ya poseían un alto grado de alcohol.

Ésta semana ha sido una bastante ajetreada y esos dulces son como una recompensa a su arduo trabajo. Últimamente, sus días se resumen en levantarse, ir a trabajar, volver, ver algo de televisión y dormir. Esa ha sido su rutina y está acabando con su cordura de a poco. El peso de sus malas costumbres alimenticias han hecho que los huesos de sus costillas, clavículas y muslos se noten más de lo debido y la piel de sus brazos se estiren de una forma raquítica, casi enferma. Sus ojos han perdido ese brillo de juventud y su personalidad –antes espontánea, divertida y atolondrada– se redujo a un montón de cenizas de amargura, desdicha y tristeza, como un fénix que se ahoga en su propio fluido corporal. Para muchos sería madurar, pero para la oficial fue perder una parte de ella que nunca recuperará.

RAIN IN HELL | YoonMin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora