RAIN IN HELL | YoonMin [+18]

Capítulo 17

Una extraña opresión en su pecho le ahoga. Su corazón late velozmente contra sus costillas, sudor frío le recorre la frente y un hormigueo desconocido hace que su estómago se sienta incómodo y adolorido; sin embargo, es una voz suave como el terciopelo lo que le hace ser consciente de si mismo una vez más.

Aquél cántico se oye lejano, como un eco que retumba en su cabeza para no dejarlo tranquilo, mientras intenta por todos los medios abrir los ojos, sus párpados pesando como si una fuerza mayor le impidiera estar despierto.

YoonGi, después de lo que parecieron largos minutos, logra su cometido, con su capacidad de razonar apenas funcionando y su mano yendo mecánicamente a su rostro para quitar los mechones largos que cubren su vista. Parpadea unas cuántas veces para mejorar su visión y un techo con un candelabro feo y minimalista es lo primero que observa. YoonGi cae en cuenta rápidamente de que no se encuentra en su habitación, sino en la sala de su departamento, recostado en una posición incómoda en el sofá de cuero. Su cuerpo está entumecido y cuando se dobla para sentarse, su espalda protesta y un siseo de dolor escapa de sus labios cuando siente una puntada en la zona posterior de su cabeza.

«¿Qué pasó anoche?» Se cuestiona, rebuscando en su memoria difusa algún recuerdo de lo último que hizo o qué le llevó a estar allí.

Lo único que viene a su mente es una memória borrosa de él conduciendo desesperado, luego viene otra en el ascensor, dónde se ve así mismo en el espejo del artefacto, observando por última vez su reflejo lamentable, pero después todo es negro. Una laguna vacía sin nada más que preguntas que ni YoonGi puede responder. Lo único en lo que puede concluir es que está cansado hasta los huesos y toda su anatomía se encuentra adolorida, como si un huracán le hubiese pasado encima. Ni siquiera es capaz de estirar sus brazos para aminorar la sensación de pesadez, sin tener que acallar los improperios que saltan en la punta de su lengua.

YoonGi se queda unos minutos en una posición medio sentada en el sofá, mirando todo a su alrededor sin observar nada realmente. La luz anaranjada del amanecer se cuela por las ventanas y alumbra toda la estancia. Su vista se posa en su abrigo, zapatos y teléfono que se encuentran cuidadosamente colocados en una esquina de la mesita de café. Con un ceño fruncido adornando su frente toma su móvil. YoonGi no se molesta en desbloquear la pantalla y solo echa un pequeño vistazo en el reloj para saber qué hora es.

"06:35 am" se vislumbra en letras blancas por encima de un fondo de pantalla con una foto de Yuànfén durmiendo sobre sus zapatos de trabajo. Es temprano aún, pero no tan temprano para el horario habitual que maneja el pelinegro, cuando él por lo general ya debería estar en la Estación de Policía despotricando y maldiciendo por tener un montón de trabajo, con tres tazas de café en su estómago y un cigarrillo entre la comisura de su boca. Sinceramente, él no se encuentra con anímos de ir a la Estación. Ni siquiera posee energías para levantarse de su lugar. No con su cabeza martilleando dolorosamente y el malestar haciendo la tarea de seguir manteniendo los ojos abiertos, imposible. Ve algunas cuantas llamadas pérdidas y algunos mensajes en su buzón, pero decide que los verá más tarde, cuando su malestar baje un poco.

YoonGi suelta un suspiro bajo y revuelve los mechones largos de su cabello para posarlos detrás de sus orejas, mientras se dispone a levantarse. Cuando sus pies descalzos tocan el suelo alfombrado, es sorprendido por la corriente de aire que se desliza por su torso. Frunciendo el ceño aún más, baja su mirada para hallarse con su parte superior desnuda y los pantalones a medio abrochar, la cinturilla de sus boxers saltando a la vista.

—¿Qué demonios...? –su voz sale ronca y pastosa, como si no la usara en días, con la confusión abriéndose un hueco más grande en su memoria y YoonGi aprieta el agarre inconscientemente sobre su teléfono.