Aquel mismo martes por la tarde, Ten se había quedado a comer y pasar la tarde en la casa de Haseul. El tailandés estaba tumbado en la cama de la chica jugueteando con el peluche de una jirafa que le había regalado en su cumpleaños cuando eran niños. Durante aquellos breves años en los que Haseul había dado el estirón y Ten no, siendo ella varios centímetros más alta que él.
Haseul, por el contrario, recorría de punta a punta su habitación impulsándose en la silla de ruedas de su escritorio mientras leía con atención en voz alta las páginas del Manual de Lee Chaeyong en su móvil.
—"Aquel príncipe que me conquiste, me conquistará con un pelo lacio, peinado como alguien de la realeza, rubio como los príncipes de los cuentos y con un olor que me recuerde a los momentos más felices que hemos pasado juntos." —Leyó Haseul. —Dios Ten, no me digas que vas a teñirte rubio por la mierda de manual este porque... —Se giró en dirección a Ten, que le esbozaba una pícara sonrisa mientras se levantaba entrando en el baño de la habitación de Haseul y salía con una toalla por los hombros.
—¡Me pongo en tus manos!
(...)
Volvieron del supermercado más cercano con una bolsa en la que traían el decolorante y un producto que no sabían muy bien qué era, pero que decía matizar cabellos rubios.
Ten se sentó en la silla del ordenador, se había cambiado la camisa que había llevado hoy a la universidad por una de las que se dejaba en casa de Haseul cuando dormía ahí, aquellas con publicidad o mensajes estúpidos que te regalaban.
—Na Haseul te juro que como me jodas el pelo...—Comenzó a hablar Ten.
—Eh, eh, que eres tu el que quiere ser rubio payaso. —Le dio una colleja en la nuca. —Si no haber ido a una peluquería como todo el mundo.
—¿Y qué me cobren un riñón cuando tú puedes hacérmelo gratis? —Haseul rodó los ojos mientras echaba los productos en el bol de plástico. Midió los mililitros de agua oxigenada, pero echó los polvos decolorantes a ojo y comenzó a mezclar.
—Pues si hoy te quedas a cenar, vas a pagar tú las pizzas.
—¿Comprar comida para ti y tu hermano? ¡Vosotros dos me arruináis más que un peluquero! —Haseul volvió a darle una colleja más fuerte esta vez y Ten soltó un quejido.
—¡Ay! —Se giraron los dos hacia la puerta de la habitación de Haseul que se abría en ese momento, dejando ver a su hermano pequeño tapándose los ojos.
—No sé que mierdas estáis haciendo los dos, —Habló el más joven. —Espero que no folléis mientas estoy en casa, pero...
—¡Jaemin! —Haseul se quejó y su hermano miró entre los dedos.
—Ah, genial, no estáis dándole al temita...—Se adentró en la habitación y Haseul se acercó a él con intención de darle en la nuca como había hecho con Ten.
—Qué asco das, pervertido. —Se quejó la morena. —¿Y qué mierda haces en mi cuarto? —Preguntó. Ten miraba la situación entretenido, Jaemin le caía bien.
—Vengo a pillar tu riñonera, caben más cosas que en la mía. —Abrió el armario de su hermana para rebuscar entre lo que tenía y sacar su riñonera negra. —Me marcho a la casa de Renjun a jugar a videojuegos, no sé a qué hora volveré.
—Uh... —Comenzó a bromear Haseul. —A casita de Renjun eh... ¿vais a hacer cosas gays? ¿Quién le da por culo a quién? —Ten y Haseul rieron a ver la expresión de Jaemin. —¡A qué molesta! ¿eh?
—¡Somos solo amigos, dios, que asco das noona! —Protestó Jaemin. —¡Y tú no te rías hyung!
—Bueno, bueno, lárgate ya pesado, y envíale un mensaje a mamá diciéndole que te vas. —Haseul continuó mezclando el decolorante y Jaemin caminó hasta la puerta.
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Manual de Lee Chaeyong |Ten; NCT|
FanficLee Chaeyong es una chica popular que tiene un secreto: escribe un manual sobre sí misma completamente detallado en el que apunta todo tipo de cosas; como qué tipo de chico le gusta, qué cosas le atraen, sus manías, defectos, fantasías y sueños; así...