Capítulo 15: Los Lee nunca serán trigo limpio.

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Haseul frunció el ceño. No podía entender lo que estaba pasando y cuando esperó a que Jaemin hablara, un enfermero dijo su nombre.

Se levantaron juntos y la morena le susurró a su hermano antes de llegar hasta el médico:

—Si te preguntan di que estábamos en casa haciendo el tonto y te comiste la pared. —Jaemin asintió. —Luego me cuentas.

Tuvieron que coserle cinco puntos de sutura en la frente; además de hacerle numerosas radiografías de la cabeza para verificar que todo estuviese bien y de la muñeca que le dolía.

Acabaron en urgencias cerca de las cinco de la mañana; y Jaemin no habló hasta que estuvieron caminando de vuelta a casa.

—No le digas nada a nadie. Ni a papá y mucho menos a mamá. —Suplicó el chico. —El otro día... cuando regresé por la mañana... Tampoco estaba con Jeno. —Haseul frunció el ceño. —Noona, me prestaron dinero y... estoy devolviendo el favor.

—¿De qué hablas? —Preguntó. —¿A quién debes dinero? —Haseul se paró en mitad de la acera. Estaba empezando a amanecer.

—No quiere mi dinero ya. —Dijo Jaemin.

—¿A quién? —Insistió. Se comenzaba a poner de mal humor y Jaemin suspiró antes de contar toda la historia.

—A Lee Taeyong. —Contestó.

—¡¿Qué?!

—Necesitaba dinero. Aposté en internet y... se me fue de las manos, ¡pero prometo que no lo he vuelto a hacer! —Haseul miraba a Jaemin enfadada pero preocupada al mismo tiempo.

—¿Y no puedes pedírmelo a mí? ¿O explicárselo a nuestros padres? ¿Eres gilipollas, Jaemin?

—¡No quería que supieran que debía 2.000.000 wones!

—¡¿Dos millones de wones?! —Gritó. —¡¿Estás loco?! ¡¿En qué apostaste?!

—Videojuegos. Estaba en el cibercafé y necesitaba hacer el pago de inmediato. Taeyong también estaba y... pagó mi deuda, ¡pero prometí devolvérselo! —Explicó. —Me dijo que no me preocupara por el dinero, que si le hacía un favor se olvidaría.

—¿Qué te pidió, Jaemin? —La preocupación no abandonaba su cuerpo. No entendía qué tenía que ver Lee Taeyong con todo esto.

—Es... confidencial.

—¿Confidencial? ¿Has acabado con cinco puntos en la frente que te dejarán cicatriz y me vienes con que es confidencial? —Dijo mosqueada. —¡O me lo explicas ya, o te llevo a la policía! —El chico se asustó. Sabía que no tenía que tomarse las amenazas de su hermana a la ligera. Así que tragó saliva nervioso y habló.

—Tuve que... venderles droga a unos amigos de Taeyong. —La voz de Jaemin sonaba débil y a Haseul le constaba entenderlo. Hablaba con miedo hacia el cuello de su camisa.

—¿Qué cojones...?

—Me dijo que si le llevaba la mercancía a unos amigos suyos, se olvidaría de la deuda. ¡Parecía fácil! Pero esos chicos eran... eran raros, ¡y violentos! —Haseul vio el miedo en los ojos de su hermano pequeño. —La primera vez me golpearon en el ojo, pero Taeyong me dijo que no lo había hecho bien. —Comenzó a llorar. —Tenía que ir hoy a la parte baja de la ciudad, junto al río. Era en un sótano y... —Haseul comprendió que le costaba hablar y abrazó a su hermano, que terminó de narrar aquello escondiendo el rostro en el hombro de su hermana.

—Si te llegan a pillar con eso, acabarías con la familia. —Puntuó Haseul.

—¡Lo sé! Pero era Taeyong, ¡era amigo tuyo y confié en él! —Explicó. —Me dijo que no corría peligro porque nadie repararía en un niño. —Los sollozos le partieron el corazón a Haseul. —Eran hombres mayores, el sótano estaba lleno de moho y olía fatal. No me querían dar el dinero, y Taeyong siempre me hace volver con el dinero.

—¿Te golpearon ellos? —Jaemin asintió. —¿Fueron los de la última vez? —Volvió a asentir.

—Eran tres. Olían mal y tenían los dientes amarillos. —Explicó. —Tengo miedo noona.

—Ya, ya, tranquilo Nana... —Haseul le abrazó con fuerza, arropándolo como a un niño pequeño. Jaemin tiritaba y la morena tenía ganas de llorar. —No vuelvas a hablar con ningún Lee, ¿vale? Ni Taeyong, ni su hermana ni sus padres. —Se separó de Jaemin y acunó su rostro entre sus manos. —Esa gente no es trigo limpio, le daré el dinero a Taeyong mañana y le diré que no vuelva a acercarse a ti. —Jaemin asintió.

—Gracias, gracias de verdad. —Volvió a abrazar a su hermana con fuerza y lloró.

—No vuelvas a ser irresponsable con el dinero y no confíes en nadie. —Habló Haseul. —Si necesitas cualquier cosa, soy tu hermana y voy a estar ahí aunque luego me cobre los favores y tengas que fregar los platos hasta que te vayas de casa. —Bromeó. —Y mamá y papá entenderán todo lo que te pase, Nana. Son nuestros padres, y es mejor un castigo que una paliza. —El chico asintió. —Anda vámonos a casa.

—P-pero... Cuando vean esto... —Jaemin señaló a su frente.

—Le volveremos a contar lo del hospital. Estabas haciendo el tonto con Jeno y Renjun y te comiste la pared. —Ella sonrió para tranquilizarle. —Vámonos. —Comenzaron a caminar juntos hacia casa mientras Jaemin acababa de limpiarse las últimas lágrimas del rostro. —¿Lo saben Jeno y Renjun? —Él negó.

—No... Solo te lo he contado a ti.

—Dios Nana... No te guardes todo para ti, son tus amigos y te irá bien hablar las cosas con ellos. Díselo y ves siempre con los dos, ¿vale? No quiero que vayas solo por ahí. —Haseul se encogió presa de la fría brisa de la mañana. —Y a la mínima, llama a la policía, no seas tonto.

—Sí... lo prometo, noona.

—Por cierto, —Jaemin miró a su hermana. —¿En cuanto estaba valorada la droga que esos hombres no te han pagado? ¿Cuánto le debes a Taeyong? —Jaemin se rascó la cabeza nervioso.

—Un millón de wones...

—¡¿Un qué?! —Haseul levantó la voz. —¡Ya lo creo que vas a fregar los platos hasta que me muera Na Jaemin!

(...)

Ten se acababa de despertar. No tenía ganas de salir de la cama. Revisó el móvil con la esperanza de encontrar un mensaje de Haseul o alguna llamada perdida suya como cada mañana; pero las únicas notificaciones que tenía eran mensajes que Chaeyong le había enviado la noche anterior.

Chaeyongie~

Teeeen~

No me has escrito desde ayer por la tarde

¿Adónde fuiste?

Teeen~

Oye no me ignores si no me contestas no podré dormir bien...

¿Estás con Haseul? Haha no creo...

No?

Ten??

Los novios tienen que prestar más atención a sus novias!! Haha

Es broma~

Te quiero <3

Ten leyó todos los mensajes, pero no tenía ganas de contestar. Dejó el móvil debajo de la almohada y se dio media vuelta. No podía dejar de pensar en Haseul; ¿qué le habría llevado a mentir así? Seguro que había sido ese chico nuevo...

No le daba buena espina que pasase tanto tiempo con su amiga y menos aún, que los dos se estuvieran volviendo tan cercanos. Aquel chico sería malo para Haseul, necesitaba alguien mejor, ¡como Taeyong!

Si Haseul saliera con Taeyong, los dos podrían ir a casa de los Lee y tener citas juntos; ellos bailarían y ellas mirarían, Haseul no dejaría de repetir que él no tenía huesos en el cuerpo como hacía siempre, pero luego se aburriría y estaría sumida en esos juegos del móvil en los que tenías que conducir a un muñeco de colores por circuitos vertiginosos.

Se colocó boca arriba mirando el techo y suspiro. Haseul, Haseul y más Haseul. ¡No pensaba en otra cosa!

Tenía que recuperar a su amiga cuanto antes.

Manual de Lee Chaeyong |Ten; NCT|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora