Capítulo 23: ¡Ya lo sabe todo el mundo!

253 42 21
                                    




—Sí que habéis tardado...—Habló Hayoung al verlos asomar por la puerta. —¿Ha pasado algo? —Haseul suspiró y miró a Ten de reojo.

—Sí, había mucha gente y... ¡la cola iba lentísima! —Inventó Haseul. —En fin, he traído tinte rojo. —Sacó el bote de tinte de la bolsa.

—¿No había un color más humillante? Como verde o algo así. —Habló Hayoung preparando lo necesario para teñir a Ten. Haseul volvió a encubrir a su amigo.

—No, desgraciadamente no había verde.

—Bueno no pasa nada, las cejas darán el toque. —Kun y Changkyun se rieron y Ten miró a Haseul en busca de ayuda.

—¿Las cejas también? No sé Hayoung... No quiero que me vean por ahí con... eso. —Señaló a Ten con una mueca y él rodó los ojos sarcásticamente. Desde luego Haseul tenía unas maneras de ayudarle un tanto extrañas. —Qué pensaran de nosotros por ir con el rarito de Ten que hace locuras porque ha terminado su relación con Chaeyong, ¡oh pobre loco de corazón roto! —Dramatizó.

—¿Cómo? —Kun, Changkyun y Hayoung miraron sorprendidos a Ten. —¿Has dejado a Chaeyong? —Preguntó Changkyun. Haseul se dio cuenta de lo que acababa de decir y se mordió los labios sin saber como sacar la pata de donde la había metido.

—Eh... Sí, no, bueno, o sea, no es que cortase con Chaeyong es que... no eh... —La morena miró a Ten y luego a sus amigos, que le dirigieron una mirada totalmente confundidos a los dos.

—Es igual, Hal. Tarde o temprano se enterarán. —Ten se aproximó a su amiga y le rodeó los hombros con el brazo. —Chicos, Haseul y yo estamos saliendo. —Haseul le dio un empujón a Ten para quitárselo de encima.

—Ah, ya era hora. —Dijo Hayoung. Los tres se tomaron la noticia como lo más normal del mundo y continuaron preparando las cosas para la tarde de peluquería.

—¡No! —Espetó Haseul. —O sea, ¡no tenías que empezar por ahí, por Zeus! —Miró a Ten y luego a los otros tres que ahora miraban divertidos al par. —¡Le dije que me gustaba, pero estaba con Chaeyong y nos la hemos encontrado de camino y ya no está con Chaeyong y..! —Explicó Haseul sin coger aire.

—Y ahora salís juntos. Es lo más normal del mundo, era obvio que os gustabais. —Se pronunció Changkyun.

—¡No! ¡No me lo ha pedido y yo no se lo he pedido a él! —Volvió a protestar Haseul.

—Ah, ¿tengo que pedírtelo? ¡Creí que había quedado claro que nos gustamos! —Ten miró a su amiga confuso.

—Bueno te podrías currar una cosa así como las pelis ¿no? —Dijo ella. El tailandés rodó los ojos.

—¿Y qué quieres que haga? —Preguntó.

—Venga, venga rapidito que se oxida el tinte. —Hayoung les metió prisas y Changkyun se acercó a los dos.

—Yo, Im Changkyun, por el poder que me he concedido ahora mismo, os declaro, novia y novio. Ahora a teñir a Ten.

(...)

Habían pasado todo el rato que Ten tuvo que esperar con el tinte en la cabeza charlando, pero se hizo tarde y se marcharon todos menos el teñido.

Los padres de Haseul habían pasado a por comida y ropa para Jaemin pero alertaron de que harían relevos para descansar y llegarían de vuelta a casa de madrugada para dormir.

La morena y su ahora oficialmente novio volvían a encontrarse en la bañera quitando los restos de tinte de color rojo de la cabeza de Ten.

—Dios Ten, ¿desde cuándo se te cae tanto el pelo? De verdad, vas a acabar calvo. —Exclamó.

—¡Desde que tú metiste las manos en mi cabeza y me teñiste del color de los pollos! —Se quejó.

—Sí, sí, lo que digas; pero el rojo te queda de puta madre. —Haseul cerró el grifo y tomo una toalla para ayudarle a Ten a secarse el pelo. —Ale, ya estás guapo otra vez. —Dijo cuando se pusieron de pie los dos frente al espejo.

Haseul terminó de peinar a Ten en su cuarto mientras él dibujaba en una libreta de la morena. Los dos estaban sentados en su cama con una serie de fondo en el portátil de Haseul a la que ninguno le estaba prestando atención. Le entretenía pasar los dedos por el pelo de Ten que, aun decolorado, había conseguido mantener sedoso, aunque sabía que terminaría con todas las cutículas de color carmesí.

—¿Qué estas dibujando? —Preguntó Haseul. —¿Ilustras alguna de tus fantasías se...?

—¡Hal! —Protestó Ten interrumpiéndola. —De verdad, ¡no sé por qué te cuento nada! ¡mejor el pelo verde! —Haseul comenzó a reírse de él como acostumbraba. Descendió su mano perfilando con sus dedos la mandíbula de Ten. Le acarició la nariz y detuvo sus caricias antes de llegar a sus finos labios.

Ten la miraba ensimismado; le gustaba la expresión de Haseul mientras le acariciaba, con las pupilas tan delatadas que sus ojos parecían completamente negros y los labios ligeramente entreabiertos. El tailandés decidió devolverle las cosquillas y pasó su dedo por los lunares de su rostro. Estaba repleta de pecas y lunares que se perdían entre las viejas marca de acné; definitivamente herencia de su madre cuyo cuerpo recubrían por completo lunares y pecas.

Con lentitud aproximaron sus rostros para besarse y los rozaron suavemente.

—¡Haseul, ya estoy en casa! —La voz de su madre se escuchó y la morena se irguió mordiéndose la lengua. ¡Qué oportuna! Los dos jóvenes bajaron a la entrada a recibirla ligeramente sonrojados.

—Mamá, ¿no vendrías de madrugada? —Preguntó confundida Haseul.

—Sí, bueno vengo antes para descansar más. Tu padre vendrá luego, no queremos dejar a Jaemin solo en el hospital y... —Dejó de pelear con los zapatos que llevaba y se detuvo al levantar la vista. —¡Ten! ¡Qué guapo con el pelo rojo! —El chico se sonrojó y le agradeció el cumplido. —¿Llevas todo el día con Haseul? —Él asintió. —¡Ay gracias por acompañarla siempre! ¡Eres un sol!

—Eh mamá, ¿por qué tantos cumplidos a Ten? ¿y yo qué, eh? —Pregunto Haseul. Los tres caminaron hacia la cocina donde la señora Na tomó un vaso para hacerse un té.

—Tú estás igual de fea siempre. —Bromeó. La morena adoptó una expresión de indignidad absoluta y su madre se rio. —Además, tengo que hacerle cumplidos a mi yerno. —Se acercó a Ten y le pellizcó las mejillas. —¡Las suegras y los yernos se tienen que llevar igual de bien que nosotros! ¿Verdad, Ten?

—¿Yerno? ¿Suegra? —Ten se rio tímidamente mientras Haseul cambiaba su expresión indignada por una de completa confusión. —¿Pero qué dices? ¿Estás bien? —Su madre le sonrió con picardía antes de hablar.

—No finjáis, ¡me lo ha contado todo Jaemin! —Ten tosió atragantándose y Haseul boquiabierta negó entrecerrando los ojos incrédula y dolida por la traición de su hermano pequeño.

— ¡Menudo bocazas! —Exclamó. —¡Voy a romperle las costillas que le quedan aún sanas yo misma cuando lo vea! —La señora Na se rio mientras continuaba preparando su té.

—¡No exageres! ¡No puedes romperle las costillas al padrino de tu boda!

— ¿Boda? ¡Ya te estás acelerando!

— ¡Déjame tener mi momento, Haseul! ¡Pim y yo llevamos soñando con este momento desde hace años! —Dejó el vaso sobre la encimera y abrazó a los dos chicos. —¡Tengo que empezar a adelgazar si quiero lucir maravillosa cuando os caséis al acabar la universidad!

—¡Echa el freno!

Manual de Lee Chaeyong |Ten; NCT|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora