Capítulo 16: No le toques ni un pelo a Nana.

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Aquel sábado había quedado para pasar la tarde con Chaeyong. Repetirían el mismo plan de todas las citas: una charla y un café. Pero habían pensado irse a un merendero cerca del río y llevar ellos su propia comida.

Llegó a las mesas de picnic, donde una animada Chaeyong le saludaba. Había traído miles de platos: tartaletas, bizcocho, galletas, fruta y gominolas. Ten llevaba dos termos con café y té.

—¡Hola! —La castaña se levantó y abrazó a Ten sonriente. Se había hecho una trenza y estaba guapísima. —¿De qué es el té? —Preguntó.

—Es un té de flores tailandés que toma mi madre. Esta riquísimo. —Explicó Ten.

—¡Vaya, té tailandés! —Chaeyong ayudó al chico a colocar los termos en la mesa y se sirvió un vaso. —¿Tiene un nombre tan largo como el tuyo? —Bromeó. —Lee...

—¡Leechaiyapornkul! —A Ten le divertía ver cómo a la castaña le costaba tanto pronunciar su nombre tailandés. No lo consideraba tan complicado una vez le pillabas el truquillo, pero a Ten le parecía adorable.

—¡Eso! ¡Menos mal que Ten es más practico! ¿Es tu segundo nombre o algo de eso? —Preguntó curiosa. El chico negó.

—No, es... un apodo. Me lo puso Haseul cuando éramos pequeños. —Explicó. El rostro de Chaeyong cambió y su semblante lucía mucho más serio. —¿Qué... te ocurre? —Preguntó.

—Siempre hablas de Haseul en nuestras citas... —Se abrazó a sí misma y jugueteó con los flecos de su suéter.

—¡No! Es que... ¡En todas mis historias también sale ella! ¡La conozco desde hace años! —Se rascó el cuello nervioso.

—Ojalá yo te conociera desde hace años. —Admitió Chaeyong.

—B-Bueno... Llevamos en la misma clase desde primero... eso son casi seis años... —Dijo Ten. Chaeyong comenzó a sonrojarse.

—¡No! ¡Bueno sí! ¡Es que...! —Ten se rio de su reacción. —Siempre he tenido una imagen de mi chico ideal... —La chica echó mano a su bolso y sacó de él aquel cuaderno que Ten conocía tan bien. —... y tú eres exactamente ese chico. —Suspiró. —En mi diario lo cuento y... ¡Eres perfecto! Arreglado, rubio, sin pendientes ni tatuajes y... —Ten sonrió con timidez. —Un momento, ¿tienes agujeros en las orejas? ¿has llevado pendientes? —Preguntó. El chico se tocó las orejas nervioso. Tenía nada más y nada menos que diez agujeros entre las dos orejas.

—Es... ¡Una tradición tailandesa! —Mintió. La chica le escuchó con atención. —Ya sabes, cosas de acupuntura del sur y... todo eso.

Ten soltó el aire al ver que se lo había tragado y suspiró. Tal vez Haseul tenía razón y ese Ten no era el verdadero Ten de siempre.

(...)

El lunes Haseul y Jaemin se fueron al instituto más pronto de lo normal. Llevaban el sobre con el dinero que faltaba para dejárselo a Taeyong en la taquilla. Haseul había tenido que romper la hucha que tenía para su independencia universitaria; todo el dinero que había recibido hacía unos meses por su cumpleaños se esfumaría en cuestión de segundos; pero tenía claro que lo recuperaría. No se olvidaría de que Jaemin ahora le tendría que devolver el dinero como castigo por su metedura de pata e inmadurez apostando. Y tal vez, con algunos intereses.

—Venga noona, déjalo ya. —Jaemin metió prisa a su hermana, que intentaba colar el sobre con el dinero por una de las rejillas de la taquilla de Lee Taeyong.

—¡Mierda Jaemin! —Haseul dirigió la vista a la entrada y se paralizó. La mismísima Chaeyong estaba entrando y Haseul dejó de intentar meter el sobre en la taquilla para esconder a Jaemin y darle un empujón haciéndolo entrar en el baño de las chicas. —¡Quédate en silencio! Me deshago de ella y dejamos el dinero. —Ordenó. Jaemin asustado asintió con la cabeza y permaneció en el baño de mujeres, mientras a Haseul le había sido inevitable ser vista junto a la taquilla de Taeyong por la castaña.

Chaeyong se aproximó a ella cambiando el semblante, la falsa sonrisa que presumía ante todo el instituto fue remplazada por una cara sería. Haseul jamás había visto a Chaeyong así.

—¿Qué haces ahí, Na Haseul? —Se detuvo delante de la morena. —¿Se te ha perdido algo delante de la taquilla de mi hermano? ¿Tu dignidad? —La castaña sonrió complacida mientras Haseul apretaba el sobre y ponía los ojos en blanco tras el nefasto intento de vacile de la otra chica.

—Eres patética.

—Más patética eres tú. Que ni tu supuesto "mejor amigo" te apoya. —Chaeyong se cruzó de hombros. —¿Qué se siente al saber que le importo más que vuestra sucia amistad?

—Mira gilipollas, —Habló enfadada. —No mereces que Ten esté contigo. Él será un idiota que no sabe ver las cosas, pero siempre será mi amigo. —Chaeyong se rio.

—Sí, ya veo lo "unidos" que estáis... ¿Habéis hablado mucho estos días? Por que Ten parecía muy ocupado entre mis piernas. —Sonrió triunfante y Haseul no pudo evitar reírse. Conocía a Ten de toda la vida, y sabía que él en realidad era bastante tímido y que aunque hubiese decorado su fachada para llamar la atención de Chaeyong, el chico seguía tan casto como la nieve.

—¿Pretendes que me crea esa gilipollez? Eres su novia desde hace dos días... Deja de dejarte por los suelos a ti misma, vales mucho más que eso Chaeyong. Valórate y mejora como persona porque es cuestión de tiempo que la gente empiece a ver lo podrida que estás por dentro. —La castaña apretó los dientes.

—Mira zorra, aléjate de Ten. —Amenazó. —O sufrirás las consecuencias de no dejar de entrometerte en nuestra relación. —Haseul se mordió la lengua para no decirle que solo se había fijado en Ten porque ella robó su estúpido manual. Aunque Ten hubiera sido un auténtico cretino con ella, no lo delataría ante su novia. Tendría paciencia, pues era cuestión de tiempo que todo lo que había entre aquellos dos se desmoronase.

En ese momento, más estudiantes comenzaron a caminar por los pasillos del instituto, entre ellos el mismo Taeyong. El enfado de Haseul creció al verlo acercarse hacia donde estaban las dos discutiendo.

—Y tu hermano y tú alejaos de mi Jaemin. —Le dio un golpe en el pecho a Chaeyong con la mano en la que tenía el sobre del dinero. La castaña lo tomó tambaleándose y Haseul miró a Taeyong. —De verdad, deja a Jaemin en paz. Tienes tu sucio dinero pero como le vuelva a pasar algo a mi hermano... —Se mordió las mejillas y Taeyong le miraba de una manera que solo conseguía enfadarla más.

En la mirada de Taeyong pudo identificar culpabilidad y un ápice de tristeza, en cambio, tan rápido como vio a Chaeyong, volvió a toparse con aquellos ojos pardos de arpía a los que le estaba cogiendo tanto asco.

Se marchó chocando su hombro con el de la chica de forma violenta y entró en el baño. Comenzó a llorar en silencio y su hermano le abrazó hasta que dejó de hacerlo. Salieron los dos al rato, vigilando que no había gente cerca que pudiese ver la extraña imagen de Jaemin saliendo del baño de chicas. Cada uno se marchó a su clase donde ya estaba todo el mundo pues el timbre que indicaba el inicio de las clases había sonado y quedaba poca gente en los pasillos.

La morena suspiro y abrió la puerta sonriéndole a Changkyun, Hayoung y Kun. Se sentó en su sitio sin saludar a Ten bajo la intensa mirada del chico y suspiró; le costaba hacerle frente porque cada vez que lo veía recordaba su charla con Changkyun y volvía a darle vueltas al tema de que le gustase el tailandés.

Trató de concentrarse en la clase cuando entró la profesora y dirigió la vista a la pizarra. En el camino de su mirada se colaba una Chaeyong que actuaba como la niña más buena del instituto con los estudiantes de alrededor. Y como si la castaña hubiese sentido los taladrantes ojos negros de Haseul en la nuca, se giró sonriente. Un escalofrío recorrió la espalda de la morena y Hayoung preocupada por el gesto le preguntó en voz baja si estaba bien. No podía negar, que los hermanos Lee comenzaban a intimidarla bastante.

Como algo más le pasase a Jaemin por culpa de algún Lee, explotaría.

Manual de Lee Chaeyong |Ten; NCT|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora