Llegó corriendo a las consultas del hospital donde le echaron una breve bronca por el alboroto. Ten se disculpó como pudo y con los ojos buscó cualquier rastro de Haseul. Aun tenía la llamada en curso porque durante el camino había querido tranquilizar a su amiga, así que recuperando el aliento le habló.
—Hal acabo de llegar, ¿en qué parte estás? —Se sorprendió cuando se cortó la llamada, así que frustrado trató de preguntar en la recepción, pero le pedirían el nombre de un paciente, y lo único que él sabía era que su mejor amiga estaba encerrada en un baño.
Antes de que Ten tuviese que hablar, se abrieron las puertas del ascensor que revelaron a una Haseul con el rostro enrojecido. El tailandés la vio y corrió hasta el ascensor antes de que saliera, la abrazó con fuerza y las puertas se cerraron.
Haseul se aferraba a la chaqueta del chico con fuerza mientras lloraba en su hombro y Ten, con su revoltijo de sentimientos porque estaba preocupado pero la había echado tanto de menos, la mantuvo entre sus brazos mientras enterraba el rostro en el cuello de la morena.
Haseul extendió el brazo y pulsó el botón de la planta 12. Ten la miró extrañado y, sin llegar a romper el abrazo le miró y secó su cara con el puño de las mangas de su camiseta.
—¿Por qué la 12, Hal? ¿Qué pasa en los quirófanos? —Preguntó. Ten conocía bien aquella planta del hospital. Había tenido un accidente y le tuvieron que operar de la rodilla, así que sabía qué esperaba en la planta 12.
El ascensor llegó y las puertas se abrieron. Haseul aun no soltaba a Ten, que salió del ascensor con su amiga agarrada a su cintura y bajo su brazo.
—Están operando a Jaemin. —Explicó la morena en voz baja. —Mis padres están en la sala de espera, durmiendo creo. —Comenzó a caminar y Ten la siguió.
Se detuvieron en un par de asientos que estaban en medio del pasillo. Haseul había dejado de llorar, pero aún sentada, seguía abrazada a Ten; descansando su cabeza en el pecho del chico que le rodeaba con el brazo la espalda.
—¿Qué ha pasado? ¿Por qué han tenido que operar a Nana? —Preguntó curioso. La chica tomo aire y contestó.
—Le han dado una paliza. Cuatro hombres en la calle han pegado a mi hermano como si no hubiera un mañana. —Explicó. —Lleva dos horas en el quirófano y aún queda. Tiene dos costillas y la nariz rota además de muchas otras heridas. Y es por mi puta culpa. —Añadió.
—Ey, ey, no... —Dijo Ten. Le tomó de la barbilla y levantó su rostro para mirarla a los ojos, que amenazaban con romper a llorar de nuevo. —¿^Por qué dices eso? No ha sido tu culpa... —Apretó levemente las manos de la chica entre las suyas para reconfortarla. Haseul suspiró.
—Ten... Sí que es en parte mi culpa. Hay un trozo de la historia que... no conoces y no te quiero contar. —El chico frunció el ceño. Le extrañaba todo aquel secretismo por su parte, pero no quería forzarla a hablar.
—Haseul puedes contarme absolutamente todo, lo sabes ¿no? —Hubo un silencio entre los dos antes de que ella se animara a hablar. Se sentó bien en la silla de plástico azul quitando sus manos de entre las de Ten.
—La última vez que quise contare algo que me preocupaba me dijiste que estaba mintiendo. —Susurró. Auch aquello había sido un golpe bajo para Ten. —No... no debería haberte llamado, perdona. Sé que mañana hay clase y es tarde y... —Ten interrumpió seco su discurso.
—Haseul eres lo mejor que tengo. Aunque tu hermano esté mal y no tengamos que hablar de cómo ha ido nuestra relación los últimos días... —Tomó aire y miró a la chica. —Lo voy a hacer. —Haseul le miraba seria. —He sido un completo gilipollas contigo, no tenía excusa alguna para haberme comportado así y sé que te lo he hecho pasar mal y me duele. Me duele y me jode no haber sido lo bastante maduro para tragarme mi puto orgullo y hablar contigo desde el minuto uno en el que discutimos. —Ten se lamió los labios y jugueteó con sus dedos. —Tendría que haber conocido las dos partes de la historia y posicionarme antes de tacharte de celosa. Tienes razón, conozco a Chaeyong desde hace dos días y es gracias a ti. —Dejó descansar su mano en la rodilla de la morena. —Te conozco desde siempre y sé que soy demasiado idiota. No me he dado cuenta de lo que tenía a mi lado hasta que he pasado una semana sin hablarte. —Suspiró. —Y si el precio de estar con Chaeyong es perderte, me quedo mil veces contigo. —Haseul le escuchaba atenta. Había ansiado tanto escuchar todo aquello de Ten, que se sentía mal por estár pensando en eso y no en el estado de su hermano. —Estoy cansado Hal. Cansado de tener que vestirme con ropa de niño pijo, de no llevar pulseras ni anillos, de... ¡este pelo de pollo que tengo! —Haseul se rio. —Nada en contra de la peluquera, eh. —Aclaró. —Perdóname Haseul porque me he comportado como un auténtico gilipollas ¿por qué? ¿por estar con Chaeyong en medio del campo comiendo sandía? ¡Dios odio la fruta y odio más no tenerte conmigo! —Se mantuvieron en silencio mientras se miraban un rato. —Cuéntame lo que quieras porque tengo claro que no voy a volver a dudar contigo nunca.
Haseul enterró su rostro entre sus manos, escondiéndose por completo.
—Te quiero Ten. —Murmuró contra las palmas de sus manos.
—¿Qué? ¿Qué has dicho? —Bromeó dejándose caer sobre ella. —Es que no te he escuchado bien.
—Cállate idiota, sí que has escuchado. —Demasiado habría expresado en aquellas dos breves palabras. No las volvería a repetir.
—¿Haseul diciéndole "te quiero" a alguien que no es ella misma o su perra? ¿Qué ocurre hoy? —Ten continuó bromeando, y Haseul agradeció tenerlo ahí para sacarle una sonrisa. —¿Se han alineado los planetas?
—¡Ay, de verdad! —Protestó. Le empujó con las manos y volvió a cubrirse el rostro. Estaba nerviosísima y sonrojada. No quería que Ten la viera e hiciera más preguntas de lo debido; Ten no interpretaría aquel "te quiero" como Haseul quería que lo interpretase.
—Yo también te quiero muchísimo, tonta. —Le abrazó y Haseul sonrió. Cómo deseaba que su "te quiero" fuera cargado de los mismos sentimientos que el suyo. —Pero eh, cuéntame, ¿por qué dices que es tu culpa?
A Haseul le volvió a golpear la realidad de repente. Quería contárselo a Ten, pero tenía sentimientos encontrados. ¿Debía? Sacudió la cabeza y desechó aquellos debates; o lo hacía ahora o no lo haría nunca.
—Jaemin le debía pasta a Taeyong. —Comenzó a explicar. Ten le miró sorprendido. —Sí, suena raro. Pero apostó a un juego y... no podía pagarlo. Taeyong le prestó el dinero pero no quiso que Jaemin se lo devolviera de la misma manera. —El tailandés comenzó a asustarse. —Le pidió ir a entregar droga. Dos veces. —Explicó. —La primera vez, le pegaron en la cara; me mintió y me dijo que había bebido con Jeno.
—¿Qué...? —Ten no daba crédito a lo que oía.
—La segunda me llamo desde el hospital porque se abría abierto la cabeza. —Suspiró. —Me preocupé y Nana me lo contó todo. Nuestros padres no saben nada de esto, así que Ten, por Zeus, nunca te he pedido que guardes un secreto tanto como este. —Haseul miró suplicante a su amigo que le asintió al instante. —Le habían robado la mercancía, iba a ser su última entrega pero esos tipos le pegaron y volvió sin droga y sin dinero. —Haseul continuaba narrando. —Le ayudé a saldar la deuda a la mañana siguiente y le iba a meter un sobre con el dinero en la taquilla a Taeyong para que no tuviera nada más que ver con Nana pero... —Se calló entonces y Ten la miró extrañado.
—¿Qué pasó Hal? ¿Taeyong te hizo algo? —Inquirió impaciente. Haseul negó.
—Me pilló Chaeyong. —Tragó saliva y Ten la escuchó con atención. —Me advirtió de que no me entrometiera en vuestra relación porque si no lo pagaría y... Vino Taeyong. Les di el dinero y les exigí que no tocaran a Jaemin. Pero hoy por la noche mi madre recibe una llamada del hospital. Cuatro hombres han pegado a mi hermano y se encuentra en urgencias apunto de ingresar en el quirófano. —La chica miró a su amigo. —Me lo advirtió, Ten. Y Taeyong o quien coño lleve esa puta mafia de locos ha mandado que peguen a mi hermano.
Ten guardaba silencio, sin saber cómo procesar toda aquella información. Era su novia de la que estaba hablando y Lee Taeyong que siempre le había parecido un grandísimo chico. Ten se frotó los ojos, cansado.
—Taeyong y Chaeyong... Esconden cosas. No son como pensaba y... —Suspiró. —De verdad, siento decirte esto. Sé que te gusta y es tu novia pero, tienes que creerme. Ahora sí por favor. —La chica le miró con ojos suplicantes. —No sé qué hacer.
—Te creo Haseul. —El tailandés la miró profundamente. —Estoy cansado de que Chaeyong no me deje ir contigo o hablarte y... No soy yo cuando estoy con ella. Si están metidos en toda esta mierda gorda, que te haya mentido para librarse de un puto trabajo de historia tiene aun más sentido. ¿Qué cojones pasa con los Lee, Hal? Tenemos que llamar a la policía.
—¡No! —Gritó. Ten le llamó la atención para que no levantara la voz en el hospital. —Perdón pero... No, no podemos hacer eso. Si los Lee están metidos en temas de droga, la policía pasará de nuestra cara. —Habló. —Les pueden comprar fácilmente Ten, y si vuelven a pagar algo con Jaemin yo no podría...
—Ya, ya, tranquila... —Ten la volvió a abrazar al ver que se alteraba. —Nos preocuparemos por Nana y cuando estemos bien, descansados y con la mente despejada pensamos qué hacer, ¿de acuerdo? —Haseul asintió. Y Ten condujo su cabeza hasta a pecho para que descansara mejor. —Duérmete.
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Manual de Lee Chaeyong |Ten; NCT|
Fiksi PenggemarLee Chaeyong es una chica popular que tiene un secreto: escribe un manual sobre sí misma completamente detallado en el que apunta todo tipo de cosas; como qué tipo de chico le gusta, qué cosas le atraen, sus manías, defectos, fantasías y sueños; así...