Capítulo 10

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"María José puede estar ahí afuera esperándote todavía"

"María José puede estar ahí afuera".

"Puede".

¿Por qué al escuchar esa grata noticia no estoy feliz, saltando y gritando de emoción? Porque al final todo eso se resume en un "puede" y no me quiero ilusionar tanto que al final la decepción sea mayor. Pasé cinco malditos años llorando por ella, porque no aparecía, porque no estaba conmigo, ¿y ahora qué regrese al pueblo, después de tanto tiempo, hay posibilidades de encontrarla?

"Mañana puedes regresar, Daniela, mañana sabrás quién es el protegido, pero ahora vuelve a tú casa, si viste lo mismo que Lucas, debes descansar".

Cierro los ojos y asiento ante esas palabras que vienen a mi mente de nuevo. Todo lo que pasó hoy me tiene muy confundida y atemorizada, lo mejor sería ir a descansar puesto que mañana será un día más difícil.

Todavía siento el diario de Poché en mi abdomen. No sé sí enseñarle eso al sheriff o no, creo que sería información útil, pero prefiero estar segura, no quiero perder tan fácil algo tan importante para mí.

—11:12.

Un grito sale del fondo de mi garganta y salto hacía a un lado alejándome de la vereda a mi izquierda. Maldita sea, de nuevo me asustaron.

—Debes acostumbrarte a nosotros, ¿no crees?— pregunta Robert mientras sostiene el teléfono de la pequeña cabina en la esquina de la calle. —No, este no es— mira a Rosalind con el ceño fruncido.

—Aparecen siempre de la nada, ¿cómo me voy a acostumbrar a eso?

—No aparecemos de la nada, simplemente no nos ves— Rosalind me responde de lo más tranquila mientras le muestra un papelito en blanco a Robert —Inténtalo de nuevo— dice.

Después de unos segundos, él suspira amargamente.

—Creo que ya entiendo porque no entraba la llamada, ¡me equivoqué en un número!— exclama aludiendo a su distracción.

—No, llamaste bien, es solo que no sirve el teléfono— Rosalind confiesa haciendo que Robert dejara de reír.

—Espera, ¿me hiciste llamar aquí para nada?— le pregunta y ella asienta. —Bueno, ahora al menos sabemos que llamar solo sirve en algunos teléfonos, no en todos— Robert vuelve a dejar el teléfono en su lugar. —¿Entonces ya no llamo a la pizza?

—No a todas horas servirá o estará a disposición— ella acaricia el mentón de su pareja con cariño para después darle un pequeño toque en la punta de su nariz. —Por eso tienes que llamar al horario adecuado, porque si pasa tan siquiera un minuto, cerrarán el local y ya no tendrás tiempo de pedir tu pizza.

—Oh, entonces a la próxima será— Robert deja caer sus hombros deprimido, pero a la vez despreocupado. —¿Ves la importancia de estar en el lugar adecuado y en el momento justo? Debes poner atención a eso, porque sí no, las consecuencias puedes ser catastróficas— concluye y sus palabras me hacen sentir escalofríos.

—Como el hambre de Robert.

—Como mi hambre— le da la razón a Rosalind acariciando su abdomen.

—¿Y eso qué significa?— me cruzo de brazos esperando una respuesta directa y entendible.

—Úsalo como una metáfora— Rosalind responde. Bien, esperé mucho de ellos.

Efecto Mariposa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora