Capítulo 12

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Al escuchar eso, Johan levanta poco a poco su cabeza antes de que sus ojos, adornados por unas grandes ojeras, se detuvieran en mí. Él me escanea con la mirada, una y otra vez, parece como si estuviera asimilando que este ahí... al igual que yo asimilo que lo vuelvo a ver.

—¿Johan?

—¿Daniela?

Decimos los dos al unísono. Yo sigo sin poder moverme, pasmada por la sorpresa de volver a verlo después de tanto tiempo. En realidad, nunca pensé que lo volvería a ver.

Johan se levanta con dificultad de la cama y, apoyada en esta, trata de mantenerse de pie. Al conseguirlo, da pasos torpes hacía a mí mientras se tambalea un poco y, antes de que pudiera decirle algo, sus brazos rodean mi cuerpo. Eso me deja aún más sorprendida. Nunca fuimos así de... cercanos.

—¿E-eres tú? ¿En verdad eres tú, Daniela?— pregunta pidiendo en el tono de su voz que fuera así. Sus manos se aferran cada vez más a mi espalda, como si no quisiera dejarme ir por ningún motivo.

—Sí, soy yo— respondo mirando a Hudson de reojo, aún sin corresponder el abrazo. El sheriff me mira con una ceja alzada y niego con mi cabeza. Ni siquiera yo sé que es lo que está pasando. —Johan, ¿te encuentras bien? ¿Qué te pasó?— le pregunto tomándolo de los brazos para separarlo de mí.

—H-he pasado tanto tiempo solo, aislado de todo el pueblo, sin nadie al quien confiar, con miedo a lo que me pasé, sin ninguna cara conocida y... ahora todo eso cambió— su cara, que antes notaba angustiada, se relaja mostrando una sonrisa. —¡No sabes cuánto me alegro de verte!

—Creo que es mejor dejarlo solos, necesitan tiempo— Hudson me susurra —Me dices después que información conseguiste— asiento y él sale de la habitación cerrando la puerta.

—¡Daniela!— su voz me desconcentra y de nuevo me abraza. Todo es tan raro, nunca imaginé que se pusiera así de feliz al verme, o que compartieramos un abrazo.

—Ven, vamos a sentarnos— propongo mientras lo tomo de la mano para guiarnos a la cama —Johan— lo llamo pero parece estar perdido en sus pensamientos —Ey, mírame— le pido tomándolo de la barbilla para que alzará su cabeza.

—Lo siento...— susurra despabilandose —¡Pero me emociona tanto el verte! Aún no lo puedo creer. Después de tanto tiempo... después de lo sucedido con Poché— su voz se apaga y se queda observando el suelo de madera.

Yo lo escaneo con la mirada sin poder asimilar aún que lo estoy viendo. Aunque hubieron muchas discusiones y peleas entre nosotros hace años, me alegra mucho volver a verlo y saber que está bien... dentro de lo que cabe.

—Poché, Poché, Poché, Poché, ¡Poché!— repite su nombre varias veces y cada vez sube más el volúmen.

—¿Johan?

—¡Eso es, Daniela! ¡Poché!— exclama como si hubiera descubierto el tesoro más valioso del mundo —Daniela, rápido, debemos ir a buscarla— se levanta de la cama de un salto y toma mis manos para que lo imite —Solo tú sabes lo que yo siento, solo tu puedes entender mi tristeza e impotencia— me toma de los brazos mirándome suplicante —Por favor, debemos hallarla, no aguanto un segundo más sin verla.

—Johan, tranquilízate— lo vuelvo a sentar —Ella... ella ya no está— tomo un respiro antes de poder decir eso, tragando el nudo que se había formando en mi garganta.

Johan abraza sus piernas mientras comienza a morder la uña de su dedo pulgar y su cabeza se mueve de un lado a otro en modo de negación.

—No es verdad, ella sigue ahí afuera, yo lo sé—  dice con molestia —¿Cómo puedes atreverte a decir eso? ¿Acaso no la amas? ¿Cómo pudiste perder la esperanza en encontrarla? Ella nos necesita ahora, debemos ir a ayudarla, y tú tienes que apoyarme. Tú...— antes de que pudiera seguir hablando, lo interrumpo tomándolo de los hombros.

Efecto Mariposa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora