Capítulo 41

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Suelto un pesado suspiro mientras dejo mi cuerpo acomodarse y rejalarse sobre el cómodo sofá de la sala.

Sigo sin conseguir sacarme de la cabeza lo que hablé hoy con Hudson y Lucas. Me cuesta creer que Benedict sea esa persona que se esconde detrás de aquella máscara, y no es porque desconfíe de la palabra de Johan, pero... yo no lo conozco.

Si hay algo que no puedo olvidar en el tiempo que llevo aquí, son todas las palabras que me ha dicho el Profeta en nuestros encuentros. Pero pensándolo mejor, esa duda, que antes tenía, se instala nuevamente en mí. ¿Y si mintió sobre qué lo conozco, pero en realidad no lo hago? ¿Y si solo dijo eso para confundirme? Tiene sentido eso, y más sabiendo lo que me han dicho Robert y Rosalind: a él le gusta jugar con tu mente.

Así que ahora estoy en un dilema... creerle a Johan o al Profeta. Después de todo, son dos personas que desconozco del todo y que no puedo confiar tan fácilmente.

Cierro mis ojos por un momento y dejo caer mi nuca sobre el respaldo del sillón mientras intento dejar de pensar en eso, al menos solo por unos minutos.

Después de que Lucas y Hudson compartieran esa información conmigo, decidí no quedarme a escuchar sus miles de ideas para a atrapar al Profeta, por primera vez no quería ser parte de eso. Todo me tiene tan estresada que ya me tiene en mi punto máximo.

Mientras acaricio a Ramón, quien esta dormido a un lado mío, me dedico a pasar mi vista por toda la sala, y aunque los muebles ya no sean los mismos en su mayoría, todavía siento ese toque de nostalgia cuando veo la habitación. Cuando recuerdo vivir aquí.

Recordar eso tan insignificante me hizo desbloquear otros momentos importantes, momentos que pase con Poché en esta misma habitación años atrás, ya sea cantando, bailando, jugando, viendo películas, contando historias todo el día... cualquier cosa. Todo lo que hacía era especial porque estaba con ella, pero ahora que no esta, ya no hay nada de eso.

[...]

—¿En qué piensas?— mi vista se va de aquella pared color crema y se detiene al momento de enfocar a Poché acercándose a mí hasta sentarse a un lado mío en el sofá.

Estaba pensando en el día que nos vayamos de aquí— le contesté haciendo que se me escapará una sonrisa tonta. —Ese es uno de tus sueños, ¿no? Salir de este pueblo— dije mientras la miraba expectante.

—Cualquier cosa que quiera hacer contigo en un futuro, para mi ya es un sueño, así que sí— confesó mientras recargaba su cabeza sobre mi hombro izquierdo. Al escucharla, no pude evitar sonreír más de lo que ya estaba haciéndolo.

—¿Y a dónde te gustaría ir a vivir?— pregunté con interés mientras tomaba su mano derecha y entrelazaba sus dedos con los míos.

—Si te soy sincera... no lo sé— confesó. —Pero me gustaría vivir cerca del mar. En este pueblo hay lagos y ríos, pero estos nunca se van a comparar con la intensidad del mar...— contestó mientras jugaba con nuestras manos.

—¿Sabes? Pienso igual que tú. Además en este pueblo la mayoría de las veces hace mucho frío, nos vendría bien algo de calor— comenté con una pequeña risa imaginando ya esa vida futura que tendré con Poché por el resto de mis días.

—Todo eso si conseguimos salir de aquí...— aunque fue un simple murmuró, su cercanía conmigo me permitió escucharlo.

Efecto Mariposa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora