Capítulo 52

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—Entonces... ¿por dónde empezamos?— fue lo que dijo.

—Si te soy sincera, ni siquiera yo lo sé— confieso. —Son tantas cosas que desconozco que se me hace difícil empezar por una— suspiro algo frustrada. No sé cuanto espere un momento así, ¿y lo primero que hago es desaprovecharlo? Ni siquiera yo lo puedo creer, pero me encuentro tan perdida que no puedo organizar bien mis pensamientos.

Siento la mirada de Poché sobre mí por varios segundos antes de alcance mi mano con la suya demostrándome que esa calidez especial en nuestras manos unidas sigue.
Cuando siento su palma derecha sobre mis nudillos, ella habla.

—Comienza con lo que más quieras saber— dice con una sonrisa. —Tenemos demasiado tiempo para hablar.

Escuchar eso provoca una sensación de malestar en mi estómago. Yo no lo creo, en cambio, pienso que el tiempo es algo que no tenemos y no podemos controlar. El tiempo siempre será nuestro dueño.

Tomo la mano que tiene sobre la mía, pero al tocarla, la aleja dejándome algo extrañada. Su actitud cambia de una tranquila a una nerviosa.

—¿Qué es lo qué quieres preguntarme?— vuelve a decir intentando sonreír mientras cierra su palma derecha. Parece como si mi toque le hubiese quemado la piel.

Pero lo entiendo.

—Todo este tiempo me he preguntando que has estado haciendo— hablo recordando las miles noches en vela donde el único pensamiento que rondaba en mi mente era Poché.

Siempre dormía a altas horas de la noche preguntándome a mi misma que era lo que le sucedió y si estaba bien o mal. Eso me atormentaba cada día desde que se fue.

Poché se remueve incómoda al oírme y una duda surge en sus ojos oscureciendolos más de lo que ya están. Parece ser que mi pedido no la hace tan feliz. Ver su rostro apagado solo me hace imaginar las formas en la que pudieron llegar a la lastimarla.

—Esta bien si no me lo dices— me adelanto antes de que la haga sentir menos cómoda. —No quiero que te sientas presionada a decírmelo. Quiero que te sientes bien conmigo— mis palabras la conmueven y sonrío al ver su expresión más tranquila.

—Es difícil tener una respuesta ya que mis recuerdos del primer año no están demasiado claros— comenta con una mueca. -—¿Y sabes? Prefiero que sea así... si no recuerdo ese periodo de tiempo, es por algo, ¿no lo crees?— sus ojos me buscan. La observo por un momento antes de asentir lentamente. También lo creo.

La mente borrara cualquier recuerdo con tal de protegernos a nosotros. Es un mecanismo bueno de defensa, pero a veces me da miedo pensarlo.

Nunca sabemos que ocultamos hasta que algo nos desbloquee eso.

Mi mano desocupada viaja hasta su cabello castaño, el cual peino detrás de su oreja lentamente sin romper ningún contacto visual.

—Es raro verte sin tu cabello pintado de azul— susurro en medio del cómodo silencio recordando la última vez que la vi.

Poché ríe y verla así de tranquila ocasiona que un cálido sentimiento cubra mi corazón. La amo tanto y duele, pero duele porque no puedo decírselo. O no por ahora.

—¿Acaso lo extrañas?— me pregunta alzando una ceja.

El cambio de ambiente me agrada, a pesar de dónde nos encontramos y en que circunstancias, me alegra saber que podamos crear un aura entre nosotras donde podamos estar a gusto y dejemos lo que sucede en el exterior a un lado.

Nunca con nadie podré tener lo que tengo con ella.

—No, me gustan los cambios— mi mano por fin se aleja de su rostro. Entre más contacto tengo con ella, mis sentimientos luchan más por salir, y no quiero eso, no quiero que se sienta incómoda.

Efecto Mariposa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora