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Estaba intentando poner total atención al texto de mi libro, pero cada minuto que pasaba me costaba aún más. No podía pensar en otra cosa que no fuera Poché. Eso me desesperó totalmente porque no podía quitármela de la mente.

Intentaba hacer un tedioso trabajo, pero me frustre al no poder concentrarme, así que hice todos mis cosas a un lado y dejé que mi cuerpo golpeara el colchón de mi cama. Tomé mi celular -el cual tenía a un lado mío- y comencé a buscar música para terminar el silencio que se había formado en mi casa después de que mis papás salieran de compras.

Cuando intente encontrar mis canciones favoritas, fruncí el ceño al recordar que ¡ninguna de las que me gustan en este momento han salido!

—Obviamente Daniela, estamos cinco años atrás— dije entre dientes mientras bloqueaba mi celular y suspiraba aburrida.

Miré hacía el techo de mi habitación y me debatía entre llamar a Poché o no hacerlo. Quería saber cómo estaba, y si se solucionó el problema entre ella, Johan y ese idiota, pero sus palabras seguían en mi mente reproduciéndose una y otra vez. ¡¿Por qué yo misma me torturaba de esa manera?!

O mejor aún, ¿por qué mi orgullo ahora sí aparece y con otras personas no lo hace? Pensé mientras cubría mi rostro con una almohada.

Pasaron algunos minutos hasta que una notificación hizo que me sentará en un segundo para ver de qué se trataba.

—Hmm— mordí mi labio al ver de quién era; Poché.

Pensaba en si contestarle o no su pequeño mensaje que solo consistía de un "hola", pero su foto en toda mi pantalla me interrumpió. Me estaba llamando.

Hice una mueca no tan segura de mi decisión e ignore la llamada.

Aunque quería saber de ella, no tenía muchos ánimos de hablar ahora, ya que no sabría que decirle o como comenzar una conversación.

Por alguna razón esas palabras no salían de mi cabeza porque, aunque ya haya arreglado las cosas con Johan, me pregunté si eso que dijo fue por un arranque de ira o porque así lo pensó. Al final viene siendo lo mismo, creo.

Se que este tiempo no me pertenece, pero ella sigue siendo Poché, sigue siendo la persona que amo, y sus palabras me afectaron.

Escondí mi rostro en mi almohada esperando que mis pensamientos desaparecieran por un momento. Ellos me hacen más daño que cualquier otra palabra.

No se cuanto tiempo pasé con mi cara escondida, pero me alarme cuando escuché un golpecito en mi ventana. Cuando alcé mi cabeza para ver de que se trataba, me quedé muda al ver a Poché con un pie dentro de mi habitación y otro fuera. Ella estaba sentada sobre el marco mientras hacía una expresión de sorpresa al ser sorprendida allanando mi casa.

—¡¿Qué estás haciendo?!— me exalte mientras me levantaba de mi cama para llegar hacía ella. —¿Por qué se te ocurrió escalar hasta mi ventana?— le reclamé. Tomé a Poché de los brazos para ayudarle a entrar a mi cuarto ya que le estaba costando un poco.

—No me contestabas, ¿qué querías?, ¿qué me quedará sin hacer nada? No señora, eso jamás— ella me respondió mientras se daba media vuelta para cerrar la ventana. —¿Sabes? Tienes que cerrar la ventana con seguro, es muy peligroso, mira como fácilmente he entrado yo— se quejó de mi poca responsabilidad mientras se adentraba a la habitación.

Cuando se detuvo a un lado de mi cama y a unos centímetros lejos de mí, me quedé en silencio al verla y ella al verme.

Era el primer silencio incómodo que había entre nosotras después de tanto tiempo, y gracias a eso me sentía extraña, sentía que nos estábamos alejando en vez de acercarnos.

Efecto Mariposa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora