Capítulo 15

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—¿U-Ustedes están...— trago saliva al no poder terminar la oración. No puedo creer que estén frente mío después de leer eso.

—Tranquila, tranquila, no pienses que somos fantasmas, o algo así— Robert alza sus manos con una sonrisa divertida —Estamos vivitos y coleando.

—Sobrevivimos al colapso de la mina como los otros mineros— Rosalind explica con una gran sonrisa, parece estar recordando todo lo sucedido —No fue una experiencia nada bonita pero el resultado fue gratificante.

—En realidad fue muy duro para todos, pero al final sobrevivimos, eso es lo importante, ¿no?— Robert toma asiento en una de las sillas al igual que Rosalind.

—Entonces... están... ¿vivos?— digo con delicadeza y ellos asienten —S-sí es así... ¿cómo es qué no regresaron al pueblo y dijeron que están vivos? O una mejor pregunta, ¿cómo es qué sobrevivieron?— hablo aún sin poder creerlo. Ahora mismo tengo más dudas que respuestas y eso me está matando.

—Interesantes preguntas, respuestas aún más interesantes— dice él mientras da una vuelta en la silla de rueditas, parece estar disfrutándolo.

—Mientras nos intentaban rescatar tratando de quitar las piedras de la entrada, nosotros habíamos descubiertos una red de túneles que habían en la misma mina que recorrían todo el pueblo y parte del bosque. Robert y yo guíabamos a los demás mineros por esos desconocidos caminos, no fue nada fácil pues nos perdíamos y encontrábamos callejones sin salida, pero al final logramos salir de las cuevas... tardamos aproximadamentes dos días y medio en conseguirlo. Nos encontrábamos varados en medio del bosque bajo un cielo anaranjado, nuestras ropas estaban rotas y polvorientas, además de que estábamos tanto sedientos como hambrientos, pero...— Rosalind se calla por un momento pensando en algo, después me mira —Tuvimos ese rayo de esperanza que ahora todos están teniendo.

—Ustedes... no me digan que...

—Sí— Robert me interrumpe —Por primera vez El Profeta hizo acto de presencia frente nosotros. Parece ser que llegó a sus oídos todo el asunto de la mina y nos estaba esperando en la salida. Nos habló de muchas cosas fantásticas, como es de costumbre— cuenta con algo de diversión —Pero tanto a mi como a Rosalind no nos interesaba sus cuentos, solo estábamos pendientes de la comida y agua que nos podía ofrecer ya que queríamos saciar nuestra feroz hambre y sed. Él Profeta nos guió por el bosque, en ese entonces él estaba solo, sin nadie a su espalda. Llegamos a una cabaña demasiado grande, parecía ser su vivienda. Alimentó a cada uno de nosotros y nos dio ropas limpias. Cuando ya estábamos mejor, nos llevó a una sala y comenzó a hablar sobre cosas que, sinceramente, eran ciertas. Rosalind y yo no somos creyentes... pero algo nos hizo quedarnos y escucharlo atentamente. Los mineros después de minutos de charlas cayeron rendidos a sus pies, parecía como si los hubiera hechizado. Nosotros...— se apuntó a él mismo y a su acompañante —Sabíamos que, además de reunir a gente, él Profeta nos buscaba para obtener lo que extraímos de las minas. Él sabía muy bien de nuestra llegada al pueblo y de nuestra expedición.

—En pocas palabras, El Profeta sabía lo que ocultaban aquellas minas y solo era de esperar para que alguien fuera por ello y así después quitárselo— Rosalind explica —Lo que estaba escondida era el reloj.

—¿El reloj?— pregunto extrañada mientras lo saco de mi pantalón.

—Lo encontramos en una pequeña caja en la tumba de un jefe de una tribu. Parece ser que fue traído por los ingleses, pero aún no lo sabemos del todo, no nos dio el tiempo de investigar porque se derrumbó la mina— Robert contesta con algo de molestia. Parece que le afecta mucho el no saber el trasfondo de eso —Pero... ese reloj es más que un simple reloj— él se levanta y se acerca a mí.

Efecto Mariposa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora