Capítulo 3

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El diario cae de mis manos y resuena contra el suelo de madera mientras doy pasos hacía atrás a causa de la impresión.

¿Qué carajos? Es lo único en lo que puedo pensar.

No puede ser real lo que leí, no puede estar pasando esto. Hoy es 5 de febrero del 2019, ¿por qué eso está escrito? No tiene nada sentido, nada.

Siento mi oído agudizarse a causa del silencio del lugar y los sonidos de unas manecillas se hacen presentes. Mi respiración se agita, empiezo a sudar frío y mi dedo índice, donde antes me corté, comienza a picar. Me siento extrañamente sola y encerrada, como si no pudiera salir de éste estrecho lugar.

Después de segundos que parecieron eternos, el sonido fuerte de un relámpago hizo que mi corazón saltara.

—¡Jueputa!— tapo mi boca al instante —Que susto...— bajo la mano a mi pecho, esperando que mis latidos se regularicen. Eso sonó muy duro, como si hubiera caído a un lado mío.

Escucho unos bajos maullidos acompañados de la puerta de la primera planta abrirse.

—¡¿Hay alguien aquí?!— la voz de una mujer me tranquiliza, seguro es Margarita.

Me acerco a la caja y comienzo a guardar todo lo que encontré anteriormente, la cierro y me pongo de pie para apagar la bombilla. Después, como pude, baje de las escaleras con la caja de cartón entre mi brazo. Al estar de nuevo en la segunda planta, camino a mi habitación para dejar las pertenencias de Poché sobre mi cama.

—¡Ya llame a la policía, así que no tienes escapatoria!— me alarmo al escucharla. Salgo del cuarto y bajo las escaleras con rapidez.

—¡Soy yo!— alzo mis manos tratando de mostrar que no soy para nada peligrosa al ver a Margarita en medio del pasillo con un sartén en manos.

—¿Y tú quien eres?— veo como aprieta más su agarre.

—¡Daniela Calle!— respondo mientras doy pasos hacía atrás al ver su pose amenazadora.

—¿Daniela Calle?

—S-sí, mi madre es María Fernanda Soto, ella me dijo que le había avisado que vendría y...

—¡Ah, Daniela Calle!— me interrumpe mientras baja su sartén haciendo que yo soltara un suspiro de alivio. Después se acerca a mi y me da un fuerte abrazo. —Perdón que actuara así, pero... últimamente desconfías de todo— añade al separarse de mi.

Margarita se da media vuelta y camina rumbo a la cocina. Yo inmediatamente la sigo.

—Tú mamá me contó hace semanas que tenías planeado volver a este pintoresco pueblo— dice con una pizca de sarcasmo mientras pone a calentar café —Pero pensé que, como no habías llegado temprano hoy, llegarías mañana por la mañana.

—Ah sí, respecto a eso, perdón, es que tuve algunos inconvenientes en mi trabajo pero al solucionarlos me vine hacia acá de inmediato sin ver la hora— explico al tomar asiento en una silla que hay frente a la mesa de madera.

—Entiendo, no pidas perdón por eso— me da una sonrisa amable mientras se sienta enfrente mío —Pero no recuerdo que tu mamá me haya dicho a que vienes— al oírla me remuevo incomoda en mi asiento —Está bien si no quieres contarme, lo respeto, solo me da curiosidad que alguien vuelva después de rehacer su vida fuera de aquí.

—Es que es algo muy personal y todavía no me siento cómoda al contarlo— juego con mis manos mientras mi vista se mantiene en ellas.

—Oh, no te preocupes cariño, todo estará bien— ella toma mi mano reconfortandome —Puedes quedarte el tiempo que gustes, a mí me vendría bien compañía, a veces el pequeño Ramón no siempre me hace caso— dice mientras apunta con su cabeza hacía la sala.

Efecto Mariposa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora