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Viernes 04 de Abril del 2014.
7:00 a.m.

—¡Daniela, Daniela! ¡baja a desayunar! ¡se te hará tarde!— mi mamá gritó a lo lejos. Yo la ignore y me escondí aún más dentro de las cobijas. Escuché pasos fuertes subir por las escaleras y después la puerta de mi habitación abrirse de un portazo, lo siguiente que sentí es como la manta sobre mi cuerpo desapareció. —¿Qué te sucede?, ¿por qué aún no estás lista?— preguntó mi mamá. Yo no la pude ver ya que le estaba dando la espalda.

—No quiero levantarme— susurré con voz débil mientras enterraba mi rostro en la almohada.

—Dani, cariño, ¿te encuentras bien?— sentí un peso en la cama a mi lado derecho. Yo asentí lentamente. —Dime la verdad, tú no estás bien y quiero saber el porqué— su mano cayó sobre mi cabello acariciandolo lentamente.

—Solo... no quiero ir a clases hoy, quiero quedarme en cama— murmuré sentándome para estar a la par. Mi mamá me miró fijamente, pero no dijo nada. Creo que dedujo que no lograría hacerme hablar.

—Está bien, solo por hoy, pero mañana irás, ¿de acuerdo?— asentí y ella se acercó a darme un beso en la frente. —Igual baja para desayunar, Dani— dijo por último antes de salir por mi habitación. Yo suspiré y volví a acostarme en la cama.

[...]

Bajé las escaleras cuidadosamente, habían pasado algunas horas desde que decidí quedarme en cama. Sabía que las clases ya habían acabado, así que le envié mensajes a Poché, pero ninguno contestó, así que me preocupé demasiado, por eso ahora estoy tratando de salir de mi casa sin que mi mamá se de cuen...

—¿A dónde vas?— preguntó asomando su cabeza por el respaldo del sofá. Maldecí internamente, ¿acaso tiene ojos en la espalda? ¡Ella estaba demasiado concentrada viendo la televisión!

—A dónde Poché, ella no me ha contestado mis mensajes, iré a su casa a buscarla y ver como está— confesé algo nerviosa. ¿Todavía seguirá ese castigo tonto?

—Mmm— ella lo pensó por algunos segundos, pero después suspiró —Recuerda que tienes que regresar temprano, ¿bien?— ella mencionó y yo asentí aún con mi mano sobre la manija de la puerta de entrada.

—Está bien, tenlo por hecho, ¡nos vemos más tarde para la cena!— grité antes de salir de casa. Bajé los escalones del porche y recorrí el jardín lleno de rosas rojas tomando en el camino a mi bicicleta, la cual estaba tirada sobre el césped. Me subí a ésta, no sin antes conectar mis audífonos en mi celular y guardarlo en uno de los bolsillos de mi suéter para así ir escuchando música mientras llegó a la casa de Poché. Mientras iba pedaleando me preguntaba que estaba haciendo. En todo el día no dio señales de vida y eso me mantiene algo preocupada... solo espero y esté en su casa. Cuando llegué a su calle, bajé la velocidad hasta soltar la bicicleta enfrente de su jardín para así bajarme e ir trotando a la puerta de su casa. Toque dos veces la puerta esperando impaciente que alguien la abriera.

—¡Juan Carlos! Hola, ¿cómo está?— lo saludé alegremente al ver tras la puerta.

—Buenas tardes, Daniela, muy bien, ¿y tú?— preguntó mientras se recargaba en el marco de la puerta. —¿Quieres pasar?

—Eh, no, gracias, solo venía a preguntar si Poché estaba— contesté y Juan Carlos negó.

—Me avisó diciendo que no iba a llegar a casa temprano, pensé que estarías con ella— él mencionó y mi preocupación aumentó.

Efecto Mariposa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora