Flashback.

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 "Caramelos y sonrisas"

Felix entró a la habitación, encontrándose con Belle en la misma posición que hace 10 minutos (desde que había comenzado el recreo), mirando a la pared blanca como si fuese lo más entretenido del mundo. Dio un largo y audible suspiro que ella siquiera notó.

 Se acercó a su banco y tiró encima una gran bolsa repleta de caramelos de todos colores y sabores, esa que había comprado hace unos pocos minutos. Ella se asustó por el gran estruendo que causó y miró al causante de tal sonido.

-¿Qué es esto? -preguntó la muchacha, agarrando la bolsa como si fuera algo completamente desconocido.

-Caramelos -respondió obvio. Sin embargo, cuando Belle iba a tomar la bolsa para abrirla y robar algún dulce de allí adentro, Felix se la sacó de las manos para que no pudiese sacar nada- Igual no te daré nada.

-¿Entonces solo los trajiste para mostrármelos?

-Te daré un caramelo por cada vez que sonrías -agregó el muchacho, elevando la bolsa por más de que Belle no haya intentado tomarla.

 Ella lo miró con la expresión neutral que había tenido en todo el día. Las cosas no iban muy bien, ni en su casa, ni en sus notas, ni en su vida de por si. Pero no tenía ganas de gritarle a nadie (como la vez pasada), solo quería que nadie la molestara y sumergirse en si misma.

-Vamos -insistió Felix, agitando la bolsa en el aire- Intenta sacármela o algo.

-¿Puedes dejarme en mi sufrimiento? -respondió Belle. Claro que estaba exagerando (o algo así), pero tampoco trataría mal al chico otra vez.

-No seas tonta.

 Felix se sentó a su lado mientras ella lo miraba atento. Él la miró a los ojos como si la cosa fuera seria, y cuando Belle ya estaba empezando a incomodarse por el cercano contacto, Felix picó su panza para hacerse cosquillas. Sabía perfectamente que ella las odiaba, pero le hacían reír tanto que no paraba.

 La muchacha dio un salto por el contacto, sonriendo como reflejo. Entonces, en ese momento, Felix sacó un caramelo de la bolsa y se lo entregó. Ella miró el dulce algo desinteresada, pero se enfocó en él como si no existiera nada más, haciendo que Felix vuelva a picar su panza logrando otra risa.

-Te dije que te daré un caramelo por cada vez que sonrías -repitió, sacando otro caramelo- Son tus favoritos, así que sonríe. -insistió brindándole él una sonrisa a ella.

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-¿A dónde vas? -preguntó Felix cuando vio a Belle caminar con su mochila colgada de sus hombros hacia la dirección de su hogar.

-A mi casa -respondió obvia pero sin ganas. No tenía otro lugar a dónde ir.

-No, no no -respondió acercándose a la muchacha y tomando su mochila para tirar de ella como si estuviera tirando a un niño de jardín- Vamos por un helado.

 Felix no dejó a Belle negarse, puesto a que aún seguía tirando de su mochila sin dejarle otra opción más que la de caminar hacia la dirección que él la guiaba.

  Llegaron a la plaza más cercana, una repleta de juegos y bancos de madera para poder pasar la tarde, y tomaron asiento en uno de ellos. Felix observó que Belle traía la misma expresión de "nada" y le hizo un ligero puchero.

 Ella siquiera miró al muchacho haciendo esa tierna expresión, se dedicaba a contar las hormigas que se encontraban pasando en fila por el suelo cerca de sus pies. Sin darse cuenta, ya casi tenía los ojos llorosos una vez más por los pensamientos torpemente a su cabeza.

 Felix giró su cabeza a un costado como si fuera un perrito, y sin saber mucho qué hacer, solo se acercó a la cara de la muchacha. Estaban tan cerca que la nariz de Felix casi tocaba la mejilla de Belle. Era una escena tan dulce, digna de una novela.

-¿Qué haces? -dio un salto Belle al darse cuenta de la poca distancia- ¿Estás loco? -sentía sus mejillas arden peor que fuego.

-Estaba captando tu atención, y ahora que la tengo, vamos por el helado -respondió sonriendole, haciendo que inconscientemente ella sonría por igual.

 Fueron a la heladería que quedaba (de forma literal) a una cuadra de la plaza y compraron un cono de helado cada uno. Felix pidió de vainilla y Belle de chocolate, sabores clásicos sin dar más vueltas.

 Belle escuchaba las anécdotas de Felix sin interrumpir ninguna historia, de vez en cuando soltaba unas notorias carcajadas con las ocurrencias que él decía. Contaba la vergüenza que había pasado en su antiguo colegio, cuando estuvo con la remera del uniforme al revés todo el día, cuando una chica le dijo que le gustaba y la había visto solo dos veces en la vida, la vez que su madre le regaló en una navidad una camisa que siquiera le entraba y cómo la rompió cuando quiso probársela. Cada historia oía con atención.

-Tómalo -dijo Felix, entregando su helado.

-Cómelo, es tuyo -respondió Belle. Ella ya traía una natural sonrisa en su rostro, habiendo olvidado todo lo que le hacía llorar.

-Te lo regalo.

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 Más de las nueve de la noche se había hecho presente y ambos debían volver a casa. Y eso hicieron. Felix acompañó como un caballero a Belle a su hogar mientras le contaba todos los malos chistes que se le ocurría, pero ella reía de igual forma.

 Cuando llegaron a la puerta de los problemas de Belle, ella le sonrió a Felix tan ampliamente que él lo hizo también. 

-Gracias por hoy -dijo Belle. Sus mejillas estaban rojas, lo estuvieron todo el día, pero se sentía cómoda- En serio, gracias.

 Él tomó su muñeca izquierda y allí apoyó otra bolsa de dulces de gran tamaño, para luego volver a mirarla y sonreirle.

-Belle, cada vez que te sientas triste, agarra uno y acuérdate de mí o de alguna tontería que te haya dicho hoy. Y sonríe. -le dijo mientras ella lo miraba con un ligero brillo en sus ojos- Y si eso no sirve, llámame y vendré.

 Belle no alcanzó a responder nada que los brazos de Felix ya estaban alrededor de su cuerpo en un gran abrazo. Ella apoyó su cabeza su hombro, deseando que ese abrazo no acabara jamás. Sin embargo, acabó.

 Él besó la frente de Belle y le sonrió una vez más para luego darse la vuelta y volver a su hogar para recibir el sermón de su madre por el horario en el que llegaba. Ella entró en su hogar, sonriendo como si fuera su mejor cumpleaños y fue hacia su habitación con la bolsa de caramelos en su mano.

10 reasons to love you || Lee FelixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora