Flashback.

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 Felix y Belle comenzaron a pasar casi todos los fines de semana juntos. Claramente seguían en el colegio, compartiendo el mismo año y el mismo grupo, pero para ellos no era suficiente que se vieran 5 días de 7.

 Si no se encontraban en la plaza como habían quedado días anteriores, Felix la pasaba a buscar por su hogar caminando y se dirigían a ninguna parte entre risas y conversaciones que podían volverse serias o no. Debía ser un caso muy especial por la cual no estuvieran juntos los sábados, e incluso algunos domingos.

 Hoy no era la excepción y Felix pasó a buscar a Belle por la tarde del sábado para ir a caminar por donde sea. Como la bicicleta de él se le había pinchado una rueda, tuvieron que suspender el andar por la ciudad, y se conformaban por visitar tiendas para distraerse.

 Tocó la puerta de la casa y Belle abrió a los pocos segundos. Traía un short de jean y una remera de encaje blanca, esa remera que el mismo Felix le regaló para su cumpleaños.

-Tarde -dijo Belle al salir de la casa, cerrando la puerta cuando llegó afuera- Excusa -exigió.

-No quería verte.

-Mentiras -rió Belle.

 Ambos rieron, como ya se hacía costumbre, y salieron por su caminata por la ciudad.

 Como siempre, no tenían un lugar planeado y específico para ir. Sin embargo, Belle le había insistido al muchacho ir a una tienda de juegos que había abierto hace unos pocos días. Felix nunca se negó puesto a que quería ir también, pero no lo había hecho debido a que suponía que el lugar se encontraba lleno al ser nuevo.

 Las cuadras pasaban y ambos adolescentes iban cantando canciones de comerciales, golpeándose entre ellos por suma gracia y escuchando las tonterías o malos chistes que el otro tenía para decirle. El tiempo pasaba tan rápido al igual que las cuadras que caminaban.

 Cuando llegaron al local (una tienda pintada de rojo que ya desde fuera se podía observar los diversas maquinas de juegos debido a los grandes ventanales de vidrio), Felix compró una tarjeta que ambos recargaron con dinero para poder jugar.

-¡Allí! -señaló Belle a un juego parecido al Mortal Kombat que se mostraba en una de las máquinas, con los personajes saltando en la pantalla como si estuvieran a punto de golpearse- ¡Juguemos ese!

 Felix siguió a su contraria por detrás ya que no alcanzó a responderle algo que ella ya se estaba dirigiendo al juego para usarlo. Cuando llegó a su lado en la máquina, pasó la tarjeta por donde debía, dando inicio al juego luego del conteo.

-¿Listo para perder? -preguntó Felix, tomando los controles- No llores luego.

-Si tu dices... -respondió con gracia.

 Así se les pasó la tarde, la mayor parte de ella, jugando a todos los juegos hasta que el dinero no les bastara siquiera para comprase un solo caramelo de 5 centavos. Entre risas y quejas de que perdieron y/o ganaron se pasaron todo el rato.

 Volvieron a caminar fuera del local cuando el reloj marcaba más de las 20:30, no porque debían volver, sino porque ya habían jugado a todo lo que allí había (sumado a los 0,40 centavos que les quedaban en la tarjeta) y se estaban aburriendo.

-¿Y ahora? -preguntó Felix.

-Comemos hasta explotar -respondió Belle- Cocinaré algo en casa ahora que mis padres no están.

 Volvieron al lugar de inicio: la casa de Belle. Y como ella tenía todo lo necesario para hacer pizza no debieron gastar el dinero que no tenían, solo era Felix que se quejaba de ella diciendo que no cocinara porque se prendería fuego la cocina.

 Buscaron por todos los muebles lo necesario para elaborar lo que querían e intentaron hacerlo, pero más bien, la harina terminó mayormente en el suelo, la sal tirada por toda la cocina y la salsa esparcida por toda la mesa.

-¡Felix, deja de comerte el queso que no hay más! -gritó Belle con la cara llena de harina que le había tirado el nombrado antiguamente.

 Él no hizo caso a lo que la dueña de la casa le dijo y volvió a comerse otro pedazo de queso que se encontraba cortado. Ante esto, ella le tiró una cuchara (con la que le estaba poniendo la salsa a la pizza) que pegó en la mejilla del chico de pecas.

-¡Belle!

-Ups -dijo con sarcasmo, haciéndose la distraída y metiendo la pizza cruda al horno.

 Felix se acercó a la chica por la espalda y comenzó a hacerle cosquillas cuando dejó la pizza para que se cocinara. Ella brindaba algunos golpes por impulso para que dejara de hacerle eso, pero no se detuvo de igual forma hasta que se disculpó por el golpe de la cuchara.

 La masa se había calentado y la mitad de la pizza ya se la habían comido a los pocos minutos de sacarla del horno. Siguieron con el resto hasta que no quedó más nada que migajas y algo de queso que había caído.

-Estoy ofendido -dijo Felix.- Te comiste el último pedazo.

-Jódete por lento -le respondió con la boca llena mientras un poco de queso derretido colgaba de su mejilla derecha.

 Felix, riendo, le sacó eso y miró a la muchacha con suma atención como si la estuviera conociendo nuevamente. Sus pequeños ojos largaron un poco de brillo y una sonrisa sin mostrar los dientes tan tierna se encontraba en su rostro que parecía una maravilla del mundo.

-¿Qué te ocurre? -preguntó Belle mientras se sorprendía de la mirada de su compañero- ¿Nunca viste a una dama con clase como yo comer?

 Él volvió a largar una risita y miró al suelo mientras lo hacía, luego volvió a mirar a Belle para soltar un:

-Me gusta esta versión de Belle.

10 reasons to love you || Lee FelixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora