Flashback.

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 "Niña tonta"

Belle golpeó la puerta de la casa de Felix, solía ir allí algunos fines de semana para pasar el rato, pero nunca había ido un miércoles.

 La maravillosa madre del muchacha le abrió la puerta junto a una genuina sonrisa, diciéndole que pasara sin problemas y que su amigo se encontraba en su habitación junto a su celular. Ella le agradeció y se dirigió a la habitación.

 Siquiera golpeó la puerta, solo entró con ese sobre en la mano y expresiones neutrales que un adolescentes que recibe esa gran noticia no tendría jamás.

 Felix se asustó por el estruendo de la puerta y miró a la muchacha allí con cara de miedo, pero al darse cuenta de quien era solo bajó la guardia y la invitó a pasar y a sentarse a un lado de él sobre la cama.

 Belle volvió a hacer lo pedido, y antes de decir siquiera un "hola" le entregó lo que traía en mano sin más explicaciones.

 El chico de pecas sacó el papel del sobre ya abierto, encontrándose con una carta de puño y letra firmada abajo por el entrenador de voleyball del equipo nacional junior de Australia. Esta decía que invitaba a Belle a ser entrenada por ellos por el periodo de dos meses para luego ser probada y debutada en el dichoso equipo nacional.

 Él le sonrió con el mayor orgullo que alguien pudiera sentir, pero cuando se dio cuenta que Belle no traía la misma expresión de felicidad que él, comprendió que algo no andaba bien.

-¿Qué ocurre, Belly? -preguntó el muchacho, dejando su móvil a un lado y acercándose más a la nombrada.- ¡Esto es fantástico!

 Ella hizo una mueca de disgusto antes que una sonrisa y agachó su mirada hasta las sabanas, haciendo que su cabello caiga para delante así cubrirle todo el rostro. Traía tal mezcla de sentimientos encima que era casi inexplicable, no sabía si se sentía feliz, triste, enojada o eufórica.

 Felix pensó por un segundo, y tuvo ese loco pensamiento de creer que era una simple broma de mal gusto. Entonces volvió a mirar la carta y confirmar que realmente era el entrenador junto a su firma y aclaración.

 Entonces, al volver a mirarla, comprendió.

-No lo quieres, ¿verdad? -preguntó con un tono de voz muy leve.

 Ella no respondió, sabía que si miraba a Felix vería esa expresión de desilusión que usualmente intentaba evitar de todas las personas en el mundo. Entonces solo suspiró como respuesta.

-No entiendo, Belle... -comenzó Felix- Realmente no lo hago.

 Ahora quien traía un huracán de sentimientos era él. 

 Había visto a su mejor amiga matarse en los entrenamientos, siempre asistir a los partidos por más de que su cabeza volara de fiebre o el resfriado que cargaba no la dejara moverse con tranquilidad. La había visto llorar de felicidad cuando ganaban los partidos y llorar de tristeza cuando perdía o cometía un error.

 Él mismo siempre asistía a todos los partidos, sea en donde sea que se jugaran, solo para verla disfrutar y sonreír. Siempre se enorgullecía de lo talentosa que la chica era.

 ¿Y ahora?

-Tampoco yo lo hago, Felix -respondió, levantando su cabeza con algunos de sus cabellos en la cara- Créeme que yo tampoco me entiendo.

-¿Cuando te llegó esto?

-Hoy mismo, en el entrenamiento antes de venir aquí.

 Él no había prestado atención que ella estaba vestida con el uniforme correspondiente a una jugadora, con la remera blanca de bordes azules junto a su característico número 27 en el pecho y pantalón deportivo corto color azul. Hasta tenía puesto las rodilleras aún.

-Me llegó junto a un formulario para una beca deportiva que se quedó la directora -agregó Belle.

-¿Y entonces? -Felix no tenía ni la menor de la ideas de qué decir o de qué hacer. Para él, no era una noticia digna de disgusto- ¿Cuál es el problema?

-Que no es mi sueño -soltó Belle sin más vueltas- No me mal interpretes. Amo lo que hago, amo este deporte. Pero no puedo verme haciéndolo toda una vida, entrenando toda la vida. Lo mismo una y otra vez.

-¿Quién te dijo que es así? -preguntó. Claramente, así era, sea el deporte que sea, pero tenía un porcentaje de ganas de convencer a Belle que no era tan malo.

-Mis padres aún no lo saben, se volverían locos si se enteraran. El entrenador y las chicas me felicitaron, incluso me ofrecieron hacerme una fiesta. Hasta la directora vino como loca de la felicidad -Belle rió algo sin ganas, ocultando que se sentía culpable- Lo pienso por un segundo y digo: tal vez no sea tan malo, tal vez sea lo mejor.

-¿Y la otra parte del tiempo?

-Recapacito.

 Felix sonrió un poco sin mostrar sus dientes, brindando una sonrisa reconfortante, y corrió con su mano derecha un mechón rebelde de cabello de la cara de su contraria para dejarlo detrás de su oreja. Ya estaba comprendiendo lo que pasaba.

-¿Qué quieres? -preguntó el muchacho- Ignora a tus padres, a todos los que están a tu alrededor, ignorame si te sirve. Dime qué es lo que tu quieres.

-Vas a burlarte -dijo Belle. Había pensado por años y años que era lo que ella quería, pero nunca tenía el valor de decirlo. Solo estaba esperando hasta que llegara el día de elegir universidad.

-¿En serio crees que voy a burlarme? -rió con sarcasmo- Vamos, Belle, como si no me conocieras.

-Quiero ser escritora -soltó Belle, como si se quitara un peso de encima- Cuando terminara el colegio pensaba en inscribirme a la Universidad de Letras y Artes. Aún no se lo había dicho a nadie, pensaba extenderlo así mis padres no me asesinaban tan joven.

 Felix suspiró y volvió a sonreirle. En parte, ya lo sabía. Había leído ciertas cosas que ella solía escribir en su cuaderno y de vez en cuando encontraba hojas tiradas en su habitación con diversas historias. Aún así, siempre creyó que era solo un pasatiempo.

-Ven -dijo, extendiendo su brazo derecho para que Belle se acercara y se sentara a su lado. Ella respondió a eso y Felix dejó su brazo sobre sus hombros- ¿Quién cambia una pelota por estudiar? Niña tonta. -rió.

__________

 Una semana había pasado desde que Belle le confesó a Felix lo que ella realmente quería, y en ese tiempo el muchacho de pecas no se había quedado con los brazos cruzados.

 Golpeó la puerta de la casa de la chica incontables veces y con mucha fuerza para que le abriera rápido, y cuando por fin le abrió, entró y se tiró en el mismo sofá de siempre.

-Hola -dijo Belle- Siéntete como en casa.

-Tengo algo para tí.

 Felix le entregó el papel que tenía en mano a Belle quien se mantenía de pie frente a él. Ella miró lo que decía detalladamente y sonrió.

-Es una inscripción para un concurso de escritores menores de 20 años -decía Felix- Tienes hasta el jueves de la semana que viene para enviar una historia, y más te vale que lo hagas porque quiero leer tu nombre en un libro algún día.


10 reasons to love you || Lee FelixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora