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Narra Pete

—¿N-novio...?-susurró Dante nervioso.
—Si Dante.

Dante se paró torpemente, posó sus manos en su cabello y lo sacudió, dejando caer las hojas y ramitas que habían en el.

Los ojos de mi amigo analizaron de pies a cabeza al chico que me abrazaba por la cintura, al terminar de hacerlo me regaló una mueca rara la cual me dejó en duda.

Se volteó a ver a Can y a Tin, pero en cuanto su mirada se conectó con la de Tin la desvió hacia mí.

—¿Acaso no piensas decir algo?-preguntó Ae a Dante.
—Err... ¿Hola...?
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*Golpe*
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—¡Auch Pete!

Cuando él le "respondió" a Ae, me alejé del agarre del último mencionado y me acerqué para poder darle un buen golpe en la nuca.

—¡Bruto!-dije.—Y así querías que te contara sobre mi relación. De verdad eres un estú...
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*Beso*
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Antes de que pudiera terminar de hablar, sentí como unas manos grandes se posaban en mi cintura para después darme la vuelta y sentir unos labios finos chocar contra los míos.

Al sentir que el beso que Ae me estaba brindando no iba a terminar rápidamente, decidí poner mis manos en su cuello para profundizar un poco el beso.

—¿A qué viene esto?-preguntó separándome del beso.
—Dijiste una grosería, y una vez, un niño de siete años me enseño que así...-me besó.—...alguien puede dejar de decirlas.

Me sonrojé al recordar esa escena pasada. Tengo que admitir que por un momento pensé que de verdad esa era la técnica para que alguien dejara de decir groserías, y veo que actualmente si funciona.

El llanto de un niño me hizo salir de mi mundo, me alejé de Ae y me acerqué a Dante. Este me miraba de una manera un poco sorprendida y su boca estaba en forma de "O".

—¿Ahora en qué problema te metiste moreno?-le pregunto.
—Buenos... Tu sabes que no me gusta seguir las órdenes de nuestro querido Asesor, así que me escape del grupo, pero me terminé perdiendo. Vi a ese chico solo y le pregunté que si como podía llegar a la colonia "Solidaridad" y el muy amable me estaba explicando hasta que llegó este tipo y me empezó a perseguir.

Tin estuvo a punto de abrir la boca pero se calmó al ver como le daba una mirada un poco asesina.

—Bueno, para empezar. Tin, ¿porqué mi hermano no está en la escuela?

Tin y Can se quedaron callados. Sus caras cambiaron a ser serias, entonces voltee a ver a Ae y el tenía una cara preocupada.

Y ahí fue cuando me di cuenta. Tin es seis años mayor que Can, y el último mencionado no es mayor de edad.

Miré a mi alrededor y vi como la gente murmuraba un poco de cosas sobre ellos.

—¿Ellos saben que ustedes...?
—Si. Por eso falto en la escuela, no puedo ir porque todos empiezan a burlarse de mi y por eso Tin viaja todos los fines de semana, para poder ir a trabajar al pueblo que queda cerca. ¡Nadie lo quiere contratar aquí!
—Ok... No entiendo nada, ¿Alguien me podría explicar?

Y como siempre, Dante interrumpe los momentos serios.
Me volteé a verlo, lo tomé de la oreja y lo jalé hasta la parada de Taxis.

—Disculpe, ¿lo puede llevar a la colonia "Solidaridad"?
—Claro...
—Gracias. Sino paga, póngalo a lavar su carro. Se le da mejor que Cenicienta.

El Taxista soltó una carcajada. Abrí la puerta trasera y lo metí a la fuerza. En lo que el Taxista prendía el carro, el rápidamente abrió su ventana y me dió una de esas miradas que me enojan demasiado.

—¿Eras tú ese niño?
—No es de tu incumbencia.
—Vamos Pete, dimeeeee...
—No te diré nada.
—Eres un...

Sin previo aviso, el Taxi empezó a avanzar, dejando así a mi amigo con el insulto en la boca.

Podía ver como me hacía señas, las cuales no les tomé importancia y solamente me dediqué a decirle "adiós" con mi mano.
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—¿Crees que Kanda valla a estar bien?
—Claro, ella es una anciana muy inteligente.

Después de estar un poco en el parque, decidí llevar a Can a la escuela. Esta vez me aseguré de que nadie dijera nada de él.

Mientras tanto, Ae y Tin acompañaron a mi abue a dejarla en casa de una de sus amigas ya que la habían invitado a un pequeño viaje.

Actualmente nos encontramos en casa de Ae. Su mamá no ha llegado del trabajo y Tin debe estar afuera de la escuela de Can esperándolo.

Ae me tenía entre sus brazos, ambos estamos recostados en su cama, excepto su espalda, ya que esta se encuentra en la cabecera. Nadie ha dicho nada desde mis últimas palabras, y de verdad, me estaba aburriendo.

—Aeeee...
—Mmm.

Lentamente me separé de él y me senté en sus piernas, hice un puchero y lo tomé de sus manos.

—Estoy aburrido.-dije.
—¿Y... qué quieres hacer?
—¡Exacto! Ese es el problema. No se que hacer.
—Tengo una idea...
—¿Cuál?

Las manos de Ae me tomaron de la cintura y me acercaron a su cuerpo repentinamente. Mis manos cayeron por reflejo en su pecho, de ahí sus manos fueron hacia mi trasero, donde dio un ligero apretón.

—Podemos continuar lo que quedó pendiente anoche...

Sus manos empezaron a masajear esa parte de mi cuerpo que tanto le gusta, mientras que yo me mordía mis labios intentando no soltar algún gemido, pero su tacto era tan exquisito que no pude evitar hacerlo.

—¿Qué te parece mi idea?-me preguntó seductoramente.
—Mmm...Excelente...

Mis manos se deslizaron por encima de su playera, hasta que llego al borde y entraron en esta para así poder explorar su torso trabajado.

Acercamos nuestras bocas para unirlas en un beso necesitado, lo amoroso se podía sentir, pero la pasión y lujuria también. Cuando nuestras lenguas se entrelazaron sentía que mi alma podía morir y regenerarse en el mismo instante, ya que Ae es mi perdición y salvación a la vez.

Me separé de sus labios y torpemente quité su playera, la tiré en alguna parte de este lugar para poder continuar besándonos codiciosamente.

Sus manos empezaron a desabrochar mi cinturón mientras que su boca bajaba hacia mi cuello. Cuando logró deshacerse del cinturón, también dejó libre el botón de mi pantalón y la cremallera de esta.

—Ahh...Ae...
—Pete...Mm...Eres...Increíble...

Una de mis manos traviesas empezaron a acariciar su miembro erecto encima de su pantalón. Ae tampoco no se quedó atrás.

Bajo un poco mis jeans dejando expuesto una gran parte de mi trasero al aire, lo único que cubría esa parte era mi ropa interior.

—¡AE, YA LLE...GUÉ...
—¡MIERDA! ¡MAMÁ!
—¡L-LO SIENTO, YO NO VI NADA!

Cuando estábamos a punto de ir más lejos, la mamá de Ae entró a la habitación sorprendiéndose por ver tal escena.

Después de disculparse cerró la puerta con fuerza, dejándome a mi con ganas de volverme un mosco para poder salir volando de aquí.

𝚃𝚄 𝙼𝙸𝚁𝙰𝙳𝙰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora