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"Maratón" 1/4

Narra Tercera Persona

—¡Si de verdad amas a ese chico, vete! ¡Solo vete! Me haces demasiado daño. También a Ae y Tin. Solo vete de aquí.

Los gritos de una mujer resonaban en una casa cerca del lago. Dos niños se encontraban escuchando la pelea entre sus padres desde sus respectivas habitaciones.

Ae estaba abrazando a un peluche, tenía demasiado miedo, oír a su madre gritar así y no oír ninguna respuesta de su padre lo atormentaba. Era tan solo un niño de tres años viviendo eso.

Y para su mala suerte, el entendía todo. Físicamente el todavía es un niño, su mente sigue siendo "inmadura" pero el lobo que habita dentro de él lo hizo madurar rápidamente. Se daba cuenta de lo que pasaba, y eso lo destrozaba.

—Samantha, te he dicho perdón muchas veces. Se que te he engañado, pero no puedo darle la espalda a la mujer que me dió a mis hijos. Al fin de cuentas, eres parte de mi vida.

—Yo ya no tengo nada que ver en tu vida René, ese chico es todo para ti ahora mismo. Tus hijos y yo ya no somos la razón por la que eres feliz. Lo es él.

Ae se estaba cansado. No era la primera vez que oía a sus padre pelear. Hubo una vez en la que su padre se atrevió a traer a su amante a la casa, Haru Pitchaya.

Ahí fue cuando todos se enteraron de la traición de su padre. Ae y Tin fueron convencidos por su madre de llevarse bien con él amante. Todo para hacer feliz a su padre.

Pero eso no hacía feliz a su madre. Ae no aguantó más y salió de su habitación.

Con sus pequeñas manitas empezó a golpear la pierna de su padre. Se sentía enojado, nadie podía hacer llorar a su mami. Ae sentía que faltaba poco para hacer que su papá de cayera, claramente eso sintió solo él, ya que eso no es nada para su papá.

—Deja de hace' a mami llora'—decía Ae sin dejar de golpear la pierna de su padre—. Mami no llorará más po' ti. Papi malo, muy malo.

El señor y la señora se quedaron sorprendidos. Samantha solo quería llorar, su pequeño la estaba defendiendo. Su padre lo sostuvo entre sus manos, le dolía lo que su hijo decía.

Ae se empezó a forcejear para que su padre lo soltará y cuando lo logró, fue con su madre a abrazarle la pierna.

—Mami, vámonos. Vámonos a un luga' mejo'. Tin, Mami y Ae. Solo nosotos'—decía Ae seguro.

—¿Y papi, cariño? No podemos dejarlo, no todavía.

—No impota'. Vámonos.

Ae tomó la mano de su madre y la llevó a la habitación. No sin antes enseñarle la lengua a su padre con mucho enojo.
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—¡René! ¡Hey! ¡Por aquí!

La voz de su amado hizo sacarlo de sus pensamientos. Sonrió y se acercó a él. Se sentía fatal, ahora su hijo menor lo odiaba. Él sabía con perfección que Samantha no lo odiaba, pero aún así le dolía el daño que les había hecho.

Se acerco a su amado y lo abrazó. Sollozaba en su hombro, se sentía una mierda ante la vida. La mano de su amado le acarició su espalda intentado tranquilizarlo.

—Los perdí Haru. Los perdí—decía René entre llantos—. Ae me odia, me odia demasiado. Nunca fue mi intención, solo... solo me enamoré de ti, no los quería dañar.

—Lo sé, amor. Harías lo que fuera por ellos. Eres un gran padre. A pesar de todo esto, tuviste el valor de decirle a ella que ya no la amabas, fue ahí donde me dejaste a mí ser oficialmente alguien en tu vida.

𝚃𝚄 𝙼𝙸𝚁𝙰𝙳𝙰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora